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viernes, 6 de enero de 2012

LA REBANADILLA

Las nuevas aportaciones a través de la arqueología de gestión, nos dibujan un panorama diferente al hasta ahora conocido para el momento de colonización fenicia en la Bahía de Málaga. El hallazgo y el estudio de nuevos yacimientos vinculados a este proceso que entronca directamente con el Bronce Final y su continuidad hasta época romana. Es el caso del yacimiento fenicio de la Rebanadilla y la necrópolis asociada de Cortijo de San Isidro, localizados en la obra del aeropuerto de Málaga, en la margen derecha del Guadalhorce cerca de su desembocadura, que nos indica la llegada de gentes del Mediterráneo Oriental y Central en momentos tempranos, y la consolidación posterior de Malaka como ciudad fortificada fenicia a través de las investigaciones realizadas en las excavaciones del Museo Picasso y Cister
A lo que se sabía, los restos arqueológicos de la Rebanadilla aportan antigüedad, pero no sólo eso. La complejidad de los restos más antiguos, de muchas procedencias, nos habla no sólo de un mundo mediterráneo que empieza en su conjunto a interrelacionarse con una fuerza sorprendente, desde Grecia y Siria Palestina hasta el Atlántico, pasando por Cerdeña, sino también de que probablemente hay que ampliar el concepto de los fenicios como protagonistas y colonizadores para integrar en el proceso a otros grupos de su zona de origen, incluso quizás con la participación de habitantes de otras zonas intermedias en el proceso colonizador. 

En las obras de ampliación del aeropuerto de Málaga, en el yacimiento de la Rebanadilla, en el margen derecho del Guadalhorce, se excavó una parte de un amplio conjunto de restos fenicios, que ya hoy en día están literalmente bajo tierra. Tienen una doble importancia. A escala más general, son claves porque muestran restos fenicios de, como mínimo, el siglo IX a. C., con una continuidad de varios siglos. Lo importante es su antigüedad, que apunta a algo que ya algunos venimos defendiendo desde hace años: que probablemente tienen razón las fuentes literarias que hablan de la fundación de Cádiz y otros asentamientos para los siglos XII-XI a. C.
Este yacimiento, que ocupa 3,4 hectáreas en las proximidades del río Guadalhorce, en su margen derecha, ha revelado nuevos datos sobre los fundadores de la Malaka fenicia. La fase más antigua corresponde con una serie de estructuras de grandes dimensiones relacionadas con la producción de metales, principalmente bronce. En ella se han encontrado elementos relacionados con este tipo de manufacturas, como las escorias y perlas de fundición, elementos residuales del tratamiento del mineral durante el proceso de transformación en metal, un molde para la fabricación de pequeños lingotes de bronce y objetos elaborados como puntas de flechas o anzuelos, así como las toberas de los hornos de fundición.

La segunda fase corresponde con un poblado fenicio caracterizado por la construcción de los diferentes edificios de planta rectangular mediante adobe secados al sol. Las habitaciones tienen las paredes y los suelos revestidos por un enlucido de color amarillo En algunos casos se han localizado contrafuertes y bancos corridos apoyados en los muros. "En esta fase se han documentado cerámicas provenientes de lugares diferentes del Mediterráneo, como Grecia o Cerdeña, que hablan de las abundantes relaciones comerciales que se tenían con el resto de los pueblos del Mediterráneo", señala el equipo de arqueólogos de Aena en su estudio. En un tercer momento se construye un nuevo asentamiento mediante habitaciones rectangulares, con muros con zócalos de piedra y suelos realizados mediante conchas de bivalvos. Por último, en una cuarta fase, aparecen cabañas dispersas, dependientes seguramente de otros centros urbanos.

Con los fenicios, en todo caso, viene el saber concentrado de más de dos mil años de evoluciones de las sociedades urbanas del Próximo Oriente y Egipto y, entre otras cosas, la escritura, nuevas tecnologías y formas de explotación agrícola. Se pasa de la prehistoria a la historia en el sur de la Península Ibérica, en esta misma y podríamos decir que también en la propia Europa Occidental. A lo que sabíamos, los restos arqueológicos de la Rebanadilla aportan antigüedad, pero no sólo eso. La complejidad de los restos más antiguos, de muchas procedencias, nos habla no sólo de un mundo mediterráneo que empieza en su conjunto a interrelacionarse con una fuerza sorprendente, desde Grecia y Siria Palestina hasta el Atlántico, pasando por Cerdeña, sino también de que probablemente hay que ampliar el concepto de los fenicios como protagonistas y colonizadores para integrar en el proceso a otros grupos de su zona de origen, incluso quizás con la participación de habitantes de otras zonas intermedias en el proceso colonizador.
El panorama gana complejidad y, a la vez, Málaga refuerza su centralidad en el juego: no hay una ciudad como Cádiz, o un espacio como el posterior Castillo de Doña Blanca enfrente de Cádiz, pero sigue teniendo la mayor concentración de colonias fenicias del Mediterráneo occidental, una concentración que ya por sí misma sirve para sepultar la idea de que la colonización fenicia habría tenido un papel substancialmente ligado al comercio de los metales.
El yacimiento ayuda también a resituar el problema del Cerro del Villar, un poco más abajo, en la desembocadura del mismo río Guadalhorce, que durante años fue objeto de especulaciones sobre si se trataría o no de una primera Málaga que luego se trasladaría al lugar de la actual, alrededor de la Alcazaba-Gibralfaro. Los últimos descubrimientos en la propia ciudad han contribuido mucho a dejar de lado esta idea. No estoy seguro, sin embargo, de que se piense suficientemente bien el problema. Hace también años que se ha defendido con poco éxito que sería bueno pensar en la ciudad de Málaga a la manera de lo que conocemos de otras ciudades fenicias cartaginesas: un ámbito con un punto fortificado central, y diversas poblaciones menores ocupando puntos estratégicos y desarrollando actividades productivas, como la fundición de bronce constatada en la Rebanadilla. En este sentido, se entiende bien que en la bahía del río más importante de la vertiente mediterránea andaluza se desplegaran la Rebanadilla, Cerro del Villar y otros asentamientos similares, manteniéndose, quizás desde muy al principio, el núcleo defensivo de la Malaca de Alcazaba-Gibralfaro y sus zonas aledañas. ¿Se puede entender que el yacimiento de la Rebanadilla, excavado sólo parcialmente, un yacimiento que fascinó a los asistentes del VII Congreso de estudios fenicios y púnicos celebrado en Túnez, sepultado ya, no pueda seguir dando frutos para la comprensión de fenómenos tan ricos? Yace enterrado, por suerte, al parecer, no destruido, en los terrenos del aeropuerto de Málaga.

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