En la antigua Grecia y
Anatolia , un Ierodul o una ierodula, del Grigo ἱερόδουλη
(ἱερόν "templo" + δούλη "esclava"), era un esclavo de los
templos dedicados a los dioses, a menudo con la connotación de la prostitución
sagrada.
La prostitución sagrada es una práctica muy antigua de la
que hay pocas trazas en el occidente, solamente en la ciudad griega de Corinto
y las ciudades canaanítas de la costa levantina.
Era una práctica en boga en las
civilizaciones antiguas, en especial los del Este y Medio Oriente (babilonios,
asirios y fenicios), pero hay reclamos en Grecia (Corinto. Cf Estrabón,
Geografía, VIII, 378) y en otros lugares (en . Erice véase Cicerón, en
Caecilium oratio, 55): después de todo, la palabra significaba corintithein
grecoantico "que frecuentan prostitutas." Originalmente la prostitución sagrada se encuentra en Babilonia, cercano
el tercer milenio a.J.C. como una de las formas de culto a Ishtar, quien es la
misma Innana sumeria con atributos diferentes.
La razón principal que dio a luz y
el impulso a la práctica de la prostitución sagrada fue un intento de almacenar
la energía vital en el templo, el sacerdote (a veces el mismo creyente) se unió
carnalmente a la sacerdotisa, la celebración de su unión con una ceremonia de
glorificar diosa de la fertilidad (Ishtar, Astarté, Afrodita, y otros) con el
fin de propiciar la fertilidad de las mujeres en la comunidad, e indirectamente
con él, la prosperidad económica de la comunidad. Los rituales de apareamiento
de los sagrados misterios se celebraban generalmente en el pago de una donación
(que es por eso que hablamos de la prostitución): la prostitución sagrada, dijo
ierodule, pero enriquecida, no como era todo lo que se ofrece con el tesoro
acumulado del templo.
La prostitución sagrada también se
menciona en la Biblia (Deuteronomio 23, 18-19), donde se establece la
prohibición para los hombres y las mujeres de Israel a tomar parte en esta
práctica.
Simbólica recreación de una hierogamia (matrimonio) y la unión de la humanidad
con la divinidad, era un rito de fertilidad que se practicaba en relación con
un templo. Los protagonistas eran a menudo vírgenes jóvenes de buenas familias,
o incluso los esclavos, o sacerdotisas de templo, que en la mayoría de los
casos se unieron a los orígenes extranjeros.
Las características del encargo que asumió en los diferentes lugares
donde se practica de muchas maneras en
lugares oscuros, como Fenicia, Corinto, Erice, en Sicilia y Locri.
Una descripción detallada de cómo
la prostitución sagrada, es registrado por Herodoto acerca de los usos de los
babilonios, que, excepto en particular, no debe diferir mucho de las de otras
religiones ", la mujer tiene que entrar en el santuario de Afrodita vez en
la vida y unirse a a un hombre extranjero (...) En el santuario de Afrodita
poner un montón de mujeres que se sientan con una corona de cuerda alrededor de
la cabeza, son cada uno, son los otros. Los extranjeros que elegir. Cuando una
mujer ha vuelto a casa, donde sólo se puede cuando uno de los flujos de capital
extranjero en el útero y se ha unido a ella fuera del templo Tirar dinero que
tiene que decir estas palabras:.. "Yo invoco a la diosa Milita" Los
asirios llaman Afrodita Milita hecho (...) La mujer después de la primera vez
que ha tirado el dinero y no rechazar (...) Aquellos que están bien parecido
antes de tiempo si se van, mientras que los que quedan están mal desde hace
mucho tiempo, incapaz de cumplir con la ley, y algunos de ellos siguen siendo
por un período de dos, tres o cuatro años. En algunas ciudades de Chipre no es
una costumbre similar a esto "(Herodoto, 1199). (Véase también el
Diccionario de mitología griega y romana)
En su
forma de Ishtar, la diosa de la cultura sumeria se convierte en la diosa de la
belleza y la sensualidad babilónica, a la que agradaban los actos de amor
carnal y que para asegurar su veneración y culto se consagraban vírgenes al
servicio del templo, dedicándolas a la prostitución sagrada, es decir a
la prostitución selectiva y puntual, cuyo provento se dedicaba exclusivamente
al servicio del templo. En el gran templo de Ishtar en Babilonia, el E-ana,
cercano al Gran Esagifa, moraban las sacerdotisas que se dedican al servicio de
la diosa, es decir a efectuar actos de fornicación con los que pagan el precio
del rito que se entera en la caja del Templo. Las sacerdotisas tienen horarios
fijos de culto, no aceptan sino a aquél que ha pagado el precio a la Diosa y no
aceptan desviaciones del acto sencillo y directo. Están reputadas como religiosas
y se les acuerda un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su
templo. Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer acto
sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro del templo en la
forma de un rito, similar al de las sacerdotisas regulares del templo. Sobre
esta forma de veneración carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias,
se tienen modelos de arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto
femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los depósitos de
los templos y algunas referencias en Heródoto y Diodoro Sículo y luego en
Luciano, las cuales fueron repetidas por otros escritores posteriores en sus
obras históricas y costumbristas. Los escritores
clásicos son los únicos que describen este culto de forma objetiva, ya que en
la Biblia encontramos numerosas referencias a los actos "abominables”
de las canaanitas, como adoradores de una diosa lasciva de origen babilónico,
pero ninguna descriptiva. Ishtar es la diosa del panteón sumero-acádico que se
equipara a la Astarté canaanea y a la Afrodita griega. El origen del nombre es
incierto, tenemos la palabra acadia Ishtarati que significa diosas. La palabra
“diosas” escrito ideográficamente en sumerio significa Innana, que puede
derivar de Ninanna “Dama del Cielo”; escrito silábicamente en acadio deriva de
la forma Esh-tar, que probablemente significó “Dama de las Batallas”. La
Innana/Ishtar babilonia tiene tres diferentes mitos y tres formas distintas de
reinado divino, en las que se presenta en un aspecto diferente. El primero de
ellos es el que interesa particularmente porque es el aspecto de divinidad de
amor carnal, divinidad sensual, concernida especialmente con el sexo
extramarital. Los otros dos son el aspecto marcial como Señora de las Batallas
y el otro aspecto es el planetario-celeste asociada con Venus, la estrella de
la tarde.
En
su aspecto de divinidad amorosa Innana/Ishtar es la protectora de las
prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían
connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne
que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas,
pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa. “Una prostituta
compasiva soy”, dice Ishtar. Innana/Ishtar no es una diosa del matrimonio, ni
es una diosa madre. El matrimonio sagrado o la sacra hierogamia que se
representaba todos los años en el templo babilónico no tiene un implicación
moral ni es modelo de matrimonios terrestres, es un rito de fertilidad
altamente estilizado con tonos litúrgicos.
El
primer escritor que describe el sexo ritual o la prostitución ritual es
Heródoto en el siglo V a.J.C. , en sus “Historias” cuando describe el centro
religioso de la gran ciudad de Babilonia, ya venida a menos y anota las
costumbres poco usuales para un griego. Luciano en el siglo II, a.J.C., también
describe el mismo rito, pero esta vez en la ciudad de Biblos en el Líbano, en
un templo de Astarté. Las descripciones de actividades sexuales son comunes en
los glifos y relieves de los siglos del período dinástico temprano, con
posiciones eminentemente simples, durante el período dinástico acadio tenemos
que estas escenas tienen lugar en una cama con las patas en la forma de patas
de leones, con varias otras figuras como testigos en una especie de banquete
por lo que se deduce que debe tratarse no de un acto privado sino del
matrimonio sagrado (hierogamia sacra). Del principio del II milenio hay placas
de terracota cocida que representan escenas de actividades sexuales y otros que
representan órganos genitales femeninos y masculinos que deben ser amuletos.
Durante el período asirio se representa el acto sexual, con la mujer siempre
recostada en un altar, en los relieves y plaquetas, estas figuras deben
representar no la hierogamia sacra sino otra forma de adoración sexual,
probablemente lo que se ha llamado prostitución sagrada. Muchas de estas
plaquetas y figurillas se han encontrado en el Templo de Assur, claro indicio
del carácter sagrado del acto sexual que rapresentan.
Siendo
tal vez derivado de la figura de Diosa Madre, al mismo tiempo generadora y
nutricia, es decir que se ocupa del bienestar físico def hombre y de un
bienestar más sutil aún, el bienestar psíquico. lshiar fue llamada la
“Protectora de las Prostitutas” Hac. Har, raíz de los vocablos, “hourí”,
“hora”, “hetaera” y “harlot”, además de “harem”. Los atributos de Afrodita
derivan de su nombre, cuya raíz es aphrodis , la consumación gozosa de la sexualidad,
el acto carnal. En la “Odisea” su nombre se usa en este sentido aunque es muy
raro encontrar referencias a esta diosa en la época Micénica. En su viaje al
oeste, el concepto de la diosa Ishtar/Astarté, divinidad sexual, celeste y
maternal al mismo tiempo, el primer paso en la ruta es la isla de Chipre, el
sitio de Paphos. En la “Teogonía” de Hesíodo Afrodita nace de la espuma del mar
y toma tierra en Chipre, en Paphos. Esa espuma, dicho sea de paso, fue formada
por el choque de los órganos de sexuales de Uranos que Cronos cortó con una hoz
y arrojó al mar. De Chipre a Citerea es un corto trecho y de allí a Corinto,
otro. (ver el mapa) La ciudad del istmo tuvo conexiones marítimas con todos los
puntos del Egeo, además de con muchos de Levante y por supuesto con la isla del
cobre, Chípre, durante casi todo el I milenio a.J.C. Las “jóvenes complacientes
y hospitalarias” que describe Píndaro, en el período de las Guerras Médicas,
son devotas de la Aphrodita Pandemos. El culto a la Afrodita corintia en la forma
de prostitución ritual debió haber continuado hasta tiempos romanos según
escritos romanos que cuentan sus experiencias en templos corintios, antes de la
destrucción de la ciudad en el 146 a.J.C. La Biblia habla de las “abominaciones
canaanitas”, en términos de prácticas sexuales ofensivas porque eran efectuadas
en honor a dioses locales, pero no habla de la practica, extendida y
confirmada, de la prostitución sagrada en Babilonia en honor a la diosa Ishtar,
la misma Astarté o Ashtoret canaanita, sino en términos muy vagos y menos
condenatorias que a su contraparte canaanita. Una cierta repulsión o un
inconsciente deseo de obviar esta práctica ha influenciado para que no se haya
escrito una verdadera investigación seria del tema, que tiene ramificaciones sorprendentes
en el campo de los estudios religiosos.
Esta práctica se menciona ya en la Epopeya de Gilgamesh, que data de 7000
años a. C. aunque probablemente proceda de una más antigua tradición oral. Allí
se explica como éste héroe envía a una de las prostitutas sagradas del templo
de Isthar (conocidas como doncellas de gozo), para que haga el amor con el
salvaje Enkidu hasta lograr que éste venza su lado más instintivo y conecte con
su espiritualidad. Allí se describe cuál era la función de estas mujeres:
iniciar, iluminar y transmutar, llevando al hombre a un umbral superior de
conciencia. Como explica Qualls, «era virgen en el sentido original de la
palabra: una persona de profunda integridad que recibía a los extranjeros de un
modo radiante y sensual. Su razón de ser era conducir a la Diosa del Amor hacia
el contacto directo con la humanidad».
La última referencia a la prostitución sacra que conocemos es de Enheduanna
(2300 a. C.), la primera historiadora cuyo nombre y escritos se han preservado,
que era sacerdotisa de la diosa de la Luna e hija de Sargón de Agade, cuyo
reino se extendía desde el Mediterráneo hasta Persia.
Pero en tiempos de Jesús seguían existiendo mujeres que iniciaban en el sexo
sagrado (hierodulas), a las que los profanos calificaban despectivamente como
prostitutas. Es llamativo que los primeros Padres de la Iglesia llamasen
prostitutas a mujeres que luego santificaron, como Magdalena o María Egipciaca,
y a herejes como la compañera de Simón el Mago, el primer cristiano gnóstico que
menciona el Nuevo Testamento.
Pese a lo que sugiere Brown, el Hieros Gamos no era nada parecido a una orgía
sexual comunitaria. Se realizaba en un recinto sagrado, y en él participaban
tan sólo la sacerdotisa, el rey (o iniciado) y la Divinidad. Si bien en ciertos
días de primavera, simultáneamente a ese rito privado, el pueblo participaba en
ritos sexuales colectivos que contribuían a la regeneración de la tierra y la
vegetación, éstos siempre se celebraban fuera del templo.
Según Brown, este rito «no tiene nada que ver con el erotismo; se trataba de un
acto espiritual». Por el contrario, al ser un acto mágico cuya intención era
abrir una puerta hacia la divinidad, para conseguirlo tenían que generarse una
pasión y un fuego sagrados, que debían ser canalizados. Y éstos, obviamente
están conectados con el principio de Eros, que representa el impulso de vida y
regeneración.
«Desde los días de Isis, los ritos sexuales se consideraban los únicos puentes
que tenía el hombre para dejar la Tierra y alcanzar el cielo», asegura Langdon.
Pero desde las antiquísimas prácticas chamánicas hasta hoy han existido muchas
formas de acceder a planos superiores. Si bien es cierto que los iniciados
siempre han considerado la utilización sacramental de la sexualidad como la vía
más rápida, y esto no sólo desde los Misterios de Isis sino en los previos de
Isthar y otros más antiguos.
«La tradición hebrea primitiva
–prosigue Langdon– incluía ritos sexuales, y en el Templo… Los hombres que
buscaban la plenitud sexual acudían al templo a visitar a las sacerdotisas o
hierodulas, con las que hacían el amor y experimentaban lo divino a través de
la unión carnal». Aunque los críticos se escandalizan ante la primera
afirmación, este es un hecho reconocido aún por expertos católicos, aunque
sostienen que los sacerdotes judíos lo hacían para obtener dinero para el
Templo… Por lo demás –en antiguos cultos– las mujeres, al ser iniciadas en los
Misterios de la Gran Diosa, consumaban este rito con un sacerdote; como explica
la psicoanalista Esther Harding entregaban allí su virginidad, no como un
sacrificio sino como un acto de liberación para no pertenecer a nadie y ser
dueñas de ellas mismas, una idea que resulta incomprensible para cualquier
crítico de mentalidad machista.
Según Langdon, más de diez sociedades secretas en todo el mundo –muchas de
ellas bastante influyentes– siguen practicando ritos sexuales y mantienen vivas
las antiguas tradiciones. En realidad, la canalización de la energía sexual
forma parte de la alquimia interna y de las prácticas más poderosas mantenidas
en secreto por infinidad de grupos, desde los egipcios y los taoístas hasta
hoy.