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martes, 31 de enero de 2012
LIXUS
En la costa noroccidental de Marruecos, hay una loma que se adentra en el océano y el territorio donde se asienta la llamada al-´Arâ´is (jardín de las flores) desemboca del río Lucus…
Los restos arqueológicos de la ciudad de Lixus se hallan junto al río Lucus, sobre unas colinas situadas a unos 3,5 Km. al este de Larache. “Según la tradición, hacia el año 1.100 a.C., los fenicios fundan tres ciudades en Occidente: Gades (en la península ibérica, actual Cádiz), Utica (en Túnez) y Liks, Lixos o Likus, en la margen derecha del río Lucus y a unos cuatro kilómetros del mar, en una colina conocida actualmente en la zona con el topónimo de Shemmish. El yacimiento, en el que conviven vestigios fenicios, romanos, griegos y musulmanes, se extiende sobre una colina a las afueras de la ciudad costera de Larache (norte de Marruecos), cuyos habitantes se han levantado contra este proyecto. Solo se conoce una ínfima parte del yacimiento debido a unas obras de construcción.
En la parte del yacimiento que ya se ha sacado a la luz, la forma de la antigua ciudad se revela en vestigios medio ocultos por la maleza: cubas para la salazón de pescados, arcos de acueductos, plantas de viviendas o templos, caminos.
En cuanto a los descubrimientos, se encontraron inscripciones en lengua púnica, algunos edificios monumentales, ciertas tumbas y las fábricas de salazón comunes por todo el Mediterráneo. Varias fragmentos de cerámica fenicia de engobe rojo, un cazo de bronce de origen chipriota.
Las cerámicas, a mano y a torno (engobe rojo, cerámicas grises, claras, pintadas y ánforas de transporte), indican estrechas relaciones con el litoral andaluz ya que desde el puerto de Lixus salían hacia el Mediterráneo, además de alimentos, pieles de animales, madera de tuya, elefantes, para los ejércitos, marfil, plumas y huevos de avestruz, materias con las que la sociedad de cultura orientalizante fabricaba objetos de lujo como los que se encuentran habitualmente en las tumbas importantes. Hay vajilla de bronce de Chipre, exponente de un nivel económico destacado.
Como otros muchos centros fenicios de Occidente, Lixus experimentó una crisis a finales del siglo VI a.C. debido, en parte, a la reorganización del poblamiento colonial después de la caída de Tiro (Líbano) (538 a.C.), metrópolis de donde eran originarios sus fundadores.
Tras la primera época colonial y hasta el siglo IV a.C. tiene lugar una fase cultural que denominamos púnica (de phoeniké, fenicio en griego) para designar la continuidad de la tradición fenicia en Occidente, con datos arqueológicos todavía escasos en Lixus, pese a los vestigios aportados por las últimas actuaciones ; destacan algunas tumbas de la necrópolis de Raqqada, al noroeste de Lixus.
El púnico era la lengua oficial y como tal consta en las monedas de la ciudad, acuñadas en bronce, en cuyos reversos aparecen, entre otros motivos, racimos de uva, espigas y atunes, como exponente de los recursos del lugar, además del emblemático altar.
Los anversos con cabeza masculina tocada con un gorro cónico son los más comunes.
Algunas estelas epigráficas contienen, sin embargo, textos inscritos en púnico y en libio, que refuerzan la tesis de la pluralidad étnica propia de Lixus.
A esta ciudad fenicia, y más tarde romana, hacen mención las fuentes clásicas: el periplo de Scylax de Caria, del s.VI a.C., se refiere a ella como ciudad fenicia. En la “Historia Natural”, Plinio el Viejo, s.I d.C., sitúa en Lixus el Jardín de las Hespérides, con sus árboles cargados de manzanas de oro. Por otra parte, el Periplo de Hannón, s.V a.C., narra una expedición cartaginesa en la que las naves atravesaron el Mediterráneo de Este a Oeste, pasaron Gibraltar, siguieron la costa africana del actual Marruecos y penetraron en el golfo de Guinea. En él se hace referencia a los lixitas, habitantes de Lixus.
El geógrafo conocido como Pseudo-Scylax (s. VI a.C.) califica Lixos de ciudad fenicia y habla de otra ciudad autóctona en la orilla opuesta del río. El famoso explorador cartaginés Hannón (s. V o s. IV a.C.) señala en su Periplo que, habiendo encontrado lixitas nómadas con sus rebaños en las orillas del río Lixos, los tomó como intérpretes porque hablaban el púnico y la lengua local. Estrabón (final del s. I a.C.) dice que el comercio del litoral atlántico del norte de la antigua Mauritania estaba centralizado en Lixus. Pero el testimonio más importante y más detallado es el de Plinio el Viejo (murió en el 79 d.C.) quien alude a una isla en la desembocadura del río en la que había un altar o templo dedicado a Hércules -eqivalente al dios fenicio Melqart- supuestamente construido en el s. XII a.C., anterior, por tanto, al de Gadir (Cádiz). Con un cierto escepticismo relata después las leyendas de los Trabajos de Hércules contra el gigante Anteo, cuyo palacio sitúa en Lixus, así como la expedición del héroe al Jardín de las Hespérides para coger las manzanas de oro, vigiladas por un dragón que el antiguo naturalista romano ve reflejado en los meandros del río, previos a su desembocadura en el Océano.
Dice Plinio el Viejo en su descripción de Lixo en su Historia Natural, que el comienzo de la tierra se llama las Mauritanias, reinos hasta el emperador Gayo, el hijo de Germánico; por la crueldad de aquél fueron divididas en dos provincias. Los griegos dan el nombre de Ampelusia al cabo más lejano del Océano. Más allá de las Columnas de Hércules han desaparecido las poblaciones de Lisa y Cotas, ahora está Tánger, fundada en otro tiempo por Anteo; después el emperador Claudio, al hacerla colonia, la llamó Julia Traducía. Dista de Belo, población de la Bética, treinta mil pasos por la ruta más corta. A veinticinco mil pasos de ella en la costa del Océano está la colonia de Augusto Julia Constancia Zulil, separada del poder de los reyes y obligada a pasarse a la jurisdicción de la Bética. A treinta y dos mil pasos de ella está Lixo, convertida en colonia por el emperador Claudio. Los antiguos hablaron de ella con muchísimas leyendas: allí estaba el palacio de Anteo y tuvo lugar su lucha con Hércules, también estaban los Jardines de las Hespérides. Por lo demás, desde el mar se extiende un estuario con un curso muy sinuoso, que ahora se cree que eran las serpientes que estaban a modo de guardia. Encierra dentro de él una isla, que es la única que no inundan las mareas, a pesar de que el espacio circundante es un poco más elevado que ella. También queda allí un altar de Hércules, y, excepto unos acebuches, nada de aquél aurífero bosque del que hablaban.
Por supuesto que no se extrañarían tanto de las tremendas patrañas griegas publicadas acerca de estos lugares y del río Lixo quienes pensaran que nuestros autores, y no hace mucho, han transmitido algunas cosas no menos prodigiosas: que esta ciudad era muy poderosa e incluso mayor que Cartago Magna; que, además, estaba situada frente a ella y a una distancia casi inmensa de Tánger, y otras cosas que Cornelio Nepote se creyó enseguida.
A cuarenta mil pasos de Lixo en el interior está otra colonia de Augusto, Baba, llamada Julia Campestre…
Pero si la tradición literaria sitúa el nacimiento de Lixus en el siglo XII a.C., los hallazgos arqueológicos no permiten ir más allá del s.VIII a.C. Sabemos que, a partir del s. III a.C. Lixus conoce una prosperidad urbana importante, que se extiende a lo largo de varios siglos. En el 42 d.C., bajo el reinado del emperador Claudio, Lixus se convierte en ciudad romana, siendo la época en la que se construyen varios monumentos públicos y casas privadas ricamente decoradas. (del prólogo de “Larache a través de los textos”).
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lunes, 30 de enero de 2012
SEXI- ALMUÑECAR
Cerro de Montecristo, en Almuñecar (Granada) donde se emplaza la fenicia Abdera, situada a unos 300 metros al noreste de la actual población, junto y en la orilla derecha del antiguo cauce del Río Grande o de Adra.
La extensión del establecimiento fenicio en el s. VIII-VI a.C., según los datos proporcionados por los sondeos, debió alcanzar unas 3 hectáreas, con una demografía mixta, indígena y oriental, de un millar de habitantes en su apogeo.
La ciudad estaba en un promontorio al estilo de península. Tenían agua dulce y abundante pesca, estaban rodeados de valles fértiles y exportaban madera de pinos y encinas por todo el "Hinterland"
Se encontraron varios materiales:
n Varias urnas de Alabastro con inscripciones jeroglíficas egipcias de Faraones de con inscripciones egipcias de los faraones Osorkon II, Takelot II y Chechonq de la dinastía XIII fechadas entre850 y el 773 a.C., según las cartelas.
n Ajuares cerámicos de barniz rojo dispersos y fragmentados, fechadas con sobre el siglo III a C.
n Un plato fenicio de barniz rojo.
n Numerosas monedas de bronce, de las que se han establecidos verios grupos,con epigrafía púnica, con epigrafía neopúnica y latina ,representándose en ellas la cabeza de Melkart o Hércules, atunes, delfines, símbolos astrales, proa de nave y la leyenda SKS.
n Cerámicas de barniz rojo, como oinochoai piriformes, jarros de boca de setas, platos y lucernas,
n Otras especies cerámicas comunes, kotylai protocorintias.
n Huevos de avestruz decorados o pintados, frecuentes en Cartago y numerosos en las necrópolis de Puig des Molins y Villaricos.
n Pendientes globulares de oro análogos a los de Trayamar fechados en la segunda mitad del s. VII a.C.
n Un colgante anular de plata con escarabeo basculante.
n Un estuche porta-amuleto o «mezuzot» de plata de la tumba idéntico al del Castillo de Doña Blanca y al de la tumba de Yadamilk de Cartago fechables en la primera mitad del s. VII a.C.
n amuletos y adornos personales.
El topónimo de la ciudad se transcribe como Ex o Eks por los griegos, Sex o SKS por los púnicos y Sexi o Firmun Iulium Sexitanum por los romanos.
Hecateo de Mileto, quien a principios del s. V a.C., citó y situó algunas ciudades de Iberia entre las que se halla «Sixos, ciudad de los mastienos». Conocidas por los griegos focenses y samios las costas meridionales ibéricas, éstos crearon el mito de que el reino de Tartessos se extendía hasta Mastia, situada en Cartagena y, en consecuencia, las ciudades fenicias de la costa andaluza pertenecerían a los mastienos.
Hacia el 200 a.C. Ateneo de Naucratis, tomando la cita de Difilo de Sínope en el s. IV a.C. y refiriéndose a las salazones de pescado, afirma que «las de Iberia, llamadas sexitanas, son las más finas y suaves».
Quizás sea el geógrafo griego Estrabón, quien hacia el cambio de era nos proporcionó los datos más interesantes sobre los fenicios en Almuñécar, al referirse a la fundación de Cádiz.. Estrabón sitúa a Sex al oriente de Malaca, denominándola «ciudad de los exitanos», de la cual las salazones hispanas reciben su nombre.
El uso del ocre en los enterramientos era una práctica griega, pero se trata más bien de un rito muy generalizado desde el epipaleolítico hasta la iberización.
La cronología de Laurita quedaría definida dentro de los tres primeros cuartos del s. VII a.C.
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domingo, 29 de enero de 2012
MALAKA
La ciudad fue fundada por los fenicios, quienes construyeron un poblado cerca del cerro donde hoy se encuentra la Alcazaba.
Malaka fue el nombre originario de la actual ciudad de Málaga, en el sur de España. Este asentamiento fenicio, fundado en el siglo VIIi a d C en el entorno del Cerro Gibralfaro, fue bautizado con el nombre Mlk, que según algunos autores, significa factoría. Para otros, es el nombre de una deidad fenicia.
La ciudad tenía su propia ceca (de la voz fenicia sikka) y acuñaba moneda. Como ya sabemos, la base económica de Malaka estaba constituida por la obtención de la púrpura, el trabajo del metal (con la orfebrería incluida) y, sobre todo, las salazones de pescado y, a este respecto, se han encontrado redes de pesca bastante tupidas, lo que nos hace pensar en la captura del boquerón.
La ciudad primitiva la conocemos por fuentes como Estrabón o Pompilio. El primero de ellos habla de Mainake y Malaka, de la que dice que era una ciudad semita, de planta irregular, a diferencia de Mainake, que se encontraba mucho más al este, y cuyas casas seguían un trazado totalmente ortogonal. Por todo lo expuesto y por la numismática pensamos que Malaka coincide con Málaga, mientras que Mainake se corresponde con el yacimiento fenicio de Toscanos. Malaka para algunos significa emporio, lugar de trabajo, factoría o incluso “aderezo con sal”, lo que implica que las salazones de pescado constituían el pilar fundamental de la economía de la ciudad, que llegó a alcanzar 6 o 7 hectáreas. Ubicada en la bahía de Málaga, Malaka se extiende a los pies de la colina donde se emplazan las fortalezas medievales de la Alcazaba y Gibralfaro, próximo al cauce del río Guadalmedina.
Si pensáramos que la ciudad de Malaka se había fundado únicamente con los habitantes del Cerro del Villar, sería fenopúnica. Pero hoy sabemos que la ciudad ya existía en el S. VII. Los materiales más antiguos que teníamos con anterioridad a las últimas excavaciones y que hacían referencia a un pasado anterior a la época romana, procedían del derribo de la Alcazaba y el Teatro Romano. El carácter costero y la clara vocación marinera de los asentamientos fenicio-púnicos malagueños, algunos de ellos importantes centros portuarios, va más allá de su valoración como meras escalas en la navegación del Estrecho, aunque hayan desempeñado, y lo seguirán haciendo, un papel destacado en una de las principales vías comerciales del Mediterráneo occidental, aquella que conducía a Gadir como principal emporio en el comercio con Tartessos y, en la época que nos ocupa, a la ruta del Atlántico, igualmente capitalizada por la ciudad fenicia.
El área estaría posiblemente ocupada por cabañas distribuidas de manera dispersa, de las que se excavó un fondo en la plaza de San Pablo, rodeado de silos. La cabaña estaría construida con adobes y elementos orgánicos vegetales, presentaba planta oval y en su interior conservaba restos de combustión, restos faunísticos, elementos metalúrgicos de fundición de cobre y abundante cerámica a mano, fundamentalmente de cocina (85, 5%) con importaciones fenicias a torno (14,5%) consistentes en ánforas, pla tos y cuencos de barniz rojo, pithoi, urnas, lucernas y ampollas. Tras la conquista de los territorios fenicios por Nabucodonosor II, Malaka pasa a ser dominada por los cartagineses sobre el 573 a. C. Los romanos conquistaron la ciudad en el año 218 a. C. tras las Guerras Púnicas, y la llamaron Malaca.
Entre el ajuar de la necrópolis ha aparecido gran cantidad de cerámica griega (de importación) y, entre todo ese volumen de materiales se ha encontrado un conjunto de cuatro pendientes de oro. Lo que esto nos indica es que Malaka debía contar con talleres metalúrgicos de importancia, algunos de los cuales estaban dedicados a los trabajos de orfebrería. La presencia de cerámicas y otros objetos de distintos puntos del Mediterráneo en las excavaciones urbanas de Málaga pueden contribuir al conocimiento de las relaciones comerciales de la antigua Malaka a partir del siglo VI a.C., que continúan mostrando la presencia de objetos griegos y etruscos ya conocida en el siglo VII a.C. en los asentamientos coloniales de Toscanos y el Cerro del Villar. En el primer conjunto que se data por sus excavadores en el segundo tercio del siglo VI a.C., las cerámicas griegas son el 8,8% del total. Están presentes las ánforas samias, lesbias, clazomenias, ánforas “à la brosse”, jonias indeterminadas, así como ánforas del continente corintias tipo A y SOS áticas. Las ánforas de la Grecia del Este son un 12% del conjunto, mientras que las ánforas áticas y corintias suponen un 23% del conjunto.
Por lo que respecta a los contenidos, el 60% de las ánforas estaban destinadas al transporte de aceite y el 40% al de vino. Entre la cerámica fina destacan las copas para beber de producción samia, que sumadas a otros fragmentos de vasos jonios como aryballos, cuencos, hidrias o jarritos y a las ánforas, otorgan un 54,34% de importaciones jonias sobre el total del conjunto. Otras producciones presentes son las áticas, con fragmentos de oinochoes, lekánides y copas de figuras negras, así como algunos fragmentos de producción massaliota. Por su parte, el conjunto del sector del teatro, correspondiente a la fase Málaga IB de las excavaciones de Gran Aymerich, comprende un periodo situado entre el último tercio del siglo VI a.C. y el primer cuarto del V y presenta diferencias acusadas respecto del horizonte de importaciones precedente. En primer lugar destaca el predominio de las producciones áticas, tanto en ánforas como en cerámicas finas, entre las quese encuentran copas de bandas, de barniz negro y de figuras negras..
EL SANTUARIO DE NOCTILUCA
La más impresionante de todas las salas, a la que se llega pasando por una serie de galerías laberínticas, es el Santuario de Noctiluca, sala en la que se encuentra un “betilo” o formación rocosa en la que la imaginación nos hace ver un perfil tosco femenino con una especie de tocado atravesado por una oquedad redonda, que simbolizaría a la Luna. Al pie de este misterioso rostro se encuentra otra formación de menor tamaño, con una curiosa forma de media luna, que nos hace recordar la media luna a los pies de la Virgen María Inmaculada, o la antigua barca de Isis. Una serie de pilas o vasos comunicantes rodea el conjunto en forma descendente, haciendo caer el agua que se infiltra sobre todo en época de lluvias, desde la pila superior hasta la inferior. En estas pilas se encontraron restos de cenizas pertenecientes a animales sacrificados, que sitúan la utilización del complejo ritual en el Neolítico.
Rufo Fiesto Avieno dice en su “Ora Marítima” : “... bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake o Málaga) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca” . Noctiluca era esa diosa lunar de la fecundidad, la vida y la muerte del Neolítico, anterior al parecer incluso a los tartesios, que entre los fenicios fue representada en forma de betilo en la Tierra, y por las distintas fases de la Luna en los Cielos. El culto a esta divinidad, bajo estos mismos elementos, fue representado también en las monedas fenicias de Malaka (Málaga), todo lo cual confirma a la llamada Cueva del Tesoro como el antiguo Santuario de esta antiquísima y misteriosa divinidad.
Rufo Fiesto Avieno dice en su “Ora Marítima” : “... bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake o Málaga) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca” . Noctiluca era esa diosa lunar de la fecundidad, la vida y la muerte del Neolítico, anterior al parecer incluso a los tartesios, que entre los fenicios fue representada en forma de betilo en la Tierra, y por las distintas fases de la Luna en los Cielos. El culto a esta divinidad, bajo estos mismos elementos, fue representado también en las monedas fenicias de Malaka (Málaga), todo lo cual confirma a la llamada Cueva del Tesoro como el antiguo Santuario de esta antiquísima y misteriosa divinidad.
Es posible que además de Noctiluca y Astarté tuvieran una divinidad, como Shmun, a la cual rendían culto en Malaka ya que viene representado en unas monedas en las que aparecería como un joven imberbe tocado con un sombrero cilíndrico. Esta imagen se da también en Beirut, Tiro y Sidón donde esta divinidad se situaba en la cumbre del panteón.
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