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viernes, 6 de enero de 2012

EL CORTIJO DE MONTAÑEZ

Necrópolis fenicia situada en la Vega de Málaga en el Valle del Guadalhorce, a unos escaso kilómetros de la necrópolis del Cerro del Villar, en la que se han encontrado varias urnas  o vasos de alabastro de carácter egipcio, de los que solo se conserva uno en la actualidad. Tienen su paralelismo en las necrópolis de Trayamar, Almuñecar y Lagos.
Cronológicamente vemos que se trata de un cementerio del siglo VIII al VI a de C.
La existencia de una tumba de cámara fenicia en la vega del Guadalhorce (cf. Almagro Gorbea 1782: 251) precisaría de una confirmación más rigurosa, para no dar lugar a algunas afirmaciones un tanto temerarias, como las que aseguran la presencia en la zona de una necrópolis de tumbas de cámara al estilo de la de Trayamar.
 
Entre los hallazgos más importantes cabe  destacar cinco ánforas, un pithos de cuatro asas, dos ánforas en forma de alabastrón, una urna globular con engobe rojo y pintada, una urna de tipi "Cruz del Negro", un jarro de boca de seta, dos jarros de boca trilobulada y una lucerna de dos mechas.
Se han descubierto a unos setecientos pasos del mar unas vasijas grandes con restos humanos calcinados, que se presentaban agrupadas cada una con otras dos más pequeñas, de distancia en distancia, formando una especie de cementerio.
En cualquier caso, se trata de un conjunto bastante heterogéneo de cerámicas, cuyas pastas y tratamiento son análogas a las de las cerámicas fenicias del Cerro del Villar. Tanto las arcillas como el tipo de desgrasante y las formas apuntan, por otra parte, a la producción característica del Guadalhorce en un momento avanzado de la época fenicia.
Las cerámicas del Cortijo de Montañez corresponden a múltiples formas, todas ellas pertenecientes al grupo de la cerámica fenicia. Difieren de ésta en algunos detalles y ofrecen unas morfologias poco comunes que, en algún caso, reflejan relaciones con el hinterland tartésico. La mayor parte de 10s paralelos cronológicos se inscribe a finales del siglo VI1 y en el siglo VI. En lo que concierne al aspecto "provincial" de los hallazgos, hay que advertir que apenas se conocen formas enteras de ánforas del siglo VI, por lo que cabe la posibilidad que las formas normales parezcan tipos poco comunes.


De acuerdo con los paralelos mencionados de Trayamar, Cruz del Negro, Huelva y Rachgoun, todos los recipientes de gran tamaño pudieron haber servido de contenedores cinerarios, si bien, y a excepción del jarro y la lucerna, estos apenas proporcionan indicios acerca del contenido y ajuares funerarios de estas sepulturas. Por lo demás, resulta imposible verificar entre estos materiales la noticia de Rodríguez de Berlanga, según la cual las sepulturas de Montañez estuvieron formadas por dos recipientes apoyados sobre un ánfora cineraria central.
En líneas generales, puede decirse que, tanto algunas formas como el pithos, como el tratamiento de superficie -engobe rojo muy compacto y decoración de líneas pintadas de calidad- que caracteriza a estas cerámicas, son idénticos a los que encontramos en la cerámica de finales del siglo VII y principios del VI en el asentamiento fenicio del Cerro del Villar.
En cuanto a la cronología, todos los materiales apuntan al siglo VI para la datación del conjunto de cerámicas del Cortijo de Montañez. El jarro de boca de seta y la lucerna constituyen claros elementos del ajuar funerario de las necrópolis fenicias. En cuanto al jarro y a las ánforas n. 8 y 9, si bien recuerdan formas arcaicas del siglo VIII, corresponden claramente a tipos de finales del siglo Vi1 y principios del Vi, una época que se caracteriza en la morfología de la cerámica fenicia por la reaparición de formas arcaicas. La lucerna confirmaría esta cronología, ya que, en la necrópolis Jardín, la lucerna todavía constituye un elemento del ajuar funerario en el siglo VI a.C.

lunes, 2 de enero de 2012

NECROPOLIS DE LAGOS


Esta necrópolis viene asociada al  yacimiento de las Chorreras.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría  tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
Como todos los emplazamientos fenicios se encuentra sobre una elevación dominando la costa.
. Los fenicios que vivían en este asentamiento aprovechaban los recursos agrícolas, ganaderos, forestales y pesqueros de la región y tenían sus propias industrias de cerámica y textil. También participaban en el comercio mediterráneo de cerámica arcaica etrusca y griega oriental.
  Las tumbas de esta necrópolis serían un nicho-cámara orientado al este, de tendencia circular irregular y unos 45-50 cm de anchura, cuyas dimensiones vienen determinadas por el tamaño de las ánforas que funcionaron como receptáculo de los restos incinerados.
Este tipo de enterramiento es característico de las tumbas fenicias arcaicas (siglos VIII-VII a.C.) en la costa andaluza mediterránea.
Se encuentran fragmentos de un pequeño y excepcional pithos en una de las tumbas.

La vinculación que se establece en los ritos fúnebres de las necrópolis del área de Málaga con las formas que adopta la representación del poder en Oriente la encontramos también en el uso de vasos de alabastro. Estos recipientes fueron utili­zados como elemento de ajuar o como urnas cinerarias en muchas de las ne­crópolis fenicias del litoral mediterráneo como  Lagos y otras. Algunos de estos vasos, que en su origen debieron contener vino y perfumes de alta calidad, son de producción egipcia y excepcional­mente disponen de inscripciones jeroglíficas.

.

Cabe destacar los enterramientos de una elite social elevada que se entierra en las lujosas tumbas de cámara, cuya cronología se data del siglo VII a C.
En las colonias fenicias del área malagueña,  se da el uso de determinadas tecnologías o formas de hacer propias de grupos locales, y determinados vasos de cerámica destinados principalmente a la preparación y cocción de alimentos.
 En estas necrópolis se intenta proteger a los antepasados, existe una clara intención de guardar o esconder a sus muertos en lugares muy próximos y/o recónditos ante el temor de que las tumbas fueran saqueadas, potencialmente por los indígenas. De ello la diferencia con respecto a las necrópolis orientales y la singularidad que nos ofrece estazona, pues los enterramientos se encuentran en un territorio ajeno.
La cultura material de estos asentamientos revela una importante diferencia con respecto a los barrios con población fenicia en los enclaves onubenses: la cultura material ligada a prácticas sociales con una alta visibilidad pública y que es crítica para la construcción de determinadas identidades y jerarquías sociales en las colonias remite prácticamente siempre a modelos fenicios, que pueden ser netamente orientales o reelaboraciones propias de estos ám­bitos occidentales.
Esta utilización de la cultura material manifiesta, por un lado, una clara intención por parte de los residentes de estos enclaves en construir una iden­tidad comunitaria, propia y diferenciada con respecto a la población local que vive en asentamientos no coloniales, y, por otro, la intención de estable­cer unas jerarquías sociales en la colonia que pivotan en torno a identidades de tipo étnico. En estos ámbitos, estas identidades sociales se establecieron, posiblemente, a través de la descendencia, pero principalmente a través del uso de una cultura material que subjetivamente identificaban como «feni­cia», tal y como sugieren los enterramientos.
Varias décadas después del establecimiento de los primeros colonos en esta área, se erigen los primeros cementerios. Los más antiguos, como el de Lagos, datan de finales del siglo VIII a. C. (Aubet et al., 1991), cuando pare­ce consolidarse el proyecto colonial en la zona. Todos los grupos de tumbas se sitúan a cierta distancia de los asentamientos e insinúan que ya a finales del siglo VIII a. C. las colonias se han apropiado de un pequeño territorio que se extiende a su alrededor. Estos cementerios coloniales son siempre agrupaciones de muy pocas tumbas –entre dos y una veintena en el mayor de los casos–, por lo que criterios muy restrictivos (López Castro, 2006: 76-77), posiblemente de descendencia, debieron de definir el enterramiento en estos espacios.
Las gentes según los hallazgos, quizá,  vivían en régimen de población mixta.
En muchas de las necrópolis fenicias y púnicas conocidas a lo largo de las costas hispanas como Lagos,  se ha venido detectando un fenómeno antropológico y social opuesto, pues las tumbas de cámara han sido interpretadas tradicionalmente por los investigadores como principescas o como sepulcros pertenecientes a las clases aristocráticas dirigentes de la empresa comercial fenicia. La escasez de los restos de tumbas de esta categoría y la enorme riqueza de los ajuares encontrados en el interior de las mismas, han hecho pensar que pertenecieron a una clase social elevada.
Una de las dolencias más habituales con las que tenían que lidiar los médicos de la Antigüedad era la artritis, un mal que afectaba a las articulaciones mucho antes de la llegada de Roma a Hispania. Así queda de manifiesto en los restos óseos de un varón de entre 40-50 años de edad que fue enterrado en una de las tumbas fenicias del siglo VIII a. C. ex­cavadas en Lagos.
Las tumbas de lagos y otras confirman el arraigo en la Península ibérica de mercaderes de rango que controlarían las transacciones comerciales entre las colonias occidentales y las ciudades reino-fenicias.

martes, 27 de diciembre de 2011

NECROPOLIS DEL JARDIN

La necrópolis «El Jardín» está enclavada en un cerro situado en la margen derecha del río Vélez, aproximadamente a 2 kilómetros del pueblo de Torre del Mar y a unos 500 m. al interior.

Se estudiaron un total de 101 tumbas, de carácter individual, aunque pudo tener 200 enterramientos o más, y constituye uno de los mayores cementerios fenicios occidentales conocidos.
Los materiales obtenidos en la necrópolis «El Jardín», así como su
modalidad de enterramientos, aportan a nuestro entender una interrogante más al esclarecimiento de la historia acaecida en el Sur de España durante la Edad de Hierro, ya que si en los momentos primeros de la arqueología en esta parte de la Península todos los yacimientos con materiales de ascendencia fenicia sufrían el elemento catalizador de Cartago y de una forma u otra terminaban dominándose púnicos, la continua aparición de elementos extraños a esa gran colonia o nueva ciudad han hecho que tengamos paulatinamente que ampliar el término, denominándolos paleopúnicos, primeramente, y fenicios de occidente u orientalizantes después.
Esta necrópolis podría ser un ejemplo junto con otros yacimientos como Trayamar, La Joya, Laurita, etc..., en que, por una parte, el enterramiento en sarcófagos de las características descritas, y por otra, gran número de sus materiales cerámicos, sin paralelos ambos en Cartago, pueden hacernos pensar o bien una existencia paralela cronológicamente a Cartago, pero no dependiente total de ésta, sino del próximo oriente de forma directa, cosa bastante difícil de aceptar, o un arraigo cultural propio de la zona, con una cronología anterior necesariamente a la de Cartago, y cuyos orígenes creo que no podemos fijar de forma más concreta que como del Próximo Oriente, ya que ante la variedad que ofrecen los elementos aparecidos hasta el momento en toda Andalucía, el encuadramiento fenicio parece quedar demasiado reducido.

Nos encontramos ante la necrópolis de un poblado en que la mayoría de los materiales pueden datarse, de acuerdo a sus paralelos tipológicos y decorativos en esa zona, en la Edad Media del Hierro (900-600 a. de J. C., en Fenicia-Palestina, según las cronologías ofrecidas, respectivamente. Teniendo que considerar ésta como la fecha más vieja, perdurando la necrópolis hasta finales del siglo IV a. de J. C., como parece probar algunos fragmentos aparecidos de cerámica precampana.

Tanto su cronología probable como su situación geográfica nos hace pensar que fuese ésta la necrópolis perteneciente al poblado de Toscanos, estudiado por el Instituto Arqueológico Aleman, y que ofrece unacronología, hasta el momento, remontada a los finales del siglo VIII a. de J C.
Se puede pensar en una extendida colonización del Próximo Oriente sobre Andalucía en sus primeros momentos anterior a Cartago y posteriormente con sólo una normal influencia de ésta, ante los materiales que nos han ofrecido los yacimientos ya publicados y los que reservan los aún inéditos, pero que ya hemos podido observar, y aunque comprendemos que esta necrópolis puede ser sólo un pequeño ejemplo, sus materiales están ahí para ofrecernos sus diferencias particulares y sólo la base común a ambos de un mismo origen, lo que unido a la proxímitud y magnitud de tantos yacimiento, no solamente en la costa sino también en el interior (se trabaja actualmente en varios yacimientos en las vegas de los ríos Guadalquivir y Genil).

Los enterramientos.

El ritual necrolático de esta necrópolis ha ofrecido dos tipos de enterramiento perfectamente diferenciados: la inhumación y la cremación.
La inhumación se realizó a su vez de dos formas distintas, de una parte, la llevada a cabo en los sarcófagos ya descritos, cuyo número debió ser superior a los cincuenta de acuerdo a las referencias ofrecidas por el propietario de la finca y sus trabajadores; de otra, enterrando el cadáver directamente, lo que observamos personalmente, rescatando lo que sepuede considerar un esqueleto completo que había sido colocado boca abajo, en una posición forzada y con las manos en la espalda, probablemente atadas.
La cremación está atestiguada por pozos realizados en el suelo, de naturaleza esquistosa, de unas medidas aproximadas de 80 cm. de
profundidad y diámetro, en los que depositaron las cenizas y restos óseos que no llegaron a la total calcinación, así como fragmentos cerámicos.
Igualmente apareció un sarcófago del mismo material y características de trabajo que los otros pero cuyas medidas son las de un cubo de aproximadamente 40 cm. de lado, y su interior no podía haber albergado más que cenizas o a lo máximo un posible feto.
Descripción de los materiales.
 Varias Jarras  — Fabricadas en barro de color rojizo, de mala cocción, cuerpo esferoidal y cuello ancho con borde perpendicular a la base. Tienen una sola asa, que va desde lo alto de la panza al borde de la boca. Se apoyan sobre base plana, sin pie.

Olpe - Trozo de olpe de forma esferoidal de cuello estrangulado muy estrecho. El asa es sustituida por un característico pezón perforado para colgar, de los que creemos tendría tres.Fabricado en barro rojizo muy poroso siendo su cocción defectuosa.
La decoración es lineal, a base de grupos de líneas de color negro y una banda roja. Presenta un dibujo especial, cual es una flecha invertida en negro.

Vasos de alabastro, típicos de la cultura fenicia, también hicieron su aparición en esta necrópolis, como el que vemos en la figura adjunta, que es posible que se utilizasen como urnas cinerarias o como transportadores de cualquier líquido o cereal.

Cuenco de pezón perforado . — Fabricado en barro rojizo de cocción defectuosa. Al igual que en la pieza anterior, el asa es sustituido por un característico pezón perforado para colgar, fabricado en sentido inclinado como para que encaje perfectamente la tapadera, que sería igualmente con pezón, de los que creemos la vasija llevaría tres.
Este trozo de cuenco con pezón está revestido con una leve película de color blanco hueso en la superficie exterior y sobre ésta, decoración lineal formada por líneas estrechas de color negro. Al parecer hubo un intento de patinar el cuenco con engobe de color rojo en la superficie exterior del recipiente.

 Varios Platos fabricados algunos con pasta rojiza y otros con pasta amarillenta.

Varias piezas  de oro aparecieron también  en esta necrópolis malagueña, tales como colgantes y anillos que actualmente se encuentran depositados en el museo de Málaga.

Uno de los más importantes hallazgos fue la aparición, en una de las tumbas, un huevo de avestruz, elemento común en varias necrópolis fenicias extendidas por  todo el Mediterráneo, cuyo fin  primordial era el ritual funerario ya fuese para poner cenizas o para utilizarlos como quemaperfumes, quemando así esencias aromáticas y olorosas.
LÁMINAS DE PLATA

En las tumbas 86 y 100 aparecieron fragmentos de lámina de plata con decoración figurada y ornamental, realizada mediante la técnica del repujado. Los fragmentos de la tumba 86 se encontraron junto al mango de plata rematado por una cabeza estilizada de ave. En cambio, la disposición original de las piezas del ajuar de la tumba 100 se ha alterado, debido a la superposición de las sepulturas pertenecientes al gran hipogeo de cámara 66.
En el momento del descubrimiento, las láminas estaban tan incrustadas, aplastadas y fragmentadas en pequeñas piezas que resulto imposible distinguir nada.

Otros hallazgos


Se encontraron también  varios utensilios y herramientas tales como objetos metálicos: agujas, mangos de cuchara, anzuelos, asas de bronce, charnelas, láminas con rosetas.

jueves, 22 de diciembre de 2011

CERRO DEL MAR

 El yacimiento de Cerro del Mar se encuentra en una pequeña elevación en el margen oriental de la desembocadura del río Vélez, a la salida de una antigua bahía existente en época fenicia. Hoy sin embargo se encuentra más alejadode la línea de costa.
Algunas teorías hacen corresponder este yacimiento con la antigua ciudad púnica y después romana de Maenoba, identificada por A. Schulten como Mainake-Maenoba. Su cronología arranca, para sus investigadores, en el siglo VI a.n.e., pero las mayores evidencias son ya del s. IV, en época púnica, con una ocupación ininterrumpida que va hasta el s. II a.n.e., sin contar con una posterior implantación de época romana imperial. Además en este yacimiento existe un sector de necrópolis arcaica (siglo VII a.n.e.) de incineración en la zona conocida como la vega de Mena, que posiblemente se relaciona con el asentamiento arcaico de Toscanos.
En la ladera suroeste de Cerro del Mar –campaña de 1978– se conoció una pequeña necrópolis compuesta por 28 tumbas de pozo o fosa, dotadas de bancos laterales, que alcanzaban entre 1 y 1,5 m de profundidad, ocupando unos 350 m², destruida por las remociones de tierra llevadas a cabo en época romana. En el S. de la Península Ibérica la incineración fue el primer rito funerario practicados en las colonias fenicias, habiéndose localizado y excavado una decena de necrópolis arcaicas con reducido número de tumbas de incineración con urna y con una cronología entre fines del s. VIII a los inicios del s. VI a.C.:
Esta necrópolis es mal conocida, pues sólo se ha publicado el plano y perfil de la tumba 14. Los escasos materiales aparecidos se asocian con los restos de una urna de alabastro de la tumba 9, varios fragmentos cerámicos de engobe rojo y algún trozo de kotyle protocorintio, que permiten datar los enterramientos en los inicios del siglo VII. Mientras, la tumba 14, una fosa de bancos laterales similar a las encontradas en Jardín, se fecharía en el siglo VI a.C, donde se encontraron más de una treinta pozos u hoyos.
Años más tarde se producen otros testimonios materiales o urnas de alabastro, pero descontextualizados. En la campaña de 1976 O. Arteaga documentó un fragmento de borde y asa17. Posteriormente, D. Antonio Valcárcel, antiguo capataz del IAAM en la zona de Vélez-Málaga, encontró otros restos pertenecientes al mismo ejemplar, completándose casi toda la pieza desde la boca hasta la zona media. Se correspondía con un ánfora de alabastro de gran tamaño, diámetro en la boca de 16,8 cm y anchura máxima 35,2 cm. Sometido a un análisis petrológico aseguró su origen egipcio.
El rito fenicio de la incineración, adoptado y conservado en el orientalizante e ibérico del interior peninsular, será sustituido por el de la inhumación hacia el s. VI a.C. en las necrópolis púnicas de la costa
.
Con el nuevo rito de las necrópolis fenicias los cadáveres se incineran en «ustrinum» o quemadero común y raramente en la misma tumba de fosa («bustum»), como sucede en ciertas necrópolis orientalizantes.
Incinerado el cadáver, las cenizas y fragmentos óseos quemados son recogidos, cuidadosamente lavados e introducidos en urnas cinerarias de cerámica o de alabastro como ocurre en Cerro del Mar, y en otras necrópolis.
Aparece un ánfora del tipo 3 tipo Laurita con las siguientes características: ovoide normal, cuello troncocónico invertido, pequeño borde saliente y asas semicirculares verticales bajo los hombros.
El tipo 3 es una derivación del ánfora cananea de cerámica o alabastro que  traían o transportaban los fenicios por todo el Mediterráneo como demuestran los diferentes hallazgos en los poblados y en las necrópolis.
Esta forma se identifica con el «alabastrón» egipcio, asimilado en cerámica por el orientalizante corintio, distribuido abundantemente por todo el Mediterráneo. El alabastrón servirá de urna cineraria en la tumba 3 de Trayamar y, algo reducida, en la necrópolis del Cerro del Mar.
En principio, la función de estos vasos es de contenedores o lujosos envases para productos de calidad, primordialmente vino y ungüentos aromáticos, según se deduce de sus inscripciones, destinados al suntuoso ajuar funerario en las tumbas de los faraones o funcionarios nobles, según se constata en la necrópolis real de Tanis, en los textos de los jeroglíficos y en las representaciones grabadas de Bes y Hathor en los vasos.
Los vasos sirvieron también de valiosos productos de exportación comercial o de apreciados regalos a los soberanos siro-palestinos y fenicios, pero la mayor parte de los vasos de la dinastía XXII hallados en Oriente y el Mediterráneo se atribuye a los saqueos de algunas tumbas reales y de nobles de la necrópolis de Tanis en momentos de anarquía de la segunda mitad del s. VIII y del s. VII, saqueos atribuidos a piratas griegos o a comerciantes poco escrupulosos.
Los fenicios de Tiro y Sidón debieron sentir una especial predilección por estos vasos, conservados como tesoros o como «sacra aegyptiaca» en sus palacios. Según una inscripción en cuneiforme de un vaso de Takelot III (764-757) hallado en el palacio de Asaradón (681-670) en Asur (W. Andrae, 1938; F.W. von Bissing, 1940; C. Preuser, 1955), el vaso contenía aceite (óleo aromático), habiendo llegado a Asiria procedente del botín del palacio sidonio de Abdimilkuti, capturado por Asaradón el año 676 a.C. Los otros vasos hallados en los palacios asirios de Nimrud y Asur provienen igualmente de los saqueos de ciudades fenicias por parte de los asirios.

Si en Egipto los vasos de alabastro se utilizaron como contenedores de vino y ungüentos de calidad, componentes del ritual funerario, como productos de exportación comercial o como prestigiosas donaciones a los soberanos orientales, y si en los palacios de Fenicia, Siria, Palestina, Asiria, Escitia y Creta serán objetos de prestigio y lujo, por otra parte, en las necrópolis fenicias del Mediterráneo occidental y concretamente de Cartago y de la Península Ibérica estos vasos cambiaron su función, convertidos en urnas cinerarias de personajes de alto rango social, especialmente en Laurita.
La oinochoe piriforme es frecuente en los yacimientos fenicios de Iberia al oriente del Guadalquivir, habiendo sido hallados cuatro ejemplares completos en la necrópolis y uno en el Cerro del Mar. fechado en la segunda mitad del s. VII.

Las incineraciones en urnas de alabastro egipcias en las necrópolis

tales como Cerro del Mar, confieren a este grupo fenicio arcaico de la costa andaluza, una homogeneidad peculiar y diferente a la de los otros grupos del Mediterráneo central y occidental.
La metalurgia del hierro, infravalorada por las investigaciones, se presenta como una artesanía y producción fundamental en los establecimientos fenicios al oriente del Estrecho, donde este mineral es relativamente abundante ya desde el s. VIII  hasta  el s. VII en el Cerro del Mar y otros yacimientos Fenicios.
 Como todos los centros  fenicios costeros y la mayoría de la antigüedad, es lógico o fácil de pensar que también  debió de existir allí una  de las muchas factorías o  fábricas de salazones e industrias de pescado  que tenían distribuidas  por todo el  Mar Mediterráneo.
Según nos dice Pilar Rodríguez Aguilar, la factoría  del Cerro del Mar se mantuvo al menos hasta el siglo III después de C,
Schulten situaba el Cerro del mar en la ciudad de Maenuba o Mainake, mientras que la ciudad griega se situaría en el Cerro del Peñón. Tengamos en cuenta que la población vivía  por etnias, unas cercanas a otras, pero cada uno en su poblado respectivo, y era así como negociaban, aunque es posible que hubiese un mestizaje de razas.

martes, 20 de diciembre de 2011

LAS NECRÓPOLIS FENICIAS




Las investigaciones sobre las necrópolis de la edad del hierro en la región de Siria, Fenicia y Palestina, iniciadas hace siglo y medio, no han proporcionado precisamente resultados tan satisfactorios como las del Mediterráneo central y occidental. Lamentablemente todavía se echa en falta un estudio global y riguroso sobre la arqueología del mundo funerario fenicio en el Mediterráneo.
En el Mediterráneo central y en occidente las investigaciones sobre la colonización fenicia han dado en el último medio siglo un paso ingente, utilizándose una metodología mas depurada de excavación, de tal modo que se ha llegado a conocer el mundo funerario fenicio con más nitidez y profundidad que en Oriente.

EL RITO FUNERARIO DE LA INCINERACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO

El rito funerario de la incineración del cadáver se atribuye en Europa occidental a los indoeuropeos, constatado en los campos de urnas del bronce reciente y del hierro inicial de Europa central y occidental y en los Balcanes, generalizándose a partir de 1200 a.C., a pesar de que esporádicamente ya existían muestras en el calcolítico del III milenio a.C. y en el bronce antiguo y medio de Hungría en el II milenio a.C.
La introducción del ritual funerario de la incineración en Fenicia se ha atribuido a razones sociales, culturales, religiosas, étnicas, de sexo o edad, sin que estas razones hayan sido plenamente satisfactorias en el Mediterráneo colonial, donde deberían reducirse simplemente a la moda reinante sucesivamente, la incineración en la primera fase de los siglos VIII y VII y la inhumación en la segunda fase, del s. VI a la romanización.
En el Próximo Oriente el rito funerario común de la edad del bronce (3100-1200 a.C.) es la inhumación, apareciendo las primeras necrópolis de incineración, como un fenómeno de importación, al final del bronce reciente II A, hacía el s. XIV-XIII en Anatolia septentrional (Troya VI) y central (Yasilikaia).

Es plausible admitir que la difusión del rito incinerador penetró en el Próximo Oriente por varias vías desde diferentes círculos culturales. La primera corriente incineradora, probablemente relacionada con los círculos culturales danubianos de los campos de urnas, penetraría hacia el S. y SE. por el Helesponto, extendiéndose esporádicamente en los siglos XV-XIII por Anatolia hasta el Eufrates y siguiendo la ruta del S. hasta el Orontes.
La segunda corriente, quizás egea y cretense, denominada de los pueblos del mar, se extendería por todo el frente costero siro-palestino desde el s. XII, concentrándose el pueblo filisteo en la región de Gaza e implantando la incineración en el s. XI, aunque en el siglo anterior practicasen la inhumación en sarcófagos antropoides de cerámica, de clara influencia egipcia.
La tercera corriente, la más efectiva, proviene del foco egeo ático y eubeo, quizás a través de los puertos francos del N. de Fenicia y Siria, Tell Sukas y Al- Mina, vigentes en época submicénica, geométrica y orientalizante y practicantes del doble rito de la incineración e inhumación.
La isla de Chipre mantendrá su carácter conservador y una cultura propia y peculiar con claras influencias anatolias, fenicias, siro-palestinas, egipcias y egeas. El rito funerario constante será la inhumación, con presencia esporádica de incineración en el bronce chipriota reciente III (1200-1050) en los tholoi de la necrópolis de Curium por influencia egea submicénica.
Al Mediterráneo central y occidental llevarán los fenicios el rito de la incineración desde mediados del s. VIII en sus colonias norteafricanas de Utica y Cartago y desde fines del s. VIII y s. VII en Sicilia (Motia), Cerdeña (Cagliari, Nora, Tharros, Sulcis, Bitia, Monte Sirai), Ibiza (Can Partit) y sur de la Península Ibérica.
El rito de la incineración predomina en las necrópolis fenicias arcaicas de Occidente, excepto en las islas de Malta y Gozo, donde se practica la inhumación, y de Cartago donde la incineración es minoritaria, desapareciendo a finales del s. VII y en el s. VI.
La cremación del cadáver se efectúa en «ustrina», quemaderos comunes próximos a los enterramientos, siendo raro el «bustum» o la cremación en la misma fosa.
La necrópolis más arcaica, muy similar a la de Laurita, parece ser la de la ladera E. de Juno, con tumbas de pozo con incineraciones en urna, dos de las cuales, son de alabastro, con ajuares funerarios de cerámica de barniz rojo y kotylai protocorintias, análogas a los de la necrópolis sexitana. La necrópolis de Juno, no excavada en su totalidad, donde convive la incineración y la inhumación, con cerca de un centenar de tumbas, permanece deficientemente estudiada, habiendo sido fechada desde mediados del s. VIII por una copa eubea (A.M.ª Bisi, 1983) hasta el s. VII avanzado, aunque posiblemente algunas tumbas sin cerámica griega pudieron ser ligeramente anteriores.
Ya en Argelia, la necrópolis de Rachgoun, situada en una pequeña isla de la bahía Wad Tafna, al W. de Orán, excavada por G. Vuillemot (1955), se compone de 33 tumbas de hoyo con urnas cinerarias tipo « Cruz del Negro», íntimamente relacionadas con los establecimientos fenicio-orientalizantes andaluces, además de 68 tumbas de incineración sin urna, y 9 inhumaciones infantiles, todo ello con ajuares similares a los de Laurita, como oinochoai piriformes, jarros de boca de seta y platos de barniz rojo, huevos de avestruz, etc. fechados en los s. VII y VI a.C.
El primer rito funerario fenicio constatado desde fines del s. VIII es de incineración, que perdura algo más de un siglo,
sucedido por la inhumación a mediados del s. VI.
Las incineraciones se depositan en urna cineraria colocada en cista de lajas, como sucede en las necrópolis de Bitia, Nora, Tharros u Othoca, o simplemente en el suelo de una fosa o cista, como en el caso de Pani Loriga.
En Ibiza las recientes excavaciones han confirmado la veracidad dada por las fuentes clásicas sobre la fundación de Ebusus en el 654 a.C., según la revisión de la gran necrópolis de Puig des Molins, la necrópolis de incineración de Can Partit y el descubrimiento y excavación del establecimiento fenicio arcaico de Sa Caleta (J. Ramón, 1991).
Desde el s. XIX las excavaciones de la necrópolis de Puig des Molins han entregado más de 4000 tumbas, de las que unas pocas, las más arcaicas, fechables desde mediados del s. VII a mediados del s. VI, son de incineración, sustituidas hacia el 550 a.C. por las inhumaciones en sarcófago dentro de una cámara. Can Partit se descubrió en 1986, habiendo sido destruidas o excavadas 67 tumbas, de las cuales 32 son de incineración, depositados los restos en hoyos o fosas dentro de urnas o sin ellas, habiendo sido fechadas entre el 625 y el 500 a.C. Al rito de inhumación pertenecen 25 tumbas en fosa, fechadas entre el 500 y el 200 a.C. Las 10 tumbas restantes estaban destruidas.

LA INCINERACIÓN EN LAS NECRÓPOLIS FENICIAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
La supuesta hipótesis de la distribución de los campos de urnas por Levante hasta Crevillente y Almería habría que tomarla con reservas.
Sorprendentemente se ignora, por falta de pruebas fidedignas, cuál fue el rito funerario indígena del bronce final en todo el sur peninsular, desde el 1200 hasta el impacto de la colonización fenicia, hacia el 750 a.C. La ausencia o la problemática presencia de enterramientos ha creado una incomprensible confusión. Evidentemente en ese lapso temporal precolonial, de casi medio milenio, las sociedades del bronce final del S. peninsular, cuyos «hábitats » han sido excavados, enterraron sus muertos, pero se desconocen las circunstancias del dónde y cómo, lo cual no deja de ser científicamente decepcionante. Este grave vacío ha sido explicado y rellenado mediante algunas hipótesis.
Las cistas de Huelva, estudiadas por M. del Amo (1975), corresponden a un bronce medio avanzado, pero nunca al bronce final, y los túmulos con cistas de incineración del S. de Portugal (M. Varela, 1992), según sus ajuares funerarios, están influenciados por el impacto colonizador fenicios desde el s. VII a.C., sin que existan evidencias de incineraciones en monumentos auténticamente precoloniales. Algunos megalitos del altiplano granadino fueron reutilizados con inhumaciones de cronología indeterminada dentro del bronce reciente.
En los Alcores sevillanos, algunos túmulos de inhumación (Acebuchal L) o de incineración (Acebuchal I, El
Judío, Santa Marina), excavados por G. Bonsor (1899), con ajuares atípicos, no orientalizantes, o sin ajuares, podrían
suponerse precoloniales con reservas (M. Sánchez Andreu, 1994; F. Amores, 1982).
La presencia de enterramientos de incineración, juzgados del bronce final precolonial y de influencia de los campos de urnas del NE. fechados en momentos anteriores al s. VIII, como las cistas u hoyos de incineración en urna del río Guadalentín en Murcia (M. M. Ros, 1989), de Almería y Murcia, la necrópolis de Peña Negra de Crevillente con urnas de incineración, la necrópolis del Cerro de Alcalá (Torres, Jaén) y algunos otros enterramientos esporádicos, bajo mi punto de vista, no tienen su origen en los campos de urnas del NE., sino que, según las formas de sus urnas y escaso ajuar, deben ser coetáneos a los primeros contactos colonizadores fenicios en la segunda mitad del s. IX y del s. VIII, de los que reciben el rito de la incineración.

En el S. de la Península Ibérica la incineración fue el primer rito funerario practicados en las colonias fenicias, habiéndose localizado y excavado una decena de necrópolis arcaicas con reducido número de tumbas de incineración con urna y con una cronología entre fines del s. VIII a los inicios del s. VI a.C.: Villaricos (Baria) con una veintena de tumbas, El Campillo (Abdera-Adra) con un enterramiento (?), Laurita (Sex-Almuñécar) con una veintena, Lagos (Chorreras?) con dos, Trayamar (Morro de Mezquitilla) con cinco tumbas de cámara y varias de pozo(?), Cerro del Mar (Mainake-Toscanos) con más de una treinta pozos u hoyos, Peñón (Toscanos) con varios pozos, Cortijo de Montáñez (Cerro del Villar) con varias tumbas indeterminadas, Cádiz (Gádir) con una veintena de fosas y Tavira, con dos cámaras.
El rito fenicio de la incineración, adoptado y conservado en el orientalizante e ibérico del interior peninsular, será sustituido por el de la inhumación hacia el s. VI a.C. en las necrópolis púnicas de la costa (Villaricos, Velilla, Puente de Noy, Jardín, Cádiz, Isla Palomas de Tarifa).
Con el nuevo rito de las necrópolis fenicias los cadáveres se incineran en «ustrinum» o quemadero común y raramente en la misma tumba de fosa («bustum»), como sucede en Cádiz (fig. 52) y en ciertas necrópolis orientalizantes.
Incinerado el cadáver, las cenizas y fragmentos óseos quemados son recogidos, cuidadosamente lavados e introducidos en urnas cinerarias de cerámica (Lagos 1-B, Trayamar 1 y 3, Cortijo de Montáñez (?), Las Cumbres 1, Tavira) o de alabastro (Laurita, Adra, Lagos 1 A, Trayamar 1 y 2, Cerro del Mar, Cortijo de Montáñez o Cádiz) o depositadas las cenizas en un cesto o tejido (Laurita 19 B, Trayamar 4, Las Cumbres 1, Cádiz, Jardín). El enterramiento individual predomina en Laurita, donde raramente es doble en las tumbas, y en Trayamar donde en ocasiones se dan los dos ritos sucesivos en la misma tumba.
La necrópolis Laurita se caracteriza por su uniformidad en cuanto al rito, siempre de incineración en urnas de alabastro, en cuanto al tipo de tumba de pozo con nicho o sin él y en cuanto a sus ajuares funerarios cerámicos fenicios de barniz rojo, como oinochoai piriformes , jarros de boca de seta, platos y lucernas y en cuanto a otros elementos de adornos personales, escarabeos, huevos de avestruz pintados, siendo excepcionales los kotylai protocorintios de la tumba 19 B.

TIPOLOGÍA DE LAS TUMBAS FENICIAS EN IBERIA

Laurita es la única necrópolis fenicia arcaica del Mediterráneo en la que todas las tumbas son de pozo con incineraciones en urnas de alabastro, sustituidas hacia el 600 a.C. por la gran tumba E-1, de inhumación individual en cámara de pozo de la próxima necrópolis de Puente de Noy.
Las necrópolis fenicias arcaicas de Lagos, Trayamar, Cerro del Mar, Faldas del Peñón y Tavira se han relacionado con Laurita, al ser consideradas sus tumbas como de pozo erróneamente.
En la necrópolis de Lagos (M.ª E. Aubet y otros, 1991), situada a unos 1.800 m al E. del establecimiento fenicio de Chorreras, en la ladera SE. del Cerro de la Molineta, en la cañada de Miguel García, se descubrieron dos tumbas, que conservaban solamente los nichos donde se depositaron las urnas cinerarias.
En la necrópolis de Trayamar, correspondiente al próximo poblado fenicio del Morro de Mezquitilla, habían aparecido, según los obreros, en la zona de las tumbas de cámara varios pozos, posibles tumbas de fosa u hoyo, análogas a las del Cerro del Mar.
En el Cerro del Mar, situado frente y separado de Los Toscanos por el río Vélez, H.G. Niemeyer (1979) excavó un sector de 350 .Esta necrópolis destruida parece que debió identificarse con la de «La Casa de la Viña», de donde proceden un jarro de boca de seta, una oinochoe piriforme y cuatro urnas de alabastro indudablemente funerarias, aparte de varios fragmentos de grandes vasos de alabastro hallados en prospecciones.
En las faldas del Peñón, junto y al W. de Toscanos, parece que se emplazó otra necrópolis, destruida, donde fue excavada una tumba de pozo con fragmentos de alabastro, de platos, de lucernas de barniz rojo, proviniendo probablemente de esta necrópolis el famoso timiaterio fenicio de bronce.
En Tavira (Portugal), recientemente se ha localizado una necrópolis fenicia de incineración en urna, que, según sus materiales y el tipo de tumbas de cámara, se fecharía hacia el 600 a.C.
La tipología de las tumbas de la necrópolis del Cortijo de Montáñez, excavada en el s. XIX, nos es desconocida, y los cuatro vasos de alabastro recientemente localizados en Cádiz quizás correspondan a urnas cinerarias arcaicas del s. VIII a.C.

viernes, 16 de diciembre de 2011

FENICIOS EN EL MEDITERRANEO


Expo Fenicios París 003 
El fenómeno de la colonización fenicia no es fácil de analizar, comúnmente se ha pensado en una de expansión colonial en la que se fundarían, más que colonias, pequeñas factorías comerciales destinadas al comercio con los indígenas y a la explotación de las zonas ricas en recursos. Con esto se buscaba contraponer esta expansión fenicia con el proceso de colonización griega que se caracterizaba por ser una expansión motivada bien por el exceso demográfico en la metrópoli, bien por tensiones sociales, y destinada a la apropiación de territorio para su puesta en explotación. Sin embargo, esto es simplificar el problema, la expansión fenicia es un proceso complejo y costoso que sólo pudo ser realizado por un estado fuerte y en plenitud de sus facultades económicas y que se caracterizó por su heterogeneidad. Así, no todos los asentamientos se fundaron por el mismo motivo; mientras que Gadir servía para abastecerse de metales mediante su conexión con las rutas atlánticas que funcionaban desde hacía siglos (no olvidemos que se encontraba justo enfrente del núcleo principal de la cultura tartésica), Ibiza, por ejemplo, demuestra tanto el interés por controlar la navegación hacia Occidente -Ibiza constituye una escala fundamental en el viaje desde Oriente-, como la voluntad de llegar a los mercados indígenas del Este y Norte de la Península.

En este trabajo, se intentarán contestar a una serie de preguntas relacionadas con el proceso colonial. En primer lugar, ¿Por qué?, es decir, se analizarán las posibles causas que impulsaron a los fenicios ha llevar a cabo una empresa tan compleja y arriesgada. Seguidamente se analizará el ¿cómo? de la expansión, es decir, las condiciones medioambientales y técnicas bajo las cuales se realizó dicha expansión y de que manera estas la condicionaron. En tercer lugar, se expondrán una serie de aspectos generales de la colonización como son las relaciones con la metrópoli y los indígenas o el urbanismo de las colonias más relevantes. Para finalizar, se intentará responder al ¿Donde? o lo que es lo mismo, se expondrán de forma ordenada los asentamientos semitas más importantes identificados hasta el momento por todo el mediterránea.
El arte fenicio toma el Instituto del Mundo Árabe de París
Medio millar de obras procedentes de unos setenta museos de todo el mundo configuran en el Instituto del Mundo Árabe de París la primera exposición dedicada a los fenicios en sus casi diez años de historia.

"El Mediterráneo de los Fenicios. De Tiro a Cartago" repasa un milenio de historia de un pueblo emprendedor y navegante que impregnó los mares de la antigüedad con sus costumbres comerciantes y que dejaron huella en diferentes civilizaciones.

Objetos procedentes del emplazamiento originario de los fenicios, en el actual Líbano, pero también de las costas sicilianas, del norte de África y del levante español, sin olvidar las islas mediterráneas, configuran la muestra que estará abierta hasta el próximo 20 de abril.
Expo Fenicios París 004
Considerados por el historiador romano Plinio el Viejo como los inventores del alfabeto latino, los fenicios dejaron una profunda huella sin haber sido en ningún momento un pueblo conquistador.

Quizá por eso hay que remontarse a 1988 para encontrar otra exposición sobre ellos, protagonistas ese año de una amplia muestra en Venecia.


"Crearon fuertes lazos entre poblaciones gracias a esta movilidad que tuvieron por todo el Mediterráneo, esa mezcolanza de ideas que fue muy moderna en la época", asegura la comisaria de la exposición, Elisabeth Fontan.

FENICIOS EXPO 01

Pese a su prolijo comercio, a su profusa fundación de colonias con fines comerciales y a los vestigios que dejaron, los fenicios son un pueblo poco conocido, asegura Fontan, que recuerda que el nombre bajo el que se les agrupa les fue puesto por los otros pueblos.

Ellos se definían como habitantes de Tiro, de Biblos o de Sidón, ciudades independientes entre sí, próximas geográficamente y cuna de la cultura fenicia.

Expo Fenicios París 005

Tras abordar el porqué de la colonización fenicia se impone ahora, sin duda, exponer una breve visión del como de esa expansión. Así pues, en las líneas que siguen, vamos a intentar mostrar bajo que condicionamientos, tanto naturales (vientos y corrientes), como técnicos (naves y sistemas de navegación), se realizó esa expansión por el Mediterráneo y de que manera influyeron en el proceso que denominamos colonización fenicia.

De todos es conocido que los fenicios eran considerados en la antigüedad como un pueblo diestro en todas las actividades relacionadas con el medio acuático. Homero, Heródoto, Estrabón Plinio, etc... aplican a los fenicios y a sus herederos cartagineses todo tipo de calificativos sobre su habilidad de navegantes, de constructores de embarcaciones, de conocedores del mar y de todo lo que este podía ofrecer12. Este dominio del mar por parte de los fenicios, junto a las condiciones de la navegación en la antigüedad, lleva a Aubet a sospechar que la navegación jugó un papel importante en la organización, forma y articulación de la presencia fenicia en Occidente (13).

Así, aunque los sistemas y técnica de navegación y las condiciones naturales no fueron los únicos factores que influyeron en la elección de los lugares de asentamiento, sí que condicionaron esta elección de manera relativamente importante. Veamos pues, de que manera influyeron estos condicionamientos en el establecimiento de una red de asentamientos fenicios en Occidente.

-Los condicionamientos técnicos: técnicas, sistemas de navegación y tipología de las naves utilizadas en la expansión y consolidación de la presencia fenicia en las colonias-

Las fuentes clásicas nos hablan de la superioridad fenicia en el mar durante la antigüedad. Pero, ¿De que medios técnicos disponían los fenicios cuando llevaron a cabo su expansión?.

Por lo que respecta a las técnicas de navegación, sabemos que los fenicios practicaron tanto la navegación de cabotaje como la navegación de altura, es decir, eran capaces de navegar de noche y en mar abierto. Antiguamente se creyó que los fenicios sólo navegaban por el día y paraban a pernoctar en la costa, incluso algunos investigadores intentaron justificar esta hipótesis apuntando que los trayectos cortos de las embarcaciones fenicias se correspondían con las distancias existentes entre las colonias que podemos documentar en el Mediterráneo. Todo esto llevaba a pensar que la expansión fenicia se realizó mediante una navegación diurna de cabotaje. Hoy en día esta hipótesis es muy discutida. En primer lugar porque se aprecia que los enclaves no responden a esa necesidad de reposar durante la noche, ya que si esto fuera así, no existirían zonas sin presencia fenicia que de hecho existen y los fenicios no hubieran pisado zonas que sí pisaron. En segundo lugar, este sistema de cabotaje es demasiado peligroso ya que obliga a navegar demasiado cerca de la costa de día y a fondear por la noche en lugares desconocidos con los peligros que ello supone. De este modo la navegación de cabotaje sería adecuada para un tráfico local, pero nunca para un viaje a larga distancia como fue la colonización fenicia (14).

A las razones esgrimidas anteriormente habría que unir el hecho probado del conocimiento, por parte de los fenicios, de la navegación nocturna y de altura. Ya durante los siglos VIII y VII a. C. la tenemos documentada. Para que esta sea posible es necesario la existencia de algún punto de referencia que haga que el rumbo no se pierda. Las estrellas, en especial la Polar, es el punto de referencia utilizado normalmente. Plinio indica que los fenicios habían aplicado a la orientación los conocimientos astronómicos de los caldeos; prueba de ello es que la estrella Polar pasara a llamarse estrella Fenicia (15) y que la constelación de la Osa mayor se conociera en el mundo clásico como Phoiniké (16).

Pero al hecho de que los fenicios conociesen los sistemas de orientación nocturna que les permitían navegar de noche -por lo tanto sin necesidad de escalas-, se une otro argumento que hace que la hipótesis de que los fenicios realizaron su expansión utilizando una navegación de altura pase a ser una realidad. Este argumento es hecho de que en el Mediterráneo la tierra se pierde de vista en muy pocas ocasiones aunque se navegue muy alejado de la costa, sólo en la costa africana desde el sur de Túnez al Sinaí y también entre las Baleares y las islas de Córcega y Cerdeña se pierde de vista la costa.

De todo lo expuesto hasta el momento se puede deducir sin ningún género de dudas que los fenicios realizaron su expansión valiéndose de una navegación de altura gracias a la amplia visibilidad de la costa propia del mediterráneo, así como su como conocimiento de las estrellas.

LOS ESCLAVOS IERODULES


En  la antigua Grecia y  Anatolia , un Ierodul o una ierodula, del Grigo ἱερόδουλη (ἱερόν "templo" + δούλη "esclava"), era un esclavo de los templos dedicados a los dioses, a menudo con la connotación de la prostitución sagrada.
La prostitución sagrada es una práctica muy antigua de la que hay pocas trazas en el occidente, solamente en la ciudad griega de Corinto y las ciudades canaanítas de la costa levantina.
Era una práctica en boga en las civilizaciones antiguas, en especial los del Este y Medio Oriente (babilonios, asirios y fenicios), pero hay reclamos en Grecia (Corinto. Cf Estrabón, Geografía, VIII, 378) y en otros lugares (en . Erice véase Cicerón, en Caecilium oratio, 55): después de todo, la palabra significaba corintithein grecoantico "que frecuentan prostitutas." Originalmente la prostitución sagrada se encuentra en Babilonia, cercano el tercer milenio a.J.C. como una de las formas de culto a Ishtar, quien es la misma Innana sumeria con atributos diferentes.
La razón principal que dio a luz y el impulso a la práctica de la prostitución sagrada fue un intento de almacenar la energía vital en el templo, el sacerdote (a veces el mismo creyente) se unió carnalmente a la sacerdotisa, la celebración de su unión con una ceremonia de glorificar diosa de la fertilidad (Ishtar, Astarté, Afrodita, y otros) con el fin de propiciar la fertilidad de las mujeres en la comunidad, e indirectamente con él, la prosperidad económica de la comunidad. Los rituales de apareamiento de los sagrados misterios se celebraban generalmente en el pago de una donación (que es por eso que hablamos de la prostitución): la prostitución sagrada, dijo ierodule, pero enriquecida, no como era todo lo que se ofrece con el tesoro acumulado del templo.
La prostitución sagrada también se menciona en la Biblia (Deuteronomio 23, 18-19), donde se establece la prohibición para los hombres y las mujeres de Israel a tomar parte en esta práctica.
Simbólica recreación de una hierogamia (matrimonio) y la unión de la humanidad con la divinidad, era un rito de fertilidad que se practicaba en relación con un templo. Los protagonistas eran a menudo vírgenes jóvenes de buenas familias, o incluso los esclavos, o sacerdotisas de templo, que en la mayoría de los casos se unieron a los orígenes extranjeros.
  Las características del encargo que asumió en los diferentes lugares donde se practica de muchas maneras en  lugares oscuros, como Fenicia, Corinto, Erice, en Sicilia y Locri.
Una descripción detallada de cómo la prostitución sagrada, es registrado por Herodoto acerca de los usos de los babilonios, que, excepto en particular, no debe diferir mucho de las de otras religiones ", la mujer tiene que entrar en el santuario de Afrodita vez en la vida y unirse a a un hombre extranjero (...) En el santuario de Afrodita poner un montón de mujeres que se sientan con una corona de cuerda alrededor de la cabeza, son cada uno, son los otros. Los extranjeros que elegir. Cuando una mujer ha vuelto a casa, donde sólo se puede cuando uno de los flujos de capital extranjero en el útero y se ha unido a ella fuera del templo Tirar dinero que tiene que decir estas palabras:.. "Yo invoco a la diosa Milita" Los asirios llaman Afrodita Milita hecho (...) La mujer después de la primera vez que ha tirado el dinero y no rechazar (...) Aquellos que están bien parecido antes de tiempo si se van, mientras que los que quedan están mal desde hace mucho tiempo, incapaz de cumplir con la ley, y algunos de ellos siguen siendo por un período de dos, tres o cuatro años. En algunas ciudades de Chipre no es una costumbre similar a esto "(Herodoto, 1199). (Véase también el Diccionario de mitología griega y romana)
En su forma de Ishtar, la diosa de la cultura sumeria se convierte en la diosa de la belleza y la sensualidad babilónica, a la que agradaban los actos de amor carnal y que para asegurar su veneración y culto se consagraban vírgenes al servicio del templo, dedicándolas a la prostitución sagrada, es decir a la prostitución selectiva y puntual, cuyo provento se dedicaba exclusivamente al servicio del templo. En el gran templo de Ishtar en Babilonia, el E-ana, cercano al Gran Esagifa, moraban las sacerdotisas que se dedican al servicio de la diosa, es decir a efectuar actos de fornicación con los que pagan el precio del rito que se entera en la caja del Templo. Las sacerdotisas tienen horarios fijos de culto, no aceptan sino a aquél que ha pagado el precio a la Diosa y no aceptan desviaciones del acto sencillo y directo. Están reputadas como religiosas y se les acuerda un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su templo. Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer acto sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro del templo en la forma de un rito, similar al de las sacerdotisas regulares del templo. Sobre esta forma de veneración carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias, se tienen modelos de arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los depósitos de los templos y algunas referencias en Heródoto y Diodoro Sículo y luego en Luciano, las cuales fueron repetidas por otros escritores posteriores en sus obras históricas y costumbristas. Los escritores clásicos son los únicos que describen este culto de forma objetiva, ya que en la Biblia encontramos numerosas referencias a los actos "abominables” de las canaanitas, como adoradores de una diosa lasciva de origen babilónico, pero ninguna descriptiva. Ishtar es la diosa del panteón sumero-acádico que se equipara a la Astarté canaanea y a la Afrodita griega. El origen del nombre es incierto, tenemos la palabra acadia Ishtarati que significa diosas. La palabra “diosas” escrito ideográficamente en sumerio significa Innana, que puede derivar de Nin­anna “Dama del Cielo”; escrito silábicamente en acadio deriva de la forma Esh-tar, que probablemente significó “Dama de las Batallas”. La Innana/Ishtar babilonia tiene tres diferentes mitos y tres formas distintas de reinado divino, en las que se presenta en un aspecto diferente. El primero de ellos es el que interesa particularmente porque es el aspecto de divinidad de amor carnal, divinidad sensual, concernida especialmente con el sexo extramarital. Los otros dos son el aspecto marcial como Señora de las Batallas y el otro aspecto es el planetario­-celeste asociada con Venus, la estrella de la tarde.
          En su aspecto de divinidad amorosa Innana/Ishtar es la protectora de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa. “Una prostituta compasiva soy”, dice Ishtar. Innana/Ishtar no es una diosa del matrimonio, ni es una diosa madre. El matrimonio sagrado o la sacra hierogamia que se representaba todos los años en el templo babilónico no tiene un implicación moral ni es modelo de matrimonios terrestres, es un rito de fertilidad altamente estilizado con tonos litúrgicos.
          El primer escritor que describe el sexo ritual o la prostitución ritual es Heródoto en el siglo V a.J.C. , en sus “Historias” cuando describe el centro religioso de la gran ciudad de Babilonia, ya venida a menos y anota las costumbres poco usuales para un griego. Luciano en el siglo II, a.J.C., también describe el mismo rito, pero esta vez en la ciudad de Biblos en el Líbano, en un templo de Astarté. Las descripciones de actividades sexuales son comunes en los glifos y relieves de los siglos del período dinástico temprano, con posiciones eminentemente simples, durante el período dinástico acadio tenemos que estas escenas tienen lugar en una cama con las patas en la forma de patas de leones, con varias otras figuras como testigos en una especie de banquete por lo que se deduce que debe tratarse no de un acto privado sino del matrimonio sagrado (hierogamia sacra). Del principio del II milenio hay placas de terracota cocida que representan escenas de actividades sexuales y otros que representan órganos genitales femeninos y masculinos que deben ser amuletos. Durante el período asirio se representa el acto sexual, con la mujer siempre recostada en un altar, en los relieves y plaquetas, estas figuras deben representar no la hierogamia sacra sino otra forma de adoración sexual, probablemente lo que se ha llamado prostitución sagrada. Muchas de estas plaquetas y figurillas se han encontrado en el Templo de Assur, claro indicio del carácter sagrado del acto sexual que rapresentan.
          Siendo tal vez derivado de la figura de Diosa Madre, al mismo tiempo generadora y nutricia, es decir que se ocupa del bienestar físico def hombre y de un bienestar más sutil aún, el bienestar psíquico. lshiar fue llamada la “Protectora de las Prostitutas” Hac. Har, raíz de los vocablos, “hourí”, “hora”, “hetaera” y “harlot”, además de “harem”. Los atributos de Afrodita derivan de su nombre, cuya raíz es aphrodis , la consumación gozosa de la sexualidad, el acto carnal. En la “Odisea” su nombre se usa en este sentido aunque es muy raro encontrar referencias a esta diosa en la época Micénica. En su viaje al oeste, el concepto de la diosa Ishtar/Astarté, divinidad sexual, celeste y maternal al mismo tiempo, el primer paso en la ruta es la isla de Chipre, el sitio de Paphos. En la “Teogonía” de Hesíodo Afrodita nace de la espuma del mar y toma tierra en Chipre, en Paphos. Esa espuma, dicho sea de paso, fue formada por el choque de los órganos de sexuales de Uranos que Cronos cortó con una hoz y arrojó al mar. De Chipre a Citerea es un corto trecho y de allí a Corinto, otro. (ver el mapa) La ciudad del istmo tuvo conexiones marítimas con todos los puntos del Egeo, además de con muchos de Levante y por supuesto con la isla del cobre, Chípre, durante casi todo el I milenio a.J.C. Las “jóvenes complacientes y hospitalarias” que describe Píndaro, en el período de las Guerras Médicas, son devotas de la Aphrodita Pandemos. El culto a la Afrodita corintia en la forma de prostitución ritual debió haber continuado hasta tiempos romanos según escritos romanos que cuentan sus experiencias en templos corintios, antes de la destrucción de la ciudad en el 146 a.J.C. La Biblia habla de las “abominaciones canaanitas”, en términos de prácticas sexuales ofensivas porque eran efectuadas en honor a dioses locales, pero no habla de la practica, extendida y confirmada, de la prostitución sagrada en Babilonia en honor a la diosa Ishtar, la misma Astarté o Ashtoret canaanita, sino en términos muy vagos y menos condenatorias que a su contraparte canaanita. Una cierta repulsión o un inconsciente deseo de obviar esta práctica ha influenciado para que no se haya escrito una verdadera investigación seria del tema, que tiene ramificaciones sorprendentes en el campo de los estudios religiosos.
Esta práctica se menciona ya en la Epopeya de Gilgamesh, que data de 7000 años a. C. aunque probablemente proceda de una más antigua tradición oral. Allí se explica como éste héroe envía a una de las prostitutas sagradas del templo de Isthar (conocidas como doncellas de gozo), para que haga el amor con el salvaje Enkidu hasta lograr que éste venza su lado más instintivo y conecte con su espiritualidad. Allí se describe cuál era la función de estas mujeres: iniciar, iluminar y transmutar, llevando al hombre a un umbral superior de conciencia. Como explica Qualls, «era virgen en el sentido original de la palabra: una persona de profunda integridad que recibía a los extranjeros de un modo radiante y sensual. Su razón de ser era conducir a la Diosa del Amor hacia el contacto directo con la humanidad».


La última referencia a la prostitución sacra que conocemos es de Enheduanna (2300 a. C.), la primera historiadora cuyo nombre y escritos se han preservado, que era sacerdotisa de la diosa de la Luna e hija de Sargón de Agade, cuyo reino se extendía desde el Mediterráneo hasta Persia.


Pero en tiempos de Jesús seguían existiendo mujeres que iniciaban en el sexo sagrado (hierodulas), a las que los profanos calificaban despectivamente como prostitutas. Es llamativo que los primeros Padres de la Iglesia llamasen prostitutas a mujeres que luego santificaron, como Magdalena o María Egipciaca, y a herejes como la compañera de Simón el Mago, el primer cristiano gnóstico que menciona el Nuevo Testamento.


Pese a lo que sugiere Brown, el Hieros Gamos no era nada parecido a una orgía sexual comunitaria. Se realizaba en un recinto sagrado, y en él participaban tan sólo la sacerdotisa, el rey (o iniciado) y la Divinidad. Si bien en ciertos días de primavera, simultáneamente a ese rito privado, el pueblo participaba en ritos sexuales colectivos que contribuían a la regeneración de la tierra y la vegetación, éstos siempre se celebraban fuera del templo.


Según Brown, este rito «no tiene nada que ver con el erotismo; se trataba de un acto espiritual». Por el contrario, al ser un acto mágico cuya intención era abrir una puerta hacia la divinidad, para conseguirlo tenían que generarse una pasión y un fuego sagrados, que debían ser canalizados. Y éstos, obviamente están conectados con el principio de Eros, que representa el impulso de vida y regeneración.
«Desde los días de Isis, los ritos sexuales se consideraban los únicos puentes que tenía el hombre para dejar la Tierra y alcanzar el cielo», asegura Langdon. Pero desde las antiquísimas prácticas chamánicas hasta hoy han existido muchas formas de acceder a planos superiores. Si bien es cierto que los iniciados siempre han considerado la utilización sacramental de la sexualidad como la vía más rápida, y esto no sólo desde los Misterios de Isis sino en los previos de Isthar y otros más antiguos.
 «La tradición hebrea primitiva –prosigue Langdon– incluía ritos sexuales, y en el Templo… Los hombres que buscaban la plenitud sexual acudían al templo a visitar a las sacerdotisas o hierodulas, con las que hacían el amor y experimentaban lo divino a través de la unión carnal». Aunque los críticos se escandalizan ante la primera afirmación, este es un hecho reconocido aún por expertos católicos, aunque sostienen que los sacerdotes judíos lo hacían para obtener dinero para el Templo… Por lo demás –en antiguos cultos– las mujeres, al ser iniciadas en los Misterios de la Gran Diosa, consumaban este rito con un sacerdote; como explica la psicoanalista Esther Harding entregaban allí su virginidad, no como un sacrificio sino como un acto de liberación para no pertenecer a nadie y ser dueñas de ellas mismas, una idea que resulta incomprensible para cualquier crítico de mentalidad machista.


Según Langdon, más de diez sociedades secretas en todo el mundo –muchas de ellas bastante influyentes– siguen practicando ritos sexuales y mantienen vivas las antiguas tradiciones. En realidad, la canalización de la energía sexual forma parte de la alquimia interna y de las prácticas más poderosas mantenidas en secreto por infinidad de grupos, desde los egipcios y los taoístas hasta hoy.

LOS HINTERLAND FENICIOS

EL HINTERLAND DE MAZARRON

EL HINTERLAND DE VINARRAGELL

 HINTERLAND TARTESICO EN LA MANCHA

 SEXI Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL RIO GUADALHORCE

EL HINTERLAND DE LA FONTETA

 EL HINTERLAND DE ANDALUCIA

  EL  HINTERLAND DE HUEVA

EL HINTERLAND DE GADIR

ALHONOZ Y SU HINTERLAND 

EL HINTERLAND DE EXTREMADURA

CASTULO Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL CERRO DE ALCORCON

EL HINTERLAND DE MASTIA

AKRA LEUKA Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND  DE SUKRO – CULLERA

EL HINTERLAND DE  AMPURIAS

HINTERLAND DE ALLONIS