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lunes, 13 de marzo de 2017

OCRE


  El poderoso  atractivo del color lo hizo destacar entre los demás ya en las grandes culturas orientales de las que el mundo grecolatino va  a adquirir la mayor parte de sus conocimientos técnicos y de su  sensibilidad estética.
  Acaso por ser el pigmento más utilizado en épocas anteriores a las históricas; tal vez por ser tierras ocres la base del suelo mediterráneo; o quizá por ser el color de la sangre, derramada para buscar el favor de los dioses.
 El simbolismo atribuido al rojo en la más temprana antigüedad lo hizo asimilarlo, para siempre, a la dignidad aristocrática y a lo divino.
   Aquí se analiza el auge del rojo en las grandes culturas mediterráneas de la Antigüedad.
  Nos encontramos con diferentes piezas de cerámica fenicia elaboradas en barniz procedente de la “Necrópolis Laurita” de Almuñécar en Granada. 
   El ocre es un mineral que se descubrió mucho antes que que existieran los fenicios.
   En la antigüedad, Plinio nos cita al ocre como uno de los colores más usuales.
  La riqueza mineral de España fue lo que atrajo a los fenicios y demás pueblos del mediterráneo en busca de cualquier producto que les pudiera servir para sus necesidades.
   El ocre era tan preciado como el múrex ya que servía para tanto para hacer pinturas como para teñir las prendas de vestir.
 Los ocres fueron usados desde los tiempos inmemoriales como medicina, siendo una sustancia como uno de los remedios médicos más empleados en la antigüedad.
  Ocre’ es el término coloquial empleado por los arqueólogos para describir una roca o una tierra que contienen hidróxidos de hierro rojos o amarillos.
    En esta localización han podido asociar, por primera vez, el pigmento al proceso de elaboración. "Frotaban piezas de ocre en losas de cuarcita para producir un polvo de color rojo”, describe Christopher Henshilwood.“Aplastaban las esquirlas de ocre con martillos de cuarzo, cuarcita y silcrete, y después las combinaban con huesos de mamíferos, carbón vegetal y fragmentos de piedra, triturados y calentados junto a un líquido.
      Después, lo introducían en las conchas de abulón y lo agitaban. Probablemente utilizaran un hueso para revolver la mezcla y para traspasar parte de ella", relata Henshilwood.
     Pese a todos los detalles aportados sobre la preparación, “seguimos sin conocer la utilización precisa que tenían estas mezclas colorantes”, admite Renata García-Moreno. Aunque, los paleontólogos apuntan que posiblemente, los primitivos ‘artistas’ lo usaban para decorar o para pintarse y protegerse la piel, como repelente de mosquitos y para curtir el cuero.
  En algunos tratados de minería  y agricultura antigua se menciona el uso del ocre junto con el cinabrio para alterar tanto la pintura como los tintes.
  Ocre es el nombre que se aplica típicamente a un mineral terroso consistente en óxido de hierro hidratado, que frecuentemente se presenta mezclado con arcilla, y que suele ser amarillento, anaranjado o rojizo.
   «Ocre» es también la denominación del color de los minerales terrosos amarillentos producto de la oxidación de menas metalíferas donde no interviene el hierro, como el ocre de antimonio, de bismuto o de níquel.
    El ocre se ha utilizado tradicionalmente como pigmento para pintura artística y para pintura corporal, y su uso se remonta a la Prehistoria.
   Pocas minas de ocre se encuentran en la Península Ibérica siendo las más importantes las de Sierra Helada, donde habría, al menos, varios puertos, fondeaderos secundarios o asentamientos fenicios, uno en la Cala del Tio Ximo en Benidorm, otro en El Albir ( Alfaz del Pi ), y otro en La Olla de Altea tal como demuestran los hallazgos y  donde cargaban los barcos con este mineral el cual sería transportado hacia todas las colonias fenicias.
  El ocre del Sabinar en Muchamiel procede de la alteración de una caliza dolomítica ferrífera, produciéndose la alteración en venas y depósitos irregulares de muy laboriosa explotación.
   Será el enclave fenicio de la Illeta dels Banyets del Campello en la provincia de Alicante donde se exporte todo el ocre procedente de las minas de ocre de la Justa y el Sabinar en Muchamiel  y en el Barranc dels Cocons en San Vicente del Raspeig, en la misma provincia.
  Es en la sierra de Mijas en Benalmádena y en Alahurín de la Torre en la provincia de Málaga donde podemos encontrar  varias minas de ocre el cual exportaban los fenicios por toda la cuenca Mediterránea.
  En la misma provincia malagueña encontramos la sierra de Cartama también había varias minas de ocre que se exportaba por el Valle del Guadalhorce,  donde; de ahí que los fenicios estuvieran tan interesados en fundar sus bases y fondeaderos cerca de esta sierra para exportar este mineral.
  El puerto o fondeadero del cerro del Villar  en la desembocadura del río mencionado sería su punto principal de exportación del ocre por todo el mundo conocido.
 En el término municipal de Vera en la provincia de Granada hay una mina de ocre, de la cual se extraía el mineral y era exportado en la colonia de Sexi.
  En Jubera en la provincia de Soria también se encuentran las minas de ocre donde se cree que trabajaban muchos numantinos y que exportaban el material hacia la costa por las diferentes vías de comunicación, tales como el Ebro.

MINERALES FENICIOS


OCRE, CINABRIO, LITARGIRIO, MINIO, ALUMBRE, ORICALCO





   

El Minio


  El rojo de plomo o minio es un pigmento denso de color rojo naranja, de textura fina  y que la mayoría de las veces era adulterado con cinabrio.
 Lo que conocemos por minio o plomo rojo es un raro mineral secundario que se forma en las zonas altamente oxidadas de los yacimientos de minerales de plomo, constituyendo así el tetróxido de plomo de color anaranjado o rojo, que en tiempos de los fenicios y romanos no lo distinguían del cinabrio, creándose así una gran confusión.
    Podemos decir que este mineral es un derivado de la galena y que era muy codiciado ya que los antiguos pueblos del Mediterráneo utilizaban este mineral para pintar y para proteger los metales de la corrosión.
    Ya era conocido por los egipcios y mesopotamios 3000 años a.C
    Es de considerar que tanto cinabrio como minio significan exactamente lo mismo: algo rojizo.

ALUMBRE


       Fenicios, Cartagineses y Romanos explotaron las minas de Mazarrón y así nació la industria metalúrgica. Reflejada en el hallazgo de hornos y escoriales de fundición, entre los que destaca el de la Loma de las Herrerías.
      El mineral de alumbre fue utilizado desde la antigüedad como desodorante natural en cosmética como con tejidos en muchos lugares del mundo.. Aplicado en las axilas, pies o en otra parte del cuerpo forma una fina película invisible de microcristales de sal mineral.
   También se utilizaba el alumbre en otras actividades, como eran en el curtido de cueros y pieles, en la fabricación de vidrio y pergaminos, en la elaboración de libros y códices, en la fabricación de velas, en elaboración de productos de farmacia, en la fabricación de pinturas, e incluso para dar graduación al vino.
    La piedra de alumbre  (del griego  als, alos: Sall) es un sulfato doble de aluminio y potasio. La piedra de alumbre forma parte de los rituales ancestrales de belleza de Oriente Medio.
     La búsqueda de nuevos yacimientos de alumbre llevó en España al descubrimiento de las minas de Mazarrón y Lorca (Murcia) y las de Rodalquilar (Almería), entre otras.

LITARGIRIO

El litargirio es un mineral de la clase de los minerales óxidos, de color amarillo, el cual normalmente contiene un poco de mínio y plomo, siendo nombrado así a partir del griego litargiros, el nombre dado por Dioscórides al material obtenido en el proceso metalúrgico de separación del plomo y la plata. Un sinónimo poco usado es el de litargita.
  La técnica de fundición básica es por fusión. Se coloca el mineral molido con el fundente dentro del horno, sometiéndolo a altas temperaturas y obteniendo dos productos: la escoria o deshecho y el régulo, éste último constituyendo una amalgama de oro, plata y plomo, además de otros minerales, siendo el plomo el agente aglutinador de estos metales nobles.
  Posteriormente se aplica el método de la copelación, llamado así por la forma de copa de la vasija donde se realiza.
  El régulo era colocado en estos recipientes, sometiéndose de nuevo a la acción del fuego para liberar los metales nobles (cada uno lo hará a una temperatura propia).
    Así, parte del plomo se evaporará y otra parte quedará adherida al fondo de la copela en forma de óxidos de plomo, entre ellos litargirio. Sobre esta capa quedaba el metal noble en estado líquido, que se vertía en moldes.
   Estos fondos de copela, formados por óxidos de plomo, son los mismos que en número superior a 400 y con un peso de alrededor de dos toneladas constituían el cargamento del barco 2 de Playa de la Isla en Mazarrón.
    Posiblemente para ser conducido a explotaciones mineras carentes de plomo suficiente para la copelación de su plata y para la manufactura de objetos de plomo.
    Habría que definir zona a zona y los diferentes metales o minerales que se explotaban ya que Los Fenicios estuvieran por toda la cuenca Mediterránea llegando hasta el Atlántico en las costas de Cádiz y Huelva.
     Los indicios de actividad metalúrgica atestiguados en este enclave fenicio apuntan hacia el interés por la plata, por el litargirio (oxido de plomo utilizado como secante en pinturas) y otros metales, explotados en las sierras de Orihuela y Callosa del Segura.
   

CINABRIO

El cinabrio
    El cinabrio o bermellón por su color es también conocido como cinabarita y es un mineral de la clase de los sulfuros.
 Está compuesto por un  85 % de mercurio y 15 % de azufre.
De tal modo que “la púrpura púnica” es “el sucio e impuro color granate del caracol de mar”. Y este sucio color impuro llamado “púrpura” es paralelo al otro color rojizo del cinabrio que era el Kinnabaris (cananita) como “piel sucia del macho cabrío”.
   Las minas de cinabrio al que los romanos llamaban minio en Extremadura eran bien conocidas por los antiguos pueblos colonizadores griegos y fenicios.
    Entre los años 725-700 vienen datados los objetos fenicios encontrados en Extremadura.
   Las relaciones culturales con la mitad oriental de Badajoz y la Baja Andalucía se prolongaron hasta bien entrado el siglo VI a.C.
   La comunicación de La Bienvenida con aquellos ambientes se efectuó, sin duda, a través de la llamada en época romana “vía de la Plata”- camino S-N que unía los territorios antes citados con el NW peninsular.
     La Bienvenida en la antigüedad estuvo ligada indudablemente con la explotación de las minas de cinabrio y plata.
    Se encuadra dentro de la zona denominada como la Oretania prerromana y a través de los diferentes ríos o caminos lo transportaban hasta la costa.
     En tiempos de los famosos reyes de Tartessos, había gentes que llegaron a Sisapo buscando las minas de plata y cinabrio.
    Aquí  se fueron sucediendo las culturas tartésica, íbera y romana denominada en este caso como ‘SISAPONE’.    
   Se localiza en uno de los tres domos volcánicos que conforman el paisaje de Los Castillejos.
    Tradicionalmente, esta ciudad se había identificado equivocadamente con la cercana Almadén (Ciudad Real), población conocida por su producción de cinabrio, al que los romanos llamaban minio y que identificaban con Sisapo en las fuentes literarias.
    La mención de dos Sisapos que hace Estrabón, el antiguo y el nuevo, o en latín, Sisapo Vetus y Sisapo Nova, plantea la existencia de dos poblaciones con el mismo nombre. 
    Por los hallazgos encontrados se sabe que en Sisapo había minas de cinabrio o bermellón (por su color) encontrado cerca de las minas de Almadén.
      El bermellón no es otra cosa que cinabrio de gran riqueza, molido y lavado para eliminar las impurezas que contenía, generalmente de cuarzo.
   Se obtenía moliendo el cinabrio hasta reducirlo a polvo y, lavándolo varias veces se conseguía un color rojo muy potente.
    Con él se pintaban de este color múltiples cosas y objetos de lujo, desde los ojos de las estatuas de los emperadores hasta los coloretes de las mejillas de las patricias romanas.
     La importancia de esta mina nos la muestra Teophrasto cuando decía que “se estimaba mucho el cinabrio duro y de finas arenas que procedía de Hispania” o Plinio cuando nos explica que “esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma”.
    Las minas de cinabrio, según Plinio, se encontraban en la región sisaponense, y no en la propia ciudad.
   Si cogemos las coordenadas de las ciudades conocidas y a partir de ellas sacamos la posición de la ciudad de Sisapone, el lugar al que nos conduce se encuentra al norte de Almadén y debajo de la ciudad de Emiliana, que podríamos situarla en el cerro de las Monas, que es una zona de gran actividad minera, donde se produce cinabrio que era muy cotizado en la antigüedad. 
      El Cerro de las Monas es un asentamiento de tamaño mediano peromaterialmente muy rico, que preside un área de importante potencialidad agropecuaria desde una pequeña eminencia que le proporciona un gran dominio visual del entorno de las vegas del Valdeazogues y el Alcudia.
    Teophrasto cuando decía que “se estimaba mucho el cinabrio duro y de finas arenas que procedía de Hispania” o Plinio cuando nos explica que “esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma”.
     Con la llegada de los cartagineses se intensificó la producción española de plata, utilizando nuevas técnicas aprendidas de los atenienses, y se desplazó la actividad minera de la plata hacia el Este.
    Se abandonan, al parecer, las explotaciones de la región de Huelva, pero se continúan explotando los yacimientos de Linares, de cobre en Cástulo y de cerca de Almadén, donde se sabe que había minas de cinabrio y que los romanos llamaban minio, sobre todo, se realizan grandes explotaciones en la zona de Cartagena, donde tenemos noticias de que en la época de dominio cartaginés trabajaban 40.000 indígenas en la extracción de la galena argentífera.

viernes, 10 de marzo de 2017

HINTERLAND DE ALHONOZ



     A Orillas del Genil en plena campiña sevillano cordobesa nos encontramos con este yacimiento pre-romano de carácter fenicio u orientalizante.
     A través del Guadalquivir y por el río Genil llegaban las barcazas para comerciar con todos  los habitantes de la zona.
  Su zona de influencia llegaba a Puente Genil, Lucena, Aguilar de la Frontera, Samadla, Herrera, Estepa, Casariche, Marinaleda y El Rubio; es decir, en la zona en que se completa la red arterial del curso medio del Genil.
 Este es uno de los yacimientos de tipo fenicio-tartésicos de carácter orientalizante, donde se daban sitio  diferentes clases de gentes fenicios, chipriotas íberos, tartessios y griegos, gasta incluso podría darse el caso de que hubiese habido hasta asirios, en resumen, gente del  próximo oriente.
 El valle medio del Genil queda incluido en el área de influencia tartéssica y en su heredera, la cultura turdetana.
 Será en  Lucena donde hay gran concentración de población judía llegados con las migraciones cananeas.
 Sobre la etimología de Ipagrum (Aguilar de la frontera) existen diferentes versiones.
   Para unos, Ipagrum significaría "campo alto", mientras que otros opinan que el origen es turdetano-griego, proviniendo el nombre del griego hippos, esto es, caballo. Actualmente existe en el término de Aguilar un lugar denominado Llano de los Caballos.
  Sus relaciones comerciales nos vienen dadas por la riqueza de estas tierras en olivares y vides, es decir que tanto el aceite como el vino eran comecializados en esta zona.
  La  gran riqueza  mineral del sitio, podemos decir que hay una gran variedad de hulla, níquel, arcilla, sal gema, barita, casiterita (mineral del cual se extraía el estaño), cuarzo, caliza marmórea, hierro, dolomía, yeso,roca ornamental, pinta de cobre, plomo, zinc, plata y oro,  es lo que hizo que llegasen los colonizadores fenicios y demás antiguos pobladores a esta zona.
  De esta época datan importantes yacimientos como los Castellares, Las Gaseosas o la Villeta de las Mestas. Testigos materiales de la presencia de estos pueblos en la zona se encuentran en el museo arqueológico municipal como cerámica bruñida, algunos fragmentos cerámicos con decoración incisa, objetos de metal como fíbulas colgantes o puntas de flecha, y cerámica corintia del siglo IV a.C. Otro testimonio de la presencia ibérica son las diversas esculturas zoomorfas en caliza, relacionadas con el mundo funerario.
   En esta zona se han encontrado diferentes fragmentos de cerámicas a  fabricadas a torno de fácies ibérica o iberorromana, algunas muestras de manufacturas modeladas características de un horizonte de Bronce final.
  Se han hallado también algunos ejemplares polícromos y una cierta representación de la especie gris monocroma.
   En algunos casos son visibles algunos restos de elementos constructivos, como viviendas y murallas.
 Se halló un edificio con objetos del periodo orientalizante además de un gran depósito de cerámicas.
 Posiblemente fuera un santuario y junto a él se encontró un pozo o favissa.
  La favissa era un pozo rectangular del que disponían la mayoría de los santuarios ibéricos en el que se dejan los donativos o exvotos sobrantes, tras su utilización o exposición ritual en el cual pueden haber objetos de diferentes materiales y de diversas clases como cerámica, timaterios, exvotos y cualquier otro utensilio que en aquel momento se les ocurriera.
   Luis Alberto López Palomo nos dice que los materiales hallados pueden encuadrarse aproximadamente en un horizonte de colonización, dentro del epígrafe de lo tartéssico.
  En varias excavaciones se han encontrados diversos materiales, así, se hallaron varias puntas de  flecha  de bronce con una nervadura longitudinal por ambas caras.
   Pertenece al tipo El carambolo y a los ambientes genuinamente tartéssicos del Valle del Guadalquivir.
      Se halló unas láminas de bronce de forma cuadrada con dos salientes, que podían haber  formado parte de un broche de cinturón, fechables en el siglo VIII a. C.
 Junto con las cerámicas modeladas del estrato en que apareció este objeto se documentaron algunos testimonios de indudable procedencia colonial mediterránea que probablemente fueron acarreados al Valle del Guadalquivir en fecha temprana (s. VIII a. C.). 
 Parece ser que en ALHONOZ hubo varios talleres dedicados a la producción cerámica, testimoniado por las más de seiscientas piezas intactas, con una interesantísima diversificación tipológica, en muy escasa superficie de excavación, que constituyen un hallazgo sensacional y poco frecuente.
 Se halló también  la parte baja de un Thymaterion de bronce de tipo chirpiota siendo un producto de importación de los ambientes fenicios de la costa en una fecha bastante anterior a su deposición en el lugar de hallazgo, encuadrable a partir de finales del siglo V a. C..
    La vinculación tipológica del thymaterion de Alhonoz con los ambientes fenicios del Mediterráneo oriental, y más concretamente con Chipre, son indicio del horizonte de coloniación en que nos movemos y refuerzan la tesis de que la colonización fenicia fue más bien una colonización de comerciantes de Chipre.
   Se halló también un antifaz Minerva de plata en la que se aprecian sus características formales básicas y sus atributos y presenta un idéntico problema de cronología, de acuerdo con su contexto arqueológico y puede tratarse de algún objeto ritual que reproduzca los ojos de la diosa Astarté  de una tradición oriental milenaria.
   En todos los bronces y giguras tartéssicos con representaciones humanas las similitudes son grandes o muy parecidas.
  Se encontró también una hebilla de bronce, varias fíbulas del tipo   El Carambolo. 

domingo, 11 de marzo de 2012

LA METALURGIA Y LA MINERIA

  La búsqueda de materiales exóticos y metales estaba  destinada a surtir una extraordinaria cadena de producción artesanal especializada, encontrando e el mundo griego y en los habitantes de Iberia algunos de sus principales  destinatarios.
  Hasta la edad del hierro el monopolio del comercio de los metales puede haber sido una prerrogativa de los reyes.           
  Este comercio se hacía por vía acuática. Las nuevas técnicas de la metalistería fenicia fueron transmitidas a los tartesios y nativos en general, según se comprueba en objetos de prestigio hallados en varias necrópolis.
  Desde el tercer milenio antes de Cristo, se sabe de la presencia de marinos y comerciante fenicios en las costas del sureste peninsular, contactando con los pueblos de la Cultura Megalítica y posteriormente con la cultura de El Algar. 
   La escasez de materias primas en sus lugares de origen, hizo que estos fenicios buscaran materias primas por toda la costa mediterránea.
   En aquellos tiempos, la Península Ibérica contaba con una de las reservas de plata, oro, plomo, cobre y estaño más ricas de occidente, nace el mito de Tharsis.
  Los primeros intercambios comerciales y culturales se producían generalmente en las mismas playas, mediante contactos directos con los mineros y artesanos del lugar, será a partir del primer milenio antes de Cristo, cuando se produce la verdadera incorporación de la Península Ibérica a la cultura Mediterránea y al mundo civilizado de la época.
   Los navegantes y comerciantes fenicios, comenzaron a establecer pequeñas factorías en las costas de las regiones mineras, con el fin de controlar las rutas comerciales.
La desembocadura del río Almanzora y el SE., rico en minerales de galena argentífera, cobre, hierro e incluso oro, debió albergar indudablemente un poderoso núcleo desde el s. IX, débilmente detectado, pero presentido por la existencia de metalurgia y metalistería de bronce, fíbulas de codo, brazaletes de marfil, cuentas de pasta vítrea, hierro, e incluso, por generalizarse el rito de la incineración en gran parte del territorio.
   Los fenicios, asentados en el litoral andaluz entre los siglos XIV y XII a.C. aportaron no sólo nuevas técnicas para el aprovechamiento de los recursos minerales, sino también mejores sistemas comerciales para distribuir los metales de los tartesios por el mercado mediterráneo, a través de factorías y asentamientos costeros.
  El distrito minero de Huelva, con la localidad de Tharsis a su cabeza, alcanzó una gran importancia como centro comercial de distribución de metales por las costas y el interior andaluz. La expansión minera de los fenicios alcanzó también las minas de plomo de Almería y la provincia de Jaén, en cuyas minas extraían la plata contenida en el plomo.
Se han encontrado varios hornos de fundición con restos o lingotes de plomo, de estaño y de algunas carbonillas, en la Fonteta,  (Crevillente-Alicante) en Villaricos ( Baria-Almeria) y en las distintas necrópolis y poblados de la Península Ibérica.
  Analizando la totalidad de estos materiales metalúrgicos en función a una serie de variables como la cronológica y la adscripción a etapas concretas del proceso metalúrgico, observamos una clara tendencia que marca un descenso de la producción metalúrgica conforme nos alejamos de niveles fundacionales y nos acercamos al cambio de milenio. No obstante, esta apreciación requiere una serie de matizaciones concretas para cada uno de los períodos.
  La cantidad total de elementos metalúrgicos y metálicos pertenecientes al período colonial supera a las dos etapas posteriores; sin embargo, la presencia de mineral de hierro, por ejemplo, es mucho mayor para el período urbano.
  En el Cerro de Montecristo (Adra- Almeria ) se han encontrado restos de galena, cuchillos de cobre, básicamente clavos, anzuelos, varillas, plaquitas, piezas
circulares, etc.; y una pesa de red de plomo.
  La extracción y comercialización de metales debió constituir, siempre bajo presupuestos organizativos lógicos, un modelo de riqueza bastante rentable. Ello se debe a que el beneficio de metales no es una actividad temporal como sucede con la agricultura, la recolección o la pesca; lo cual les permitiría un aprovechamiento continuo del medio, sin  problemas de carácter estacional.
  Entre el siglo X y el VI a.C., el pueblo de los tartesios, de fundación fenicia, y como sabemos vivían también sus ciudades, se caracterizó por disponer de abundante plata, estaño, plomo y oro, lo cual deja constancia de la importancia que esta civilización otorgó a la minería. 
  Las principales explotaciones mineras fueron las de Riotinto (Huelva), de las que extraían cobre, plata y oro de los yacimientos piríticos.
Igualmente, los tartesios realizaron la explotación de diferentes minas en la provincia de Córdoba, como las de cobre de Cerro Muriano y las de plata de Fuenteovejuna, y en la provincia de Almería, en las que extraían plomo de las minas de Sierra de Gádor, Berja y Dalías.
  En el año 3.000 a.C, la era del metal, se consiguió en los Lobos plata pura y galena argentífera; mezcla de plata y plomo. Comienzan a usarse técnicas de fisión. Los poblados estaban ubicados en colinas altas estratégicas y también en llanos del río Almanzora.
  El reino de Tartessos era la  principal fuente del oro, plata y cobre fenicio, atribuida su ubicación al entorno de los importantes yacimientos metalíferos del suroeste de la Península Ibérica.
Otras fuentes de aprovisionamiento de metales se sitúan en la isla de Chipre (cobre), en las costas de la actual Etiopía (oro y plata) o en la Costa de Marfil (oro).
  Las motivaciones de carácter económico son las que explican la penetración de las influencias coloniales por Extremadura y la Meseta, pues presentan un atractivo por su riqueza agrícola y ganadera y sobre todo minera.
  Con la llegada de los fenicios por la denominada “Ruta del Sur” a la Península Ibérica se produce un florecimiento de la minería y la metalurgia en el sureste peninsular, destacando las explotaciones del Cabezo Rajado, Cabezo Agudo y Cabezo de la Cuesta de las Lajas, cercanos a la antigua ciudad de Mastia (Cartagena) y a la conocida como “Ciudad del Plomo” (Portman)
  Fué Aleto, minero mastieno quien descubrió la forma de beneficiar las galenas argentíferas mediante el método de la copelación.
 De la Meseta de la tierra de los Celtíberos, obtenían lapis especularis que les servía par hacer espejos, también obtenían la sal Gema , sal de minas que luego comercializaban a través de todas sus redes de comercio.
Se adentraban en la meseta para alcanzar la región minera del Noroeste Peninsular.
 Los metales y la sal parecen haber sido los elementos fundamentales que impulsaron estos intercambios, desde el Levante peninsular hasta las costas de la Galia, pasando por el litoral catalán y un comercio de vinos y aceite, como se deduce de la presencia de las ánforas.
 Estaño, plata, oro, cobre, hierro, eran comercializados por los fenicios hacia el mediterráneo Central y Oriental.
  La técnica metalúrgica empleada por los mineros del poblado del Cerro Salomón para la obtención del mineral de plata, no deriva de la empleada por las gentes del Argar,y todos los avances observados en ella se encuentran documentados en la Palestina del siglo X a.C. en las minas del desierto de Arabia. 
  Los martillos de piedra documentados en Río Tinto, Tejada y Cerro Muriano (Córdoba),son similares a los utilizados por los mineros del Arabab Occidental (Palestina) en sus campamentos de trabajo del s. X a.C Todo ello revela que no parece haberse desarrollado según sus manifestaciones arqueológicas hasta el s. VIII a.C.,nos lleva a pensar que fueron los fenicios los que introdujeron en esta área de la Península Ibérica los conocimientos técnicos necesarios para la realización de una metalurgia del bronce, y para la extracción y obtención de los minerales de plata y cobre, amén del conocimiento del hierro. Fueron los fenicios los primeros que obtuvieron el estaño de la Fachada Atlántica ,necesario para la fabricación de los bronces meridionales y para la composición de espejos.
  Fueron los fenicios y celtas quienes enseñaron alos íberos a trabajar el metal, y con él fabricaban los aperos de labranza, armas y todo tipo de herramientas.
La copelación es una técnica metalúrgica aplicada desde la antigüedad para el beneficio de la plata incluida en la galena (aquí, sobre su uso en el mundo turdetano/tartésico), y fue el método de refino más utilizado para la plata y el oro hasta la Edad Moderna. Hoy la copelación se sigue usando como método analítico para medir la pureza de oro, pues esta técnica de refino es todavía la de mayor eficacia, rebajando las impurezas al 0,01 %, (esta concentración es hoy el oro de 24 kilates).

El refinado mediante copelación aprovecha la afinidad del oro y la plata por el plomo para lavar y separar los metales preciosos de otros, como por ejemplo del cobre o del hierro.

Cuando estando el oro primario incluido en la calcopirita y pirita, lo primero a hacer sería tostar en horno los sulfuros para volatilizar el azufre (y el arsénico) y oxidar hierro y cobre. 
Así lograremos liberar las partículas de oro de los cristales de calcopirita (CuFeS2) o pirita (FeS2), obteniendo como resultado un concentrado metálico formado por óxidos de hierro, cobre y oro libre. Hecho esto, deberíamos mezclar esos óxidos con plomo y fundirlos en horno a unos 330 ºC. El plomo así derretido capturará el oro y podemos verterlo en una pequeña vasija o copela. Calentando de nuevo la copela en un horno bien aireado a 900 ºC, oxidamos el plomo convirtiéndolo en litargirio o óxido de plomo (PbO), que funde a unos 890 ºC, decantando el oro sólido al fondo de la copela. Si la copela es porosa, el litargirio fundido se infiltrará en los poros, y nos bastaría raspar el fondo de la copela o romperla para sacar el oro. Cuando las cantidades a copelar son grandes no utilizamos copelas, sino que disponemos los óxidos y el plomo en lechos de cal dentro del horno.

OCRE

CINABRIO 

LITARGIRIO

MINIO

ALUMBRE

ORICALCO


lunes, 30 de enero de 2012

ONOBA

La  antigua ciudad de Huelva se asienta sobre un triángulo formado por las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel, uniéndose por el norte a tierra firme. Ambos ríos eran navegables en aquella época con embarcaciones de poco calado. En este triángulo descrito se elevaban no menos de nueve colinas o «cabezos» de 50 metros de altura media, que acentuarían la ya de por sí importante situación estratégica.
"En la antigüedad fundaron los fenicios a Onoba (Huelva) -cuando los fenicios llegaron a ella ya era una población indígena-, Hispalis (Sevilla) y Gardira (Cádiz). Estas tres ciudades estaban en territorio de Tartessos, las dos primeras en la Turdetania y la tercera en la Turdulia, regiones reputadas como fenicias, según Estrabón".
La caída de Tyro a comienzos del siglo VI a.C. origina una pérdida de exclusividad del comercio fenicio, siendo entonces abundante la presencia de cerámica griega (período Tartésico final, 625-530 a.C.). A finales del siglo VI a.C. desciende la actividad constructiva, y económica en general, hasta desembocar en el mundo turdetano, con estratos de los siglos V-II a.C.
La economía de la ciudad se sustentaba en el comercio con los fenicios y en la metalurgia, dada la relativa cercanía de las minas de Riotinto y el hecho de que la ciudad se encontrara a orillas de un río Tinto mucho más caudaloso que en la actualidad que nace en las mismas minas y termina en una ría a los pies de la ciudad. Todo ello permite una expansión demográfica y un auge constructivo en el que muros y pavimentos se superponen conviviendo con las tradicionales cabañas que continúan siendo una solución constructiva hasta mediados del siglo VI a. C. En siglos posteriores (VII y VI a. C.) el comercio con los metales continúa enriqueciendo la ciudad. Hacia el siglo VI a. C. es difícil distinguir en la ciudad los elementos orientales de los inicialmente tartesios y solo destaca un contacto económico residual con los mercados griegos no apreciándose transformaciones destacables. En el siglo siguiente se produce un colapso o al menos una crisis en la economía basada en el metal, reduciéndose el tamaño del núcleo urbano y centrándose en el autoabastecimiento mediante la agricultura y la pesca. Pese a todo el asentamiento no nunca dejó de estar habitado, no encontrando un nuevo despegue hasta la llegada de pobladores romanos y la incorporación al Imperio bajo el nombre de "ONVBA AESTUARIA". Onuba Aestuaria tuvo cierta importancia sobre todo por su situación geográfica que permitió el auge del comercio metalúrgico, agrícola y pesquero. Las intervenciones arqueológicas han encontrado diversos ejemplos de arquitectura civil tanto en el centro como en la periferia, el acueducto subterráneo que atravesaba la ciudad, edificios industriales (generalmente de salazón) y funerarios (algunos se encuentran puestos en valor).
En 2006, en la zona del Seminario, se encontraron restos datados entre el 3000 y el 2500 a. C. El hallazgo de dos depósitos cilíndricos con alrededor de unas treinta piezas de deidades prehistóricas, la mayor conocida hasta el momento, situarían en la capital onubense "el poblamiento continuado más antiguo de la Península Ibérica".
A Onuba llegaron los fenicios enviados por el Oráculo, en el segundo viaje que hicieron, según Estrabón, para entablar comercio con España. Y en la isla de Saltés, que José Antonio Conde conjeturó era Tartís o Tarsis, hallaron ya un templo consagrado a Hércules Thobel. También acuñaron monedas, y en una de las mejor conservadas se ve por el anverso una cabeza con morrión y la leyenda C. Caeli Q. Publici, y por el reverso dos espigas y el nombre de Onuba entre ellas.
De época tartesia son especialmente significativos dos hallazgos en la ría y que en la actualidad se encuentran expuestos en el Museo provincial de Huelva
  • Una figura masculina datada entre los siglos VIII y VII a. C. que puede representar al dios egipcio Reshef o al dios sirio-cananeo Melqart. Este último es un dios protector del comercio marítimo localizado en zonas de importante tráfico comercial.
  • También es importante el llamado “Depósito de la ría”, conjunto de objetos hallados en 1923 compuesto por espadas, cuchillos, puntas y regatones de lanzas y fíbulas. Años después también se encontró un casco de origen griego (algunos investigadores sustenta la teoría de que Onuba eran tres ciudades: la tartesia, la fenicia e incluso la griega).

LOS HINTERLAND FENICIOS

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EL HINTERLAND DEL RIO GUADALHORCE

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