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viernes, 6 de enero de 2012
EL CORTIJO DE MONTAÑEZ
Necrópolis fenicia situada en la Vega de Málaga en el
Valle del Guadalhorce, a unos escaso kilómetros de la necrópolis del Cerro del
Villar, en la que se han encontrado varias urnas o vasos de alabastro de carácter egipcio, de los que solo se
conserva uno en la actualidad. Tienen su paralelismo en las necrópolis de
Trayamar, Almuñecar y Lagos.
Cronológicamente vemos que se
trata de un cementerio del siglo VIII al VI a de C.
La existencia de una tumba de cámara fenicia en la vega del
Guadalhorce (cf. Almagro Gorbea 1782: 251) precisaría de una confirmación más
rigurosa, para no dar lugar a algunas afirmaciones un tanto temerarias, como
las que aseguran la presencia en la zona de una necrópolis de tumbas de cámara
al estilo de la de Trayamar.
Entre los
hallazgos más importantes cabe destacar
cinco ánforas, un pithos de cuatro asas, dos ánforas en forma de alabastrón,
una urna globular con engobe rojo y pintada, una urna de tipi
"Cruz del Negro", un jarro de boca de seta, dos jarros de boca
trilobulada y una lucerna de dos mechas.
Se han descubierto a unos setecientos pasos
del mar unas vasijas grandes con restos humanos calcinados, que se presentaban
agrupadas cada una con otras dos más pequeñas, de distancia en distancia,
formando una especie de cementerio.
En cualquier caso, se trata de un conjunto bastante
heterogéneo de cerámicas, cuyas pastas y tratamiento son análogas a las de las
cerámicas fenicias del Cerro del Villar. Tanto las arcillas como el tipo de
desgrasante y las formas apuntan, por otra parte, a la producción
característica del Guadalhorce en un momento avanzado de la época fenicia.
Las
cerámicas del Cortijo de Montañez corresponden a múltiples formas, todas ellas
pertenecientes al grupo de la cerámica fenicia. Difieren de ésta en algunos
detalles y ofrecen unas morfologias poco comunes que, en algún caso, reflejan
relaciones con el hinterland tartésico. La mayor parte de 10s paralelos
cronológicos se inscribe a finales del siglo VI1 y en el siglo VI. En lo que
concierne al aspecto "provincial" de los hallazgos, hay que advertir
que apenas se conocen formas enteras de ánforas del siglo VI, por lo que cabe la posibilidad que las
formas normales parezcan tipos poco comunes.
De acuerdo con los paralelos mencionados de
Trayamar, Cruz del Negro, Huelva y Rachgoun, todos los recipientes de gran
tamaño pudieron haber servido de contenedores cinerarios, si bien, y a
excepción del jarro y la lucerna, estos apenas proporcionan indicios acerca del
contenido y ajuares funerarios de estas sepulturas. Por lo demás, resulta
imposible verificar entre estos materiales la noticia de Rodríguez de Berlanga,
según la cual las sepulturas de Montañez estuvieron formadas por dos
recipientes apoyados sobre un ánfora cineraria central.
En líneas generales, puede decirse que, tanto algunas formas
como el pithos, como el tratamiento de superficie -engobe rojo muy
compacto y decoración de líneas pintadas de calidad- que caracteriza a estas
cerámicas, son idénticos a los que encontramos en la cerámica de finales del
siglo VII y principios del VI en el asentamiento fenicio del Cerro del Villar.
En cuanto a la cronología, todos los materiales
apuntan al siglo VI para la datación del conjunto de cerámicas del Cortijo de
Montañez. El jarro de boca de seta y la lucerna constituyen claros elementos
del ajuar funerario de las necrópolis fenicias. En cuanto al jarro y a las
ánforas n. 8 y 9, si bien recuerdan formas arcaicas del siglo VIII,
corresponden claramente a tipos de finales del siglo Vi1 y principios del Vi, una
época que se caracteriza en la morfología de la cerámica fenicia por la
reaparición de formas arcaicas. La lucerna confirmaría esta cronología, ya que,
en la necrópolis Jardín, la lucerna todavía constituye un elemento del ajuar
funerario en el siglo VI a.C.
lunes, 2 de enero de 2012
NECROPOLIS DE LAGOS
Esta necrópolis viene asociada al yacimiento de las Chorreras.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
Como todos los emplazamientos fenicios se encuentra sobre
una elevación dominando la costa.
. Los fenicios que vivían en este
asentamiento aprovechaban los recursos agrícolas, ganaderos, forestales y
pesqueros de la región y tenían sus propias industrias de cerámica y textil.
También participaban en el comercio mediterráneo de cerámica arcaica etrusca y
griega oriental.
Las tumbas de
esta necrópolis serían un nicho-cámara orientado al este, de tendencia circular
irregular y unos 45-50 cm de anchura, cuyas dimensiones vienen determinadas por
el tamaño de las ánforas que funcionaron como receptáculo de los restos
incinerados.
Este tipo
de enterramiento es característico de las tumbas fenicias arcaicas (siglos VIII-VII a.C.) en
la costa andaluza mediterránea.
Se
encuentran fragmentos de un pequeño y excepcional pithos en una de las
tumbas.
La vinculación que se establece en los ritos
fúnebres de las necrópolis del área de Málaga con las formas que adopta la
representación del poder en Oriente la encontramos también en el uso de vasos
de alabastro. Estos recipientes fueron utilizados como elemento de ajuar o
como urnas cinerarias en muchas de las necrópolis fenicias del litoral
mediterráneo como Lagos y otras.
Algunos de estos vasos, que en su origen debieron contener vino y perfumes de
alta calidad, son de producción egipcia y excepcionalmente disponen de
inscripciones jeroglíficas.
Cabe destacar los
enterramientos de una elite social elevada que se entierra en las lujosas
tumbas de cámara, cuya cronología se data del siglo VII a C.
En las colonias fenicias del área malagueña, se da el uso de determinadas tecnologías o
formas de hacer propias de grupos locales, y determinados
vasos de cerámica destinados principalmente a la preparación y cocción de
alimentos.
En estas necrópolis
se intenta proteger a los antepasados, existe una clara intención de guardar o
esconder a sus muertos en lugares muy próximos y/o recónditos
ante el temor de que las tumbas fueran saqueadas, potencialmente por los
indígenas. De ello la diferencia con respecto a las necrópolis orientales y la
singularidad que nos ofrece estazona, pues los enterramientos se encuentran en
un territorio ajeno.
La cultura material de estos
asentamientos revela una importante diferencia con respecto a los barrios con
población fenicia en los enclaves onubenses: la cultura material ligada a prácticas
sociales con una alta visibilidad pública y que es crítica para la construcción
de determinadas identidades y jerarquías sociales en las colonias remite
prácticamente siempre a modelos fenicios, que pueden ser netamente orientales o
reelaboraciones propias de estos ámbitos occidentales.
Esta
utilización de la cultura material manifiesta, por un lado, una clara intención
por parte de los residentes de estos enclaves en construir una identidad
comunitaria, propia y diferenciada con respecto a la población local que vive
en asentamientos no coloniales, y, por otro, la intención de establecer unas
jerarquías sociales en la colonia que pivotan en torno a identidades de tipo
étnico. En estos ámbitos, estas identidades sociales se establecieron,
posiblemente, a través de la descendencia, pero principalmente a través del uso
de una cultura material que subjetivamente identificaban como «fenicia», tal y
como sugieren los enterramientos.
Varias décadas después del
establecimiento de los primeros colonos en esta área, se erigen los primeros
cementerios. Los más antiguos, como el de Lagos, datan de finales del siglo VIII a. C.
(Aubet et al., 1991), cuando parece consolidarse el proyecto colonial
en la zona. Todos los grupos de tumbas se sitúan a cierta distancia de los
asentamientos e insinúan que ya a finales del siglo VIII a. C. las
colonias se han apropiado de un pequeño territorio que se extiende a su
alrededor. Estos cementerios coloniales son siempre agrupaciones de muy pocas
tumbas –entre dos y una veintena en el mayor de los casos–, por lo que
criterios muy restrictivos (López Castro, 2006: 76-77), posiblemente de
descendencia, debieron de definir el enterramiento en estos espacios.
Las gentes según los hallazgos,
quizá, vivían en régimen de población mixta.
En muchas de las necrópolis fenicias y púnicas conocidas a
lo largo de las costas hispanas como Lagos,
se ha venido detectando un fenómeno antropológico y social opuesto, pues
las tumbas de cámara han sido interpretadas tradicionalmente por los investigadores
como principescas o como sepulcros pertenecientes a las clases aristocráticas
dirigentes de la empresa comercial fenicia. La escasez de los restos de tumbas
de esta categoría y la enorme riqueza de los ajuares encontrados
en el interior de las mismas, han hecho pensar que pertenecieron a una clase
social elevada.
Una de las dolencias más habituales con las que tenían
que lidiar los médicos de la Antigüedad era la artritis, un mal que afectaba a
las articulaciones mucho antes de la llegada de Roma a Hispania. Así queda de
manifiesto en los restos óseos de un varón de entre 40-50 años de edad que fue
enterrado en una de las tumbas fenicias del siglo VIII a. C. excavadas en
Lagos.
Las tumbas de lagos y otras
confirman el arraigo en la Península ibérica de mercaderes de rango que
controlarían las transacciones comerciales entre las colonias occidentales y
las ciudades reino-fenicias.
martes, 27 de diciembre de 2011
NECROPOLIS DEL JARDIN
La necrópolis «El Jardín» está enclavada en un cerro situado
en la margen derecha del río Vélez, aproximadamente a 2 kilómetros del pueblo
de Torre del Mar y a unos 500 m. al interior.
Se estudiaron un total de 101 tumbas, de carácter
individual, aunque pudo tener 200 enterramientos o más, y constituye uno de los
mayores cementerios fenicios occidentales conocidos.
Los materiales obtenidos en la necrópolis «El Jardín», así
como su
modalidad de
enterramientos, aportan a nuestro entender una interrogante más al
esclarecimiento de la historia acaecida en el Sur de España durante la Edad de
Hierro, ya que si en los momentos primeros de la arqueología en esta parte de
la Península todos los yacimientos con materiales de ascendencia fenicia
sufrían el elemento catalizador de Cartago y de una forma u otra terminaban
dominándose púnicos, la continua aparición de elementos extraños a esa gran
colonia o nueva ciudad han hecho que tengamos paulatinamente que ampliar el
término, denominándolos paleopúnicos, primeramente, y fenicios de occidente u
orientalizantes después.
Esta necrópolis
podría ser un ejemplo junto con otros yacimientos como Trayamar, La Joya,
Laurita, etc..., en que, por una parte, el enterramiento en sarcófagos de las
características descritas, y por otra, gran número de sus materiales cerámicos,
sin paralelos ambos en Cartago, pueden hacernos pensar o bien una existencia
paralela cronológicamente a Cartago, pero no dependiente total de ésta, sino
del próximo oriente de forma directa, cosa bastante difícil de aceptar, o un
arraigo cultural propio de la zona, con una cronología anterior necesariamente
a la de Cartago, y cuyos orígenes creo que no podemos fijar de forma más
concreta que como del Próximo Oriente, ya que ante la variedad que ofrecen los
elementos aparecidos hasta el momento en toda Andalucía, el encuadramiento
fenicio parece quedar demasiado reducido.

Se puede pensar en una extendida colonización del Próximo
Oriente sobre Andalucía en sus primeros momentos anterior a Cartago y
posteriormente con sólo una normal influencia de ésta, ante los materiales que
nos han ofrecido los yacimientos ya publicados y los que reservan los aún
inéditos, pero que ya hemos podido observar, y aunque comprendemos que esta
necrópolis puede ser sólo un pequeño ejemplo, sus materiales están ahí para
ofrecernos sus diferencias particulares y sólo la base común a ambos de un
mismo origen, lo que unido a la proxímitud y magnitud de tantos yacimiento, no
solamente en la costa sino también en el interior (se trabaja actualmente en
varios yacimientos en las vegas de los ríos Guadalquivir y Genil).
Los enterramientos.


La cremación está
atestiguada por pozos realizados en el suelo, de naturaleza esquistosa, de unas
medidas aproximadas de 80 cm. de
profundidad y diámetro, en los
que depositaron las cenizas y restos óseos que no llegaron a la total
calcinación, así como fragmentos cerámicos.
Igualmente
apareció un sarcófago del mismo material y características de trabajo que los
otros pero cuyas medidas son las de un cubo de aproximadamente 40 cm. de lado,
y su interior no podía haber albergado más que cenizas o a lo máximo un posible
feto.
Descripción de los materiales.
Varias Jarras — Fabricadas en barro de color rojizo, de
mala cocción, cuerpo esferoidal y cuello ancho con borde perpendicular a la
base. Tienen una sola asa, que va desde lo alto de la panza al borde de la
boca. Se apoyan sobre base plana, sin pie.
Olpe - Trozo de olpe de forma esferoidal de cuello
estrangulado muy estrecho. El asa es sustituida por un característico pezón
perforado para colgar, de los que creemos tendría tres.Fabricado en barro
rojizo muy poroso siendo su cocción defectuosa.
La decoración es lineal, a base de grupos de líneas de color
negro y una banda roja. Presenta un dibujo especial, cual es una flecha
invertida en negro.


Este trozo de cuenco con pezón está revestido con una leve
película de color blanco hueso en la superficie exterior y sobre ésta,
decoración lineal formada por líneas estrechas de color negro. Al parecer hubo
un intento de patinar el cuenco con engobe de color rojo en la superficie
exterior del recipiente.
Varios Platos fabricados algunos con pasta
rojiza y otros con pasta amarillenta.
Varias piezas de oro aparecieron
también en esta necrópolis malagueña,
tales como colgantes y anillos que actualmente se encuentran depositados en el
museo de Málaga.

LÁMINAS DE PLATA
En las tumbas 86 y 100 aparecieron fragmentos de lámina de
plata con decoración figurada y ornamental, realizada mediante la técnica del
repujado. Los fragmentos de la tumba 86 se encontraron junto al mango de
plata rematado por una cabeza estilizada de ave. En cambio, la disposición
original de las piezas del ajuar de la tumba 100 se ha alterado, debido a la
superposición de las sepulturas pertenecientes al gran hipogeo de cámara 66.
En el momento del descubrimiento, las láminas estaban tan
incrustadas, aplastadas y fragmentadas en pequeñas piezas que resulto imposible
distinguir nada.
Otros hallazgos
Se encontraron también
varios utensilios y herramientas tales como objetos metálicos: agujas,
mangos de cuchara, anzuelos, asas de bronce, charnelas, láminas con rosetas.
jueves, 22 de diciembre de 2011
CERRO DEL MAR
El yacimiento de Cerro del Mar se encuentra en una
pequeña elevación en el margen oriental de la desembocadura del río Vélez, a la
salida de una antigua bahía existente en época fenicia. Hoy sin embargo se
encuentra más alejadode la línea de costa.
Algunas teorías hacen corresponder este yacimiento
con la antigua ciudad púnica y después romana de Maenoba, identificada por A.
Schulten como Mainake-Maenoba. Su cronología arranca, para sus investigadores,
en el siglo VI a.n.e., pero las mayores evidencias son ya del s. IV, en época
púnica, con una ocupación ininterrumpida que va hasta el s. II a.n.e., sin
contar con una posterior implantación de época romana imperial. Además en este
yacimiento existe un sector de necrópolis arcaica (siglo VII a.n.e.) de
incineración en la zona conocida como la vega de Mena, que posiblemente se
relaciona con el asentamiento arcaico de Toscanos.
En la ladera suroeste de
Cerro del Mar –campaña de 1978– se conoció una pequeña necrópolis compuesta por
28 tumbas de pozo o fosa, dotadas de bancos laterales, que alcanzaban
entre 1 y 1,5 m de profundidad, ocupando unos 350 m², destruida por las
remociones de tierra llevadas a cabo en época romana.
En el S. de la Península Ibérica la incineración fue el primer rito
funerario practicados en las colonias fenicias, habiéndose localizado y
excavado una decena de necrópolis arcaicas con reducido número de tumbas de
incineración con urna y con una cronología entre fines del s. VIII a los
inicios del s. VI a.C.:
Esta necrópolis es mal conocida, pues sólo se
ha publicado el plano y perfil de la tumba 14. Los escasos materiales
aparecidos se asocian con los restos de una urna de alabastro de la tumba 9,
varios fragmentos cerámicos de engobe rojo y algún trozo de kotyle protocorintio,
que permiten datar los enterramientos en los inicios del siglo VII.
Mientras, la tumba 14, una fosa de bancos laterales similar a las encontradas
en Jardín, se fecharía en el siglo VI a.C,
donde se encontraron más de una treinta pozos u hoyos.

El rito fenicio de la incineración, adoptado y conservado
en el orientalizante e ibérico del interior peninsular, será sustituido por el
de la inhumación hacia el s. VI a.C.
en las necrópolis púnicas de la costa
Con el nuevo rito de las necrópolis fenicias los cadáveres
se incineran en «ustrinum» o quemadero común y raramente en la misma tumba de
fosa («bustum»), como sucede en ciertas necrópolis orientalizantes.
Incinerado el cadáver, las cenizas y fragmentos óseos
quemados son recogidos, cuidadosamente lavados e introducidos en urnas
cinerarias de cerámica o de alabastro como ocurre en Cerro del Mar, y en otras
necrópolis.
Aparece un ánfora del tipo 3 tipo Laurita con las siguientes
características: ovoide normal, cuello troncocónico invertido, pequeño borde
saliente y asas semicirculares verticales bajo los hombros.
El tipo 3 es una derivación del ánfora cananea de cerámica
o alabastro que traían o transportaban
los fenicios por todo el Mediterráneo como demuestran los diferentes hallazgos
en los poblados y en las necrópolis.
Esta forma se identifica con el «alabastrón» egipcio,
asimilado en cerámica por el orientalizante corintio, distribuido
abundantemente por todo el Mediterráneo. El alabastrón servirá de urna
cineraria en la tumba 3 de Trayamar y, algo reducida, en la necrópolis del
Cerro del Mar.
En principio, la función de estos vasos es de
contenedores o lujosos envases para productos de calidad, primordialmente vino
y ungüentos aromáticos, según se deduce de sus inscripciones, destinados al
suntuoso ajuar funerario en las tumbas de los faraones o funcionarios nobles,
según se constata en la necrópolis real de Tanis, en los textos de los
jeroglíficos y en las representaciones grabadas de Bes y Hathor en los vasos.
Los vasos sirvieron también de valiosos productos de
exportación comercial o de apreciados regalos a los soberanos siro-palestinos y
fenicios, pero la mayor parte de los vasos de la dinastía XXII hallados en
Oriente y el Mediterráneo se atribuye a los saqueos de algunas tumbas reales y
de nobles de la necrópolis de Tanis en momentos de anarquía de la segunda mitad
del s. VIII y del s. VII, saqueos atribuidos a
piratas griegos o a comerciantes poco escrupulosos.
Los fenicios de Tiro y Sidón debieron sentir una
especial predilección por estos vasos, conservados como tesoros o como «sacra
aegyptiaca» en sus palacios. Según una inscripción en cuneiforme de un vaso de
Takelot III (764-757) hallado en el palacio de Asaradón (681-670) en Asur
(W. Andrae, 1938; F.W. von Bissing, 1940; C. Preuser, 1955), el vaso
contenía aceite (óleo aromático), habiendo llegado a Asiria procedente del
botín del palacio sidonio de Abdimilkuti, capturado por Asaradón el año 676
a.C. Los otros vasos hallados en los palacios asirios de Nimrud y Asur
provienen igualmente de los saqueos de ciudades fenicias por parte de los
asirios.
Si en Egipto los vasos de alabastro se utilizaron como
contenedores de vino y ungüentos de calidad, componentes del ritual funerario,
como productos de exportación comercial o como prestigiosas donaciones a los
soberanos orientales, y si en los palacios de Fenicia, Siria, Palestina,
Asiria, Escitia y Creta serán objetos de prestigio y lujo, por otra parte, en
las necrópolis fenicias del Mediterráneo occidental y concretamente de Cartago
y de la Península Ibérica estos vasos cambiaron su función, convertidos en
urnas cinerarias de personajes de alto rango social, especialmente en Laurita.
La oinochoe piriforme es frecuente en los yacimientos
fenicios de Iberia al oriente del Guadalquivir, habiendo sido hallados cuatro
ejemplares completos en la necrópolis y uno en el Cerro del Mar. fechado en la segunda mitad del s. VII.
Las incineraciones en urnas de alabastro egipcias en las necrópolis
tales como Cerro del Mar, confieren a este grupo fenicio
arcaico de la costa andaluza, una homogeneidad peculiar y diferente a la de los
otros grupos del Mediterráneo central y occidental.
La metalurgia del hierro, infravalorada por las
investigaciones, se presenta como una artesanía y producción fundamental en los
establecimientos fenicios al oriente del Estrecho, donde este mineral es
relativamente abundante ya desde el s. VIII hasta el s. VII en el
Cerro del Mar y otros yacimientos Fenicios.
Como todos los centros fenicios costeros y la mayoría de la
antigüedad, es lógico o fácil de pensar que también debió de existir allí una
de las muchas factorías o
fábricas de salazones e industrias de pescado que tenían distribuidas
por todo el Mar Mediterráneo.
Según nos dice Pilar Rodríguez Aguilar, la factoría del Cerro del Mar se mantuvo al menos hasta
el siglo III después de C,
Schulten situaba el Cerro del mar en la ciudad de Maenuba o
Mainake, mientras que la ciudad griega se situaría en el Cerro del Peñón. Tengamos
en cuenta que la población vivía por
etnias, unas cercanas a otras, pero cada uno en su poblado respectivo, y era
así como negociaban, aunque es posible que hubiese un mestizaje de razas.
martes, 20 de diciembre de 2011
LAS NECRÓPOLIS FENICIAS
Las investigaciones sobre las necrópolis de la edad del
hierro en la región de Siria, Fenicia y Palestina, iniciadas hace siglo y
medio, no han proporcionado precisamente resultados tan satisfactorios como las
del Mediterráneo central y occidental. Lamentablemente todavía se echa en falta
un estudio global y riguroso sobre la arqueología del mundo funerario fenicio
en el Mediterráneo.
En el Mediterráneo central y en occidente las
investigaciones sobre la colonización fenicia han dado en el último medio siglo
un paso ingente, utilizándose una metodología mas depurada de excavación, de
tal modo que se ha llegado a conocer el mundo funerario fenicio con más nitidez
y profundidad que en Oriente.
EL RITO FUNERARIO DE LA INCINERACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO
El rito funerario de la incineración del cadáver se atribuye
en Europa occidental a los indoeuropeos, constatado en los campos de urnas del
bronce reciente y del hierro inicial de Europa central y occidental y en los
Balcanes, generalizándose a partir de 1200 a.C., a pesar de que esporádicamente
ya existían muestras en el calcolítico del III milenio a.C. y en el bronce
antiguo y medio de Hungría en el II milenio a.C.
La introducción del ritual funerario de la incineración en
Fenicia se ha atribuido a razones sociales, culturales, religiosas, étnicas, de
sexo o edad, sin que estas razones hayan sido plenamente satisfactorias en el
Mediterráneo colonial, donde deberían reducirse simplemente a la moda reinante
sucesivamente, la incineración en la primera fase de los siglos VIII y VII y la
inhumación en la segunda fase, del s. VI a la romanización.
En el Próximo Oriente el rito funerario común de la edad del
bronce (3100-1200 a.C.) es la inhumación, apareciendo las primeras necrópolis
de incineración, como un fenómeno de importación, al final del bronce reciente
II A, hacía el s. XIV-XIII en Anatolia septentrional (Troya VI) y central
(Yasilikaia).
Es plausible admitir que la difusión del rito incinerador
penetró en el Próximo Oriente por varias vías desde diferentes círculos
culturales. La primera corriente incineradora, probablemente relacionada con
los círculos culturales danubianos de los campos de urnas, penetraría hacia el
S. y SE. por el Helesponto, extendiéndose esporádicamente en los siglos XV-XIII por
Anatolia hasta el Eufrates y siguiendo la ruta del S. hasta el Orontes.
La segunda corriente, quizás egea y cretense, denominada de
los pueblos del mar, se extendería por todo el frente costero siro-palestino
desde el s. XII, concentrándose el pueblo filisteo en la región de
Gaza e implantando la incineración en el s. XI, aunque en el siglo
anterior practicasen la inhumación en sarcófagos antropoides de cerámica, de
clara influencia egipcia.
La tercera corriente, la más efectiva, proviene del foco
egeo ático y eubeo, quizás a través de los puertos francos del N. de Fenicia y
Siria, Tell Sukas y Al- Mina, vigentes en época submicénica, geométrica y
orientalizante y practicantes del doble rito de la incineración e inhumación.
La isla de Chipre mantendrá su carácter conservador y una
cultura propia y peculiar con claras influencias anatolias, fenicias,
siro-palestinas, egipcias y egeas. El rito funerario constante será la
inhumación, con presencia esporádica de incineración en el bronce chipriota
reciente III (1200-1050) en los tholoi de la necrópolis de Curium por
influencia egea submicénica.
Al Mediterráneo central y occidental llevarán los fenicios
el rito de la incineración desde mediados del s. VIII en sus
colonias norteafricanas de Utica y Cartago y desde fines del s. VIII y s. VII en Sicilia
(Motia), Cerdeña (Cagliari, Nora, Tharros, Sulcis, Bitia, Monte Sirai), Ibiza
(Can Partit) y sur de la Península Ibérica.
El rito de la incineración predomina en las necrópolis
fenicias arcaicas de Occidente, excepto en las islas de Malta y Gozo, donde se
practica la inhumación, y de Cartago donde la incineración es minoritaria,
desapareciendo a finales del s. VII y en el s. VI.
La cremación del cadáver se efectúa en «ustrina», quemaderos
comunes próximos a los enterramientos, siendo raro el «bustum» o la cremación
en la misma fosa.
La necrópolis más arcaica, muy similar a la de Laurita,
parece ser la de la ladera E. de Juno, con tumbas de pozo con
incineraciones en urna, dos de las cuales, son de alabastro, con ajuares
funerarios de cerámica de barniz rojo y kotylai protocorintias, análogas a los
de la necrópolis sexitana. La necrópolis de Juno, no excavada en su totalidad,
donde convive la incineración y la inhumación, con cerca de un centenar de
tumbas, permanece deficientemente estudiada, habiendo sido fechada desde
mediados del s. VIII por una copa eubea (A.M.ª Bisi, 1983) hasta el s. VII avanzado,
aunque posiblemente algunas tumbas sin cerámica griega pudieron ser ligeramente
anteriores.
Ya en Argelia, la necrópolis de Rachgoun, situada en
una pequeña isla de la bahía Wad Tafna, al W. de Orán, excavada por G.
Vuillemot (1955), se compone de 33 tumbas de hoyo con urnas cinerarias tipo «
Cruz del Negro», íntimamente relacionadas con los establecimientos fenicio-orientalizantes
andaluces, además de 68 tumbas de incineración sin urna, y 9 inhumaciones
infantiles, todo ello con ajuares similares a los de Laurita, como oinochoai
piriformes, jarros de boca de seta y platos de barniz rojo, huevos de avestruz,
etc. fechados en los s. VII y VI a.C.
El primer rito funerario fenicio constatado desde fines del
s. VIII es de incineración, que perdura algo más de un siglo,
sucedido por la inhumación a mediados del s. VI.
Las incineraciones se depositan en urna cineraria colocada
en cista de lajas, como sucede en las necrópolis de Bitia, Nora, Tharros u
Othoca, o simplemente en el suelo de una fosa o cista, como en el caso de Pani
Loriga.
En Ibiza las recientes excavaciones han confirmado la
veracidad dada por las fuentes clásicas sobre la fundación de Ebusus en el 654
a.C., según la revisión de la gran necrópolis de Puig des Molins, la
necrópolis de incineración de Can Partit y el descubrimiento y excavación del
establecimiento fenicio arcaico de Sa Caleta (J. Ramón, 1991).
Desde el s. XIX las excavaciones de la necrópolis de Puig des
Molins han entregado más de 4000 tumbas, de las que unas pocas, las más
arcaicas, fechables desde mediados del s. VII a mediados del s. VI, son de
incineración, sustituidas hacia el 550 a.C. por las inhumaciones en sarcófago
dentro de una cámara. Can Partit se descubrió en 1986, habiendo sido
destruidas o excavadas 67 tumbas, de las cuales 32 son de incineración,
depositados los restos en hoyos o fosas dentro de urnas o sin ellas, habiendo
sido fechadas entre el 625 y el 500 a.C. Al rito de inhumación pertenecen 25
tumbas en fosa, fechadas entre el 500 y el 200 a.C. Las 10 tumbas restantes
estaban destruidas.
LA INCINERACIÓN EN LAS NECRÓPOLIS FENICIAS DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA
La supuesta hipótesis de la distribución de los campos de
urnas por Levante hasta Crevillente y Almería habría que tomarla con reservas.
Sorprendentemente se ignora, por falta de pruebas
fidedignas, cuál fue el rito funerario indígena del bronce final en todo el sur
peninsular, desde el 1200 hasta el impacto de la colonización fenicia, hacia el
750 a.C. La ausencia o la problemática presencia de enterramientos ha creado
una incomprensible confusión. Evidentemente en ese lapso temporal precolonial,
de casi medio milenio, las sociedades del bronce final del S. peninsular, cuyos
«hábitats » han sido excavados, enterraron sus muertos, pero se desconocen las
circunstancias del dónde y cómo, lo cual no deja de ser científicamente
decepcionante. Este grave vacío ha sido explicado y rellenado mediante algunas
hipótesis.
Las cistas de Huelva, estudiadas por M. del Amo (1975),
corresponden a un bronce medio avanzado, pero nunca al bronce final, y los
túmulos con cistas de incineración del S. de Portugal (M. Varela, 1992), según
sus ajuares funerarios, están influenciados por el impacto colonizador fenicios
desde el s. VII a.C., sin que existan evidencias de incineraciones en
monumentos auténticamente precoloniales. Algunos megalitos del altiplano
granadino fueron reutilizados con inhumaciones de cronología indeterminada
dentro del bronce reciente.
En los Alcores sevillanos, algunos túmulos de inhumación
(Acebuchal L) o de incineración (Acebuchal I, El
Judío, Santa Marina), excavados por G. Bonsor (1899), con
ajuares atípicos, no orientalizantes, o sin ajuares, podrían
suponerse precoloniales con reservas (M. Sánchez Andreu,
1994; F. Amores, 1982).
La presencia de enterramientos de incineración, juzgados del
bronce final precolonial y de influencia de los campos de urnas del NE.
fechados en momentos anteriores al s. VIII, como las cistas u hoyos
de incineración en urna del río Guadalentín en Murcia (M. M. Ros, 1989), de
Almería y Murcia, la necrópolis de Peña Negra de Crevillente con urnas de
incineración, la necrópolis del Cerro de Alcalá (Torres, Jaén) y algunos otros
enterramientos esporádicos, bajo mi punto de vista, no tienen su origen en los
campos de urnas del NE., sino que, según las formas de sus urnas y escaso
ajuar, deben ser coetáneos a los primeros contactos colonizadores fenicios en
la segunda mitad del s. IX y del s. VIII, de los que reciben el
rito de la incineración.
En el S. de la Península Ibérica la incineración fue el
primer rito funerario practicados en las colonias fenicias, habiéndose
localizado y excavado una decena de necrópolis arcaicas con reducido número de
tumbas de incineración con urna y con una cronología entre fines del s. VIII a los
inicios del s. VI a.C.: Villaricos (Baria) con una veintena de tumbas,
El Campillo (Abdera-Adra) con un enterramiento (?), Laurita (Sex-Almuñécar) con
una veintena, Lagos (Chorreras?) con dos, Trayamar (Morro de Mezquitilla) con
cinco tumbas de cámara y varias de pozo(?), Cerro del Mar (Mainake-Toscanos)
con más de una treinta pozos u hoyos, Peñón (Toscanos) con varios pozos, Cortijo
de Montáñez (Cerro del Villar) con varias tumbas indeterminadas, Cádiz (Gádir)
con una veintena de fosas y Tavira, con dos cámaras.
El rito fenicio de la incineración, adoptado y conservado en
el orientalizante e ibérico del interior peninsular, será sustituido por el de
la inhumación hacia el s. VI a.C. en las necrópolis púnicas de la costa
(Villaricos, Velilla, Puente de Noy, Jardín, Cádiz, Isla Palomas de Tarifa).
Con el nuevo rito de las necrópolis fenicias los cadáveres
se incineran en «ustrinum» o quemadero común y raramente en la misma tumba de
fosa («bustum»), como sucede en Cádiz (fig. 52) y en ciertas necrópolis
orientalizantes.
Incinerado el cadáver, las cenizas y fragmentos óseos
quemados son recogidos, cuidadosamente lavados e introducidos en urnas
cinerarias de cerámica (Lagos 1-B, Trayamar 1 y 3, Cortijo de Montáñez (?), Las
Cumbres 1, Tavira) o de alabastro (Laurita, Adra, Lagos 1 A, Trayamar 1 y 2,
Cerro del Mar, Cortijo de Montáñez o Cádiz) o depositadas las cenizas en un
cesto o tejido (Laurita 19 B, Trayamar 4, Las Cumbres 1, Cádiz, Jardín). El
enterramiento individual predomina en Laurita, donde raramente es doble en las
tumbas, y en Trayamar donde en ocasiones se dan los dos ritos sucesivos en la
misma tumba.
La necrópolis Laurita se caracteriza por su uniformidad en
cuanto al rito, siempre de incineración en urnas de alabastro, en cuanto al
tipo de tumba de pozo con nicho o sin él y en cuanto a sus ajuares funerarios
cerámicos fenicios de barniz rojo, como oinochoai piriformes , jarros de boca
de seta, platos y lucernas y en cuanto a otros elementos de adornos personales,
escarabeos, huevos de avestruz pintados, siendo excepcionales los kotylai
protocorintios de la tumba 19 B.
TIPOLOGÍA DE LAS TUMBAS FENICIAS EN IBERIA
Laurita es la única necrópolis fenicia arcaica del
Mediterráneo en la que todas las tumbas son de pozo con incineraciones en urnas
de alabastro, sustituidas hacia el 600 a.C. por la gran tumba E-1, de
inhumación individual en cámara de pozo de la próxima necrópolis de Puente de
Noy.
Las necrópolis fenicias arcaicas de Lagos, Trayamar, Cerro
del Mar, Faldas del Peñón y Tavira se han relacionado con Laurita, al ser
consideradas sus tumbas como de pozo erróneamente.
En la necrópolis de Lagos (M.ª E. Aubet y otros,
1991), situada a unos 1.800 m al E. del establecimiento fenicio de Chorreras,
en la ladera SE. del Cerro de la Molineta, en la cañada de Miguel García, se
descubrieron dos tumbas, que conservaban solamente los nichos donde se
depositaron las urnas cinerarias.
En la necrópolis de Trayamar, correspondiente al
próximo poblado fenicio del Morro de Mezquitilla, habían aparecido, según los
obreros, en la zona de las tumbas de cámara varios pozos, posibles tumbas de
fosa u hoyo, análogas a las del Cerro del Mar.
En el Cerro del Mar, situado frente y separado de Los
Toscanos por el río Vélez, H.G. Niemeyer (1979) excavó un sector de 350 .Esta
necrópolis destruida parece que debió identificarse con la de «La Casa de la
Viña», de donde proceden un jarro de boca de seta, una oinochoe piriforme y
cuatro urnas de alabastro indudablemente funerarias, aparte de varios
fragmentos de grandes vasos de alabastro hallados en prospecciones.
En las faldas del Peñón, junto y al W. de Toscanos,
parece que se emplazó otra necrópolis, destruida, donde fue excavada una tumba
de pozo con fragmentos de alabastro, de platos, de lucernas de barniz rojo,
proviniendo probablemente de esta necrópolis el famoso timiaterio fenicio de
bronce.
En Tavira (Portugal), recientemente se ha localizado
una necrópolis fenicia de incineración en urna, que, según sus materiales y el
tipo de tumbas de cámara, se fecharía hacia el 600 a.C.
La tipología de las tumbas de la necrópolis del Cortijo
de Montáñez, excavada en el s. XIX, nos es desconocida, y los
cuatro vasos de alabastro recientemente localizados en Cádiz quizás
correspondan a urnas cinerarias arcaicas del s. VIII a.C.
viernes, 16 de diciembre de 2011
FENICIOS EN EL MEDITERRANEO
El fenómeno de la colonización fenicia no es fácil de analizar,
comúnmente se ha pensado en una de expansión colonial en la que se
fundarían, más que colonias, pequeñas factorías comerciales destinadas
al comercio con los indígenas y a la explotación de las zonas ricas en
recursos. Con esto se buscaba contraponer esta expansión fenicia con el
proceso de colonización griega que se caracterizaba por ser una
expansión motivada bien por el exceso demográfico en la metrópoli, bien
por tensiones sociales, y destinada a la apropiación de territorio para
su puesta en explotación. Sin embargo, esto es simplificar el problema,
la expansión fenicia es un proceso complejo y costoso que sólo pudo ser
realizado por un estado fuerte y en plenitud de sus facultades
económicas y que se caracterizó por su heterogeneidad. Así, no todos los
asentamientos se fundaron por el mismo motivo; mientras que Gadir
servía para abastecerse de metales mediante su conexión con las rutas
atlánticas que funcionaban desde hacía siglos (no olvidemos que se
encontraba justo enfrente del núcleo principal de la cultura tartésica),
Ibiza, por ejemplo, demuestra tanto el interés por controlar la
navegación hacia Occidente -Ibiza constituye una escala fundamental en
el viaje desde Oriente-, como la voluntad de llegar a los mercados
indígenas del Este y Norte de la Península.
En este trabajo, se intentarán contestar a una serie de preguntas relacionadas con el proceso colonial. En primer lugar, ¿Por qué?, es decir, se analizarán las posibles causas que impulsaron a los fenicios ha llevar a cabo una empresa tan compleja y arriesgada. Seguidamente se analizará el ¿cómo? de la expansión, es decir, las condiciones medioambientales y técnicas bajo las cuales se realizó dicha expansión y de que manera estas la condicionaron. En tercer lugar, se expondrán una serie de aspectos generales de la colonización como son las relaciones con la metrópoli y los indígenas o el urbanismo de las colonias más relevantes. Para finalizar, se intentará responder al ¿Donde? o lo que es lo mismo, se expondrán de forma ordenada los asentamientos semitas más importantes identificados hasta el momento por todo el mediterránea.
En este trabajo, se intentarán contestar a una serie de preguntas relacionadas con el proceso colonial. En primer lugar, ¿Por qué?, es decir, se analizarán las posibles causas que impulsaron a los fenicios ha llevar a cabo una empresa tan compleja y arriesgada. Seguidamente se analizará el ¿cómo? de la expansión, es decir, las condiciones medioambientales y técnicas bajo las cuales se realizó dicha expansión y de que manera estas la condicionaron. En tercer lugar, se expondrán una serie de aspectos generales de la colonización como son las relaciones con la metrópoli y los indígenas o el urbanismo de las colonias más relevantes. Para finalizar, se intentará responder al ¿Donde? o lo que es lo mismo, se expondrán de forma ordenada los asentamientos semitas más importantes identificados hasta el momento por todo el mediterránea.
El arte fenicio toma el Instituto del Mundo Árabe de París
Medio
millar de obras procedentes de unos setenta museos de todo el mundo
configuran en el Instituto del Mundo Árabe de París la primera
exposición dedicada a los fenicios en sus casi diez años de historia.
"El Mediterráneo de los Fenicios. De Tiro a Cartago" repasa un milenio de historia de un pueblo emprendedor y navegante que impregnó los mares de la antigüedad con sus costumbres comerciantes y que dejaron huella en diferentes civilizaciones.
Objetos procedentes del emplazamiento originario de los fenicios, en el actual Líbano, pero también de las costas sicilianas, del norte de África y del levante español, sin olvidar las islas mediterráneas, configuran la muestra que estará abierta hasta el próximo 20 de abril.
"El Mediterráneo de los Fenicios. De Tiro a Cartago" repasa un milenio de historia de un pueblo emprendedor y navegante que impregnó los mares de la antigüedad con sus costumbres comerciantes y que dejaron huella en diferentes civilizaciones.
Objetos procedentes del emplazamiento originario de los fenicios, en el actual Líbano, pero también de las costas sicilianas, del norte de África y del levante español, sin olvidar las islas mediterráneas, configuran la muestra que estará abierta hasta el próximo 20 de abril.
Considerados por el
historiador romano Plinio el Viejo como los inventores del alfabeto
latino, los fenicios dejaron una profunda huella sin haber sido en
ningún momento un pueblo conquistador.
Quizá por eso hay que remontarse a 1988 para encontrar otra exposición sobre ellos, protagonistas ese año de una amplia muestra en Venecia.
"Crearon fuertes lazos entre poblaciones gracias a esta movilidad que tuvieron por todo el Mediterráneo, esa mezcolanza de ideas que fue muy moderna en la época", asegura la comisaria de la exposición, Elisabeth Fontan.
Quizá por eso hay que remontarse a 1988 para encontrar otra exposición sobre ellos, protagonistas ese año de una amplia muestra en Venecia.
"Crearon fuertes lazos entre poblaciones gracias a esta movilidad que tuvieron por todo el Mediterráneo, esa mezcolanza de ideas que fue muy moderna en la época", asegura la comisaria de la exposición, Elisabeth Fontan.
Pese a su prolijo comercio, a su profusa
fundación de colonias con fines comerciales y a los vestigios que
dejaron, los fenicios son un pueblo poco conocido, asegura Fontan, que
recuerda que el nombre bajo el que se les agrupa les fue puesto por los
otros pueblos.
Ellos se definían como habitantes de Tiro, de Biblos o de Sidón, ciudades independientes entre sí, próximas geográficamente y cuna de la cultura fenicia.
Ellos se definían como habitantes de Tiro, de Biblos o de Sidón, ciudades independientes entre sí, próximas geográficamente y cuna de la cultura fenicia.
Tras abordar el porqué de la colonización fenicia se impone ahora, sin
duda, exponer una breve visión del como de esa expansión. Así pues, en
las líneas que siguen, vamos a intentar mostrar bajo que
condicionamientos, tanto naturales (vientos y corrientes), como técnicos
(naves y sistemas de navegación), se realizó esa expansión por el
Mediterráneo y de que manera influyeron en el proceso que denominamos
colonización fenicia.
De todos es conocido que los fenicios eran considerados en la antigüedad como un pueblo diestro en todas las actividades relacionadas con el medio acuático. Homero, Heródoto, Estrabón Plinio, etc... aplican a los fenicios y a sus herederos cartagineses todo tipo de calificativos sobre su habilidad de navegantes, de constructores de embarcaciones, de conocedores del mar y de todo lo que este podía ofrecer12. Este dominio del mar por parte de los fenicios, junto a las condiciones de la navegación en la antigüedad, lleva a Aubet a sospechar que la navegación jugó un papel importante en la organización, forma y articulación de la presencia fenicia en Occidente (13).
Así, aunque los sistemas y técnica de navegación y las condiciones naturales no fueron los únicos factores que influyeron en la elección de los lugares de asentamiento, sí que condicionaron esta elección de manera relativamente importante. Veamos pues, de que manera influyeron estos condicionamientos en el establecimiento de una red de asentamientos fenicios en Occidente.
-Los condicionamientos técnicos: técnicas, sistemas de navegación y tipología de las naves utilizadas en la expansión y consolidación de la presencia fenicia en las colonias-
Las fuentes clásicas nos hablan de la superioridad fenicia en el mar durante la antigüedad. Pero, ¿De que medios técnicos disponían los fenicios cuando llevaron a cabo su expansión?.
Por lo que respecta a las técnicas de navegación, sabemos que los fenicios practicaron tanto la navegación de cabotaje como la navegación de altura, es decir, eran capaces de navegar de noche y en mar abierto. Antiguamente se creyó que los fenicios sólo navegaban por el día y paraban a pernoctar en la costa, incluso algunos investigadores intentaron justificar esta hipótesis apuntando que los trayectos cortos de las embarcaciones fenicias se correspondían con las distancias existentes entre las colonias que podemos documentar en el Mediterráneo. Todo esto llevaba a pensar que la expansión fenicia se realizó mediante una navegación diurna de cabotaje. Hoy en día esta hipótesis es muy discutida. En primer lugar porque se aprecia que los enclaves no responden a esa necesidad de reposar durante la noche, ya que si esto fuera así, no existirían zonas sin presencia fenicia que de hecho existen y los fenicios no hubieran pisado zonas que sí pisaron. En segundo lugar, este sistema de cabotaje es demasiado peligroso ya que obliga a navegar demasiado cerca de la costa de día y a fondear por la noche en lugares desconocidos con los peligros que ello supone. De este modo la navegación de cabotaje sería adecuada para un tráfico local, pero nunca para un viaje a larga distancia como fue la colonización fenicia (14).
A las razones esgrimidas anteriormente habría que unir el hecho probado del conocimiento, por parte de los fenicios, de la navegación nocturna y de altura. Ya durante los siglos VIII y VII a. C. la tenemos documentada. Para que esta sea posible es necesario la existencia de algún punto de referencia que haga que el rumbo no se pierda. Las estrellas, en especial la Polar, es el punto de referencia utilizado normalmente. Plinio indica que los fenicios habían aplicado a la orientación los conocimientos astronómicos de los caldeos; prueba de ello es que la estrella Polar pasara a llamarse estrella Fenicia (15) y que la constelación de la Osa mayor se conociera en el mundo clásico como Phoiniké (16).
Pero al hecho de que los fenicios conociesen los sistemas de orientación nocturna que les permitían navegar de noche -por lo tanto sin necesidad de escalas-, se une otro argumento que hace que la hipótesis de que los fenicios realizaron su expansión utilizando una navegación de altura pase a ser una realidad. Este argumento es hecho de que en el Mediterráneo la tierra se pierde de vista en muy pocas ocasiones aunque se navegue muy alejado de la costa, sólo en la costa africana desde el sur de Túnez al Sinaí y también entre las Baleares y las islas de Córcega y Cerdeña se pierde de vista la costa.
De todo lo expuesto hasta el momento se puede deducir sin ningún género de dudas que los fenicios realizaron su expansión valiéndose de una navegación de altura gracias a la amplia visibilidad de la costa propia del mediterráneo, así como su como conocimiento de las estrellas.
De todos es conocido que los fenicios eran considerados en la antigüedad como un pueblo diestro en todas las actividades relacionadas con el medio acuático. Homero, Heródoto, Estrabón Plinio, etc... aplican a los fenicios y a sus herederos cartagineses todo tipo de calificativos sobre su habilidad de navegantes, de constructores de embarcaciones, de conocedores del mar y de todo lo que este podía ofrecer12. Este dominio del mar por parte de los fenicios, junto a las condiciones de la navegación en la antigüedad, lleva a Aubet a sospechar que la navegación jugó un papel importante en la organización, forma y articulación de la presencia fenicia en Occidente (13).
Así, aunque los sistemas y técnica de navegación y las condiciones naturales no fueron los únicos factores que influyeron en la elección de los lugares de asentamiento, sí que condicionaron esta elección de manera relativamente importante. Veamos pues, de que manera influyeron estos condicionamientos en el establecimiento de una red de asentamientos fenicios en Occidente.
-Los condicionamientos técnicos: técnicas, sistemas de navegación y tipología de las naves utilizadas en la expansión y consolidación de la presencia fenicia en las colonias-
Las fuentes clásicas nos hablan de la superioridad fenicia en el mar durante la antigüedad. Pero, ¿De que medios técnicos disponían los fenicios cuando llevaron a cabo su expansión?.
Por lo que respecta a las técnicas de navegación, sabemos que los fenicios practicaron tanto la navegación de cabotaje como la navegación de altura, es decir, eran capaces de navegar de noche y en mar abierto. Antiguamente se creyó que los fenicios sólo navegaban por el día y paraban a pernoctar en la costa, incluso algunos investigadores intentaron justificar esta hipótesis apuntando que los trayectos cortos de las embarcaciones fenicias se correspondían con las distancias existentes entre las colonias que podemos documentar en el Mediterráneo. Todo esto llevaba a pensar que la expansión fenicia se realizó mediante una navegación diurna de cabotaje. Hoy en día esta hipótesis es muy discutida. En primer lugar porque se aprecia que los enclaves no responden a esa necesidad de reposar durante la noche, ya que si esto fuera así, no existirían zonas sin presencia fenicia que de hecho existen y los fenicios no hubieran pisado zonas que sí pisaron. En segundo lugar, este sistema de cabotaje es demasiado peligroso ya que obliga a navegar demasiado cerca de la costa de día y a fondear por la noche en lugares desconocidos con los peligros que ello supone. De este modo la navegación de cabotaje sería adecuada para un tráfico local, pero nunca para un viaje a larga distancia como fue la colonización fenicia (14).
A las razones esgrimidas anteriormente habría que unir el hecho probado del conocimiento, por parte de los fenicios, de la navegación nocturna y de altura. Ya durante los siglos VIII y VII a. C. la tenemos documentada. Para que esta sea posible es necesario la existencia de algún punto de referencia que haga que el rumbo no se pierda. Las estrellas, en especial la Polar, es el punto de referencia utilizado normalmente. Plinio indica que los fenicios habían aplicado a la orientación los conocimientos astronómicos de los caldeos; prueba de ello es que la estrella Polar pasara a llamarse estrella Fenicia (15) y que la constelación de la Osa mayor se conociera en el mundo clásico como Phoiniké (16).
Pero al hecho de que los fenicios conociesen los sistemas de orientación nocturna que les permitían navegar de noche -por lo tanto sin necesidad de escalas-, se une otro argumento que hace que la hipótesis de que los fenicios realizaron su expansión utilizando una navegación de altura pase a ser una realidad. Este argumento es hecho de que en el Mediterráneo la tierra se pierde de vista en muy pocas ocasiones aunque se navegue muy alejado de la costa, sólo en la costa africana desde el sur de Túnez al Sinaí y también entre las Baleares y las islas de Córcega y Cerdeña se pierde de vista la costa.
De todo lo expuesto hasta el momento se puede deducir sin ningún género de dudas que los fenicios realizaron su expansión valiéndose de una navegación de altura gracias a la amplia visibilidad de la costa propia del mediterráneo, así como su como conocimiento de las estrellas.
LOS ESCLAVOS IERODULES
En la antigua Grecia y
Anatolia , un Ierodul o una ierodula, del Grigo ἱερόδουλη
(ἱερόν "templo" + δούλη "esclava"), era un esclavo de los
templos dedicados a los dioses, a menudo con la connotación de la prostitución
sagrada.
La prostitución sagrada es una práctica muy antigua de la
que hay pocas trazas en el occidente, solamente en la ciudad griega de Corinto
y las ciudades canaanítas de la costa levantina.
Era una práctica en boga en las
civilizaciones antiguas, en especial los del Este y Medio Oriente (babilonios,
asirios y fenicios), pero hay reclamos en Grecia (Corinto. Cf Estrabón,
Geografía, VIII, 378) y en otros lugares (en . Erice véase Cicerón, en
Caecilium oratio, 55): después de todo, la palabra significaba corintithein
grecoantico "que frecuentan prostitutas." Originalmente la prostitución sagrada se encuentra en Babilonia, cercano
el tercer milenio a.J.C. como una de las formas de culto a Ishtar, quien es la
misma Innana sumeria con atributos diferentes.
La razón principal que dio a luz y
el impulso a la práctica de la prostitución sagrada fue un intento de almacenar
la energía vital en el templo, el sacerdote (a veces el mismo creyente) se unió
carnalmente a la sacerdotisa, la celebración de su unión con una ceremonia de
glorificar diosa de la fertilidad (Ishtar, Astarté, Afrodita, y otros) con el
fin de propiciar la fertilidad de las mujeres en la comunidad, e indirectamente
con él, la prosperidad económica de la comunidad. Los rituales de apareamiento
de los sagrados misterios se celebraban generalmente en el pago de una donación
(que es por eso que hablamos de la prostitución): la prostitución sagrada, dijo
ierodule, pero enriquecida, no como era todo lo que se ofrece con el tesoro
acumulado del templo.
La prostitución sagrada también se
menciona en la Biblia (Deuteronomio 23, 18-19), donde se establece la
prohibición para los hombres y las mujeres de Israel a tomar parte en esta
práctica.
Simbólica recreación de una hierogamia (matrimonio) y la unión de la humanidad con la divinidad, era un rito de fertilidad que se practicaba en relación con un templo. Los protagonistas eran a menudo vírgenes jóvenes de buenas familias, o incluso los esclavos, o sacerdotisas de templo, que en la mayoría de los casos se unieron a los orígenes extranjeros.
Simbólica recreación de una hierogamia (matrimonio) y la unión de la humanidad con la divinidad, era un rito de fertilidad que se practicaba en relación con un templo. Los protagonistas eran a menudo vírgenes jóvenes de buenas familias, o incluso los esclavos, o sacerdotisas de templo, que en la mayoría de los casos se unieron a los orígenes extranjeros.
Las características del encargo que asumió en los diferentes lugares
donde se practica de muchas maneras en
lugares oscuros, como Fenicia, Corinto, Erice, en Sicilia y Locri.
Una descripción detallada de cómo
la prostitución sagrada, es registrado por Herodoto acerca de los usos de los
babilonios, que, excepto en particular, no debe diferir mucho de las de otras
religiones ", la mujer tiene que entrar en el santuario de Afrodita vez en
la vida y unirse a a un hombre extranjero (...) En el santuario de Afrodita
poner un montón de mujeres que se sientan con una corona de cuerda alrededor de
la cabeza, son cada uno, son los otros. Los extranjeros que elegir. Cuando una
mujer ha vuelto a casa, donde sólo se puede cuando uno de los flujos de capital
extranjero en el útero y se ha unido a ella fuera del templo Tirar dinero que
tiene que decir estas palabras:.. "Yo invoco a la diosa Milita" Los
asirios llaman Afrodita Milita hecho (...) La mujer después de la primera vez
que ha tirado el dinero y no rechazar (...) Aquellos que están bien parecido
antes de tiempo si se van, mientras que los que quedan están mal desde hace
mucho tiempo, incapaz de cumplir con la ley, y algunos de ellos siguen siendo
por un período de dos, tres o cuatro años. En algunas ciudades de Chipre no es
una costumbre similar a esto "(Herodoto, 1199). (Véase también el
Diccionario de mitología griega y romana)
En su
forma de Ishtar, la diosa de la cultura sumeria se convierte en la diosa de la
belleza y la sensualidad babilónica, a la que agradaban los actos de amor
carnal y que para asegurar su veneración y culto se consagraban vírgenes al
servicio del templo, dedicándolas a la prostitución sagrada, es decir a
la prostitución selectiva y puntual, cuyo provento se dedicaba exclusivamente
al servicio del templo. En el gran templo de Ishtar en Babilonia, el E-ana,
cercano al Gran Esagifa, moraban las sacerdotisas que se dedican al servicio de
la diosa, es decir a efectuar actos de fornicación con los que pagan el precio
del rito que se entera en la caja del Templo. Las sacerdotisas tienen horarios
fijos de culto, no aceptan sino a aquél que ha pagado el precio a la Diosa y no
aceptan desviaciones del acto sencillo y directo. Están reputadas como religiosas
y se les acuerda un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su
templo. Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer acto
sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro del templo en la
forma de un rito, similar al de las sacerdotisas regulares del templo. Sobre
esta forma de veneración carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias,
se tienen modelos de arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto
femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los depósitos de
los templos y algunas referencias en Heródoto y Diodoro Sículo y luego en
Luciano, las cuales fueron repetidas por otros escritores posteriores en sus
obras históricas y costumbristas. Los escritores
clásicos son los únicos que describen este culto de forma objetiva, ya que en
la Biblia encontramos numerosas referencias a los actos "abominables”
de las canaanitas, como adoradores de una diosa lasciva de origen babilónico,
pero ninguna descriptiva. Ishtar es la diosa del panteón sumero-acádico que se
equipara a la Astarté canaanea y a la Afrodita griega. El origen del nombre es
incierto, tenemos la palabra acadia Ishtarati que significa diosas. La palabra
“diosas” escrito ideográficamente en sumerio significa Innana, que puede
derivar de Ninanna “Dama del Cielo”; escrito silábicamente en acadio deriva de
la forma Esh-tar, que probablemente significó “Dama de las Batallas”. La
Innana/Ishtar babilonia tiene tres diferentes mitos y tres formas distintas de
reinado divino, en las que se presenta en un aspecto diferente. El primero de
ellos es el que interesa particularmente porque es el aspecto de divinidad de
amor carnal, divinidad sensual, concernida especialmente con el sexo
extramarital. Los otros dos son el aspecto marcial como Señora de las Batallas
y el otro aspecto es el planetario-celeste asociada con Venus, la estrella de
la tarde.
En
su aspecto de divinidad amorosa Innana/Ishtar es la protectora de las
prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían
connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne
que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas,
pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa. “Una prostituta
compasiva soy”, dice Ishtar. Innana/Ishtar no es una diosa del matrimonio, ni
es una diosa madre. El matrimonio sagrado o la sacra hierogamia que se
representaba todos los años en el templo babilónico no tiene un implicación
moral ni es modelo de matrimonios terrestres, es un rito de fertilidad
altamente estilizado con tonos litúrgicos.
El
primer escritor que describe el sexo ritual o la prostitución ritual es
Heródoto en el siglo V a.J.C. , en sus “Historias” cuando describe el centro
religioso de la gran ciudad de Babilonia, ya venida a menos y anota las
costumbres poco usuales para un griego. Luciano en el siglo II, a.J.C., también
describe el mismo rito, pero esta vez en la ciudad de Biblos en el Líbano, en
un templo de Astarté. Las descripciones de actividades sexuales son comunes en
los glifos y relieves de los siglos del período dinástico temprano, con
posiciones eminentemente simples, durante el período dinástico acadio tenemos
que estas escenas tienen lugar en una cama con las patas en la forma de patas
de leones, con varias otras figuras como testigos en una especie de banquete
por lo que se deduce que debe tratarse no de un acto privado sino del
matrimonio sagrado (hierogamia sacra). Del principio del II milenio hay placas
de terracota cocida que representan escenas de actividades sexuales y otros que
representan órganos genitales femeninos y masculinos que deben ser amuletos.
Durante el período asirio se representa el acto sexual, con la mujer siempre
recostada en un altar, en los relieves y plaquetas, estas figuras deben
representar no la hierogamia sacra sino otra forma de adoración sexual,
probablemente lo que se ha llamado prostitución sagrada. Muchas de estas
plaquetas y figurillas se han encontrado en el Templo de Assur, claro indicio
del carácter sagrado del acto sexual que rapresentan.
Siendo
tal vez derivado de la figura de Diosa Madre, al mismo tiempo generadora y
nutricia, es decir que se ocupa del bienestar físico def hombre y de un
bienestar más sutil aún, el bienestar psíquico. lshiar fue llamada la
“Protectora de las Prostitutas” Hac. Har, raíz de los vocablos, “hourí”,
“hora”, “hetaera” y “harlot”, además de “harem”. Los atributos de Afrodita
derivan de su nombre, cuya raíz es aphrodis , la consumación gozosa de la sexualidad,
el acto carnal. En la “Odisea” su nombre se usa en este sentido aunque es muy
raro encontrar referencias a esta diosa en la época Micénica. En su viaje al
oeste, el concepto de la diosa Ishtar/Astarté, divinidad sexual, celeste y
maternal al mismo tiempo, el primer paso en la ruta es la isla de Chipre, el
sitio de Paphos. En la “Teogonía” de Hesíodo Afrodita nace de la espuma del mar
y toma tierra en Chipre, en Paphos. Esa espuma, dicho sea de paso, fue formada
por el choque de los órganos de sexuales de Uranos que Cronos cortó con una hoz
y arrojó al mar. De Chipre a Citerea es un corto trecho y de allí a Corinto,
otro. (ver el mapa) La ciudad del istmo tuvo conexiones marítimas con todos los
puntos del Egeo, además de con muchos de Levante y por supuesto con la isla del
cobre, Chípre, durante casi todo el I milenio a.J.C. Las “jóvenes complacientes
y hospitalarias” que describe Píndaro, en el período de las Guerras Médicas,
son devotas de la Aphrodita Pandemos. El culto a la Afrodita corintia en la forma
de prostitución ritual debió haber continuado hasta tiempos romanos según
escritos romanos que cuentan sus experiencias en templos corintios, antes de la
destrucción de la ciudad en el 146 a.J.C. La Biblia habla de las “abominaciones
canaanitas”, en términos de prácticas sexuales ofensivas porque eran efectuadas
en honor a dioses locales, pero no habla de la practica, extendida y
confirmada, de la prostitución sagrada en Babilonia en honor a la diosa Ishtar,
la misma Astarté o Ashtoret canaanita, sino en términos muy vagos y menos
condenatorias que a su contraparte canaanita. Una cierta repulsión o un
inconsciente deseo de obviar esta práctica ha influenciado para que no se haya
escrito una verdadera investigación seria del tema, que tiene ramificaciones sorprendentes
en el campo de los estudios religiosos.
Esta práctica se menciona ya en la Epopeya de Gilgamesh, que data de 7000
años a. C. aunque probablemente proceda de una más antigua tradición oral. Allí
se explica como éste héroe envía a una de las prostitutas sagradas del templo
de Isthar (conocidas como doncellas de gozo), para que haga el amor con el
salvaje Enkidu hasta lograr que éste venza su lado más instintivo y conecte con
su espiritualidad. Allí se describe cuál era la función de estas mujeres:
iniciar, iluminar y transmutar, llevando al hombre a un umbral superior de
conciencia. Como explica Qualls, «era virgen en el sentido original de la
palabra: una persona de profunda integridad que recibía a los extranjeros de un
modo radiante y sensual. Su razón de ser era conducir a la Diosa del Amor hacia
el contacto directo con la humanidad».
La última referencia a la prostitución sacra que conocemos es de Enheduanna (2300 a. C.), la primera historiadora cuyo nombre y escritos se han preservado, que era sacerdotisa de la diosa de la Luna e hija de Sargón de Agade, cuyo reino se extendía desde el Mediterráneo hasta Persia.
Pero en tiempos de Jesús seguían existiendo mujeres que iniciaban en el sexo sagrado (hierodulas), a las que los profanos calificaban despectivamente como prostitutas. Es llamativo que los primeros Padres de la Iglesia llamasen prostitutas a mujeres que luego santificaron, como Magdalena o María Egipciaca, y a herejes como la compañera de Simón el Mago, el primer cristiano gnóstico que menciona el Nuevo Testamento.
Pese a lo que sugiere Brown, el Hieros Gamos no era nada parecido a una orgía sexual comunitaria. Se realizaba en un recinto sagrado, y en él participaban tan sólo la sacerdotisa, el rey (o iniciado) y la Divinidad. Si bien en ciertos días de primavera, simultáneamente a ese rito privado, el pueblo participaba en ritos sexuales colectivos que contribuían a la regeneración de la tierra y la vegetación, éstos siempre se celebraban fuera del templo.
Según Brown, este rito «no tiene nada que ver con el erotismo; se trataba de un acto espiritual». Por el contrario, al ser un acto mágico cuya intención era abrir una puerta hacia la divinidad, para conseguirlo tenían que generarse una pasión y un fuego sagrados, que debían ser canalizados. Y éstos, obviamente están conectados con el principio de Eros, que representa el impulso de vida y regeneración.
«Desde los días de Isis, los ritos sexuales se consideraban los únicos puentes que tenía el hombre para dejar la Tierra y alcanzar el cielo», asegura Langdon. Pero desde las antiquísimas prácticas chamánicas hasta hoy han existido muchas formas de acceder a planos superiores. Si bien es cierto que los iniciados siempre han considerado la utilización sacramental de la sexualidad como la vía más rápida, y esto no sólo desde los Misterios de Isis sino en los previos de Isthar y otros más antiguos.
La última referencia a la prostitución sacra que conocemos es de Enheduanna (2300 a. C.), la primera historiadora cuyo nombre y escritos se han preservado, que era sacerdotisa de la diosa de la Luna e hija de Sargón de Agade, cuyo reino se extendía desde el Mediterráneo hasta Persia.
Pero en tiempos de Jesús seguían existiendo mujeres que iniciaban en el sexo sagrado (hierodulas), a las que los profanos calificaban despectivamente como prostitutas. Es llamativo que los primeros Padres de la Iglesia llamasen prostitutas a mujeres que luego santificaron, como Magdalena o María Egipciaca, y a herejes como la compañera de Simón el Mago, el primer cristiano gnóstico que menciona el Nuevo Testamento.
Pese a lo que sugiere Brown, el Hieros Gamos no era nada parecido a una orgía sexual comunitaria. Se realizaba en un recinto sagrado, y en él participaban tan sólo la sacerdotisa, el rey (o iniciado) y la Divinidad. Si bien en ciertos días de primavera, simultáneamente a ese rito privado, el pueblo participaba en ritos sexuales colectivos que contribuían a la regeneración de la tierra y la vegetación, éstos siempre se celebraban fuera del templo.
Según Brown, este rito «no tiene nada que ver con el erotismo; se trataba de un acto espiritual». Por el contrario, al ser un acto mágico cuya intención era abrir una puerta hacia la divinidad, para conseguirlo tenían que generarse una pasión y un fuego sagrados, que debían ser canalizados. Y éstos, obviamente están conectados con el principio de Eros, que representa el impulso de vida y regeneración.
«Desde los días de Isis, los ritos sexuales se consideraban los únicos puentes que tenía el hombre para dejar la Tierra y alcanzar el cielo», asegura Langdon. Pero desde las antiquísimas prácticas chamánicas hasta hoy han existido muchas formas de acceder a planos superiores. Si bien es cierto que los iniciados siempre han considerado la utilización sacramental de la sexualidad como la vía más rápida, y esto no sólo desde los Misterios de Isis sino en los previos de Isthar y otros más antiguos.
«La tradición hebrea primitiva
–prosigue Langdon– incluía ritos sexuales, y en el Templo… Los hombres que
buscaban la plenitud sexual acudían al templo a visitar a las sacerdotisas o
hierodulas, con las que hacían el amor y experimentaban lo divino a través de
la unión carnal». Aunque los críticos se escandalizan ante la primera
afirmación, este es un hecho reconocido aún por expertos católicos, aunque
sostienen que los sacerdotes judíos lo hacían para obtener dinero para el
Templo… Por lo demás –en antiguos cultos– las mujeres, al ser iniciadas en los
Misterios de la Gran Diosa, consumaban este rito con un sacerdote; como explica
la psicoanalista Esther Harding entregaban allí su virginidad, no como un
sacrificio sino como un acto de liberación para no pertenecer a nadie y ser
dueñas de ellas mismas, una idea que resulta incomprensible para cualquier
crítico de mentalidad machista.
Según Langdon, más de diez sociedades secretas en todo el mundo –muchas de ellas bastante influyentes– siguen practicando ritos sexuales y mantienen vivas las antiguas tradiciones. En realidad, la canalización de la energía sexual forma parte de la alquimia interna y de las prácticas más poderosas mantenidas en secreto por infinidad de grupos, desde los egipcios y los taoístas hasta hoy.
Según Langdon, más de diez sociedades secretas en todo el mundo –muchas de ellas bastante influyentes– siguen practicando ritos sexuales y mantienen vivas las antiguas tradiciones. En realidad, la canalización de la energía sexual forma parte de la alquimia interna y de las prácticas más poderosas mantenidas en secreto por infinidad de grupos, desde los egipcios y los taoístas hasta hoy.
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