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domingo, 18 de diciembre de 2011

EL CERRO DEL PEÑON

Ya desde sus primeras fases de ocupación, a principios del siglo VIII aC, y durante toda su frecuentación, la obtención de metales fue uno de los intereses primarios de los fenicios que fundaron este enclave.
Las características tecnológicas de la obtención de metales en el Primera Edad del Hierro son todavía en gran medida desconocidas. En particular, los estudios en el área peninsular bajo los influjos orientalizantes fenicios se han polarizado en la metalurgia de la plata del suroeste, sin que hasta el presente se hayan podido resolver la mayoría de las incógnitas planteadas.
Este  yacimiento  fenicio llamado Cerro del Peñón, se encuentra en una elevación del terreno en la margen derecha del río Vélez, se caracteriza por su piedra arenisca, explotada desde antiguo como cantera.
Con el registro de datos actualmente disponible sobre la metalurgia del Cerro del Peñón
se puede afirmar que toda la ocupación del sitio ha estado caracterizada de especial manera por una economía orientada a la producción y comercio de metal. El estudio científico de estos materiales proporcionará en su momento información sobre el nivel tecnológico alcanzado por los fenicios en esta época.
En el Cerro del Peñón se plantea tanto su cronología, como también cual sería su función, ya que aquí se encontraron una serie de restos de alabastrones y de thimiaterion o “quemaperfumes” de bronce, siendo estos elementos algo típico del ajuar usado dentro del mundo funerario fenicio. Por esta razón, quizás pudo ser la, o al menos, una de las necrópolis de Toscanos. Entre lo hallado también hay una serie de piezas cerámicas griegas de importación, como ánforas áticas tipo Sos o ánforas de la isla de Chíos. También se halló un alabastrón corintio antiguo y varios fragmentos de “bucchero sottile” etrusco.
En su cima se halla un asentamiento de entre los siglos VII y VI a.C. que, tras ser abandonado, volvió a estar habitado en época medieval (siglos X y XI). Los investigadores consideran este yacimiento como una zona de expansión de Toscanos, con dos áreas bien diferenciadas en su primera época: una de hábitat y otra industrial. En esta última se ha localizado una serie de hornos de fundición de metales. Dista unos 800 metros de la actual línea de costa, aunque en época fenicia el mar bañaría casi toda su base.
Estos objetos podrían pertenecer a la primera necrópolis de Toscanos, que aun hoy día no ha sido descubierta. La necrópolis fenicia arcaica de Toscanos no se puede colocar cronológicamente antes del siglo VII a.C. (y por tanto no hay ninguna tumba del siglo VIII a.C.), estando localizada en la zona de Cerro del Mar. De esta forma, y basándose en una tesis antigua, que hoy día esta siendo retomada por los especialistas, quizás en Cerro del Peñón pudo darse un santuario, que se manifestaría en la existencia allí del thimiaterion, y quizás aquí pudo estar la necrópolis primigenia.

Junto a esto, en la falda de Cerro del Peñón se localizaron restos importantes de unas instalaciones metalúrgicas que pudieron ser usadas para la obtención del hierro. Se sabe por tanto que en el estrato IV de Toscanos hay un barrio “industrial” cuyo objetivo sería la obtención de manufacturas de cobre y de hierro, para uso local. Aquí se vería, por tanto, la existencia de un grupo de especialistas para obtener estas manufacturas, y por tanto de una sociedad con cierta organización social y separación profesional.
  Hay hornos de pequeño tamaño, de no más de 50 cm. de diámetro, que poco tienen que ver con el modelo propuesto por Keesmann y Niemeyer para los restos encontrados en el mencionado Cerro del Peñón, a partir de los cuales reconstruyeron un horno de cuerpo tronco-cónico de unos dos metros de base circular y algo menos de altura, con boca de salida de escorias.
  Se encuentran también escorias pobres en sílice y arrastran mucho hierro sin reducir que se pierde en la escoria en  un taller fenicio que se fecha en el siglo VII . Las temperaturas teóricas de fluidificación son similares a las de las escorias de La Fonteta. Con esas exigencias térmicas es imposible obtener una escoria fluida que pueda ser evacuada sangrando el horno.

Thymiaterion es el nombre que recibe un tipo de quemaperfumes utilizado en la antigüedad. Éste del Cerro del Peñón tiene un quemador decorado con 45 gallones o gajos irradiados desde el centro hasta formar en el borde unas especies de ovas, siendo lisa la parte superior del borde y ligeramente vuelta hacia el exterior. Bajo esta pieza se acopla un adorno en forma de flor de 8 pétalos invertidos. El pie es cónico, hueco en la parte inferior, mientras en la superior se dispone en forma de eje para poder engarzar en los correspondientes orificios abiertos en el centro de la flor y el quemador. Esta pieza fue hallada en el Cerro del Peñón, en las proximidades del río Vélez, un yacimiento próximo al poblado fenicio de Toscanos, en el que también se han encontrado restos de una instalación metalúrgica. Probablemente, Chipre era el lugar de mayor producción de quemaperfumes, donde se han hallado más ejemplares, pero parece que en la Península Ibérica existían también lugares donde se fabricaban, tanto para abastecer la demanda local como la del Mediterráneo occidental. La clase alta fenicia se distinguía ciertos actos rituales y por la categoría de los utensilios que empleaba; una de estas ceremonias era la quema de perfumes en acontecimientos religiosos, por lo que existiría una gran demanda de estos objetos de lujo. Conocemos algunas piezas parecidas a ésta, como el thymiaterion Clerq de París, cuya base y adorno floral son similares, o el de Villagarcía de la Torre (Badajoz), que tiene un quemador parecido.
La presencia de estos ejemplares de indudable origen chipriota en nuestra Península constituyen un nuevo dato de importancia para el conocimiento del modo orientalizante en la Península Ibérica. Por una parte se añaden a las escasas importaciones chipriotas seguras conocidas hasta ahora en la Península, confirmando así el importante papel que esta isla debió ejercer en el proceso de aculturación de la Península en el periodo orientalizante, y que conocemos sobre todo más por influjos indirectos que por importaciones seguras, tal vez por el papel de intermediario que debió representar en estos primeros contactos coloniales.
Por otra parte, estos thymiateria son una notable aportación a la serie de elementos orientalizantes de la Península que en estos últimos años se viene sistematizando, especialmente al conjunto de bronces  entre los cuales vienen a ocupar, junto con el thymiaterion del Cerro del Peñón, un lugar destacado. La existencia entré dichos bronces de estos seguros elementos importados permitirá lograr mayores y más seguras precisiones sobre el origen de algunos otros bronces orientalizantes considerados tartésicos.
La presencia de estas importaciones seguras, el muy puro sabor chipriota de algunos bronces, especialmente ciertos jarros, pateras y «braseros», y el papel jugado por ciertos centros de importancia, como debió ser Cádiz, creemos que exigirán una revisión de ideas simples mantenidas hasta ahora, y en todo caso obligan a mantener cierta prudencia a la hora de determinar los centros de fabricación de todas estas piezas.

LOS HINTERLAND FENICIOS

EL HINTERLAND DE MAZARRON

EL HINTERLAND DE VINARRAGELL

 HINTERLAND TARTESICO EN LA MANCHA

 SEXI Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL RIO GUADALHORCE

EL HINTERLAND DE LA FONTETA

 EL HINTERLAND DE ANDALUCIA

  EL  HINTERLAND DE HUEVA

EL HINTERLAND DE GADIR

ALHONOZ Y SU HINTERLAND 

EL HINTERLAND DE EXTREMADURA

CASTULO Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL CERRO DE ALCORCON

EL HINTERLAND DE MASTIA

AKRA LEUKA Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND  DE SUKRO – CULLERA

EL HINTERLAND DE  AMPURIAS

HINTERLAND DE ALLONIS