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lunes, 13 de marzo de 2017

OCRE


  El poderoso  atractivo del color lo hizo destacar entre los demás ya en las grandes culturas orientales de las que el mundo grecolatino va  a adquirir la mayor parte de sus conocimientos técnicos y de su  sensibilidad estética.
  Acaso por ser el pigmento más utilizado en épocas anteriores a las históricas; tal vez por ser tierras ocres la base del suelo mediterráneo; o quizá por ser el color de la sangre, derramada para buscar el favor de los dioses.
 El simbolismo atribuido al rojo en la más temprana antigüedad lo hizo asimilarlo, para siempre, a la dignidad aristocrática y a lo divino.
   Aquí se analiza el auge del rojo en las grandes culturas mediterráneas de la Antigüedad.
  Nos encontramos con diferentes piezas de cerámica fenicia elaboradas en barniz procedente de la “Necrópolis Laurita” de Almuñécar en Granada. 
   El ocre es un mineral que se descubrió mucho antes que que existieran los fenicios.
   En la antigüedad, Plinio nos cita al ocre como uno de los colores más usuales.
  La riqueza mineral de España fue lo que atrajo a los fenicios y demás pueblos del mediterráneo en busca de cualquier producto que les pudiera servir para sus necesidades.
   El ocre era tan preciado como el múrex ya que servía para tanto para hacer pinturas como para teñir las prendas de vestir.
 Los ocres fueron usados desde los tiempos inmemoriales como medicina, siendo una sustancia como uno de los remedios médicos más empleados en la antigüedad.
  Ocre’ es el término coloquial empleado por los arqueólogos para describir una roca o una tierra que contienen hidróxidos de hierro rojos o amarillos.
    En esta localización han podido asociar, por primera vez, el pigmento al proceso de elaboración. "Frotaban piezas de ocre en losas de cuarcita para producir un polvo de color rojo”, describe Christopher Henshilwood.“Aplastaban las esquirlas de ocre con martillos de cuarzo, cuarcita y silcrete, y después las combinaban con huesos de mamíferos, carbón vegetal y fragmentos de piedra, triturados y calentados junto a un líquido.
      Después, lo introducían en las conchas de abulón y lo agitaban. Probablemente utilizaran un hueso para revolver la mezcla y para traspasar parte de ella", relata Henshilwood.
     Pese a todos los detalles aportados sobre la preparación, “seguimos sin conocer la utilización precisa que tenían estas mezclas colorantes”, admite Renata García-Moreno. Aunque, los paleontólogos apuntan que posiblemente, los primitivos ‘artistas’ lo usaban para decorar o para pintarse y protegerse la piel, como repelente de mosquitos y para curtir el cuero.
  En algunos tratados de minería  y agricultura antigua se menciona el uso del ocre junto con el cinabrio para alterar tanto la pintura como los tintes.
  Ocre es el nombre que se aplica típicamente a un mineral terroso consistente en óxido de hierro hidratado, que frecuentemente se presenta mezclado con arcilla, y que suele ser amarillento, anaranjado o rojizo.
   «Ocre» es también la denominación del color de los minerales terrosos amarillentos producto de la oxidación de menas metalíferas donde no interviene el hierro, como el ocre de antimonio, de bismuto o de níquel.
    El ocre se ha utilizado tradicionalmente como pigmento para pintura artística y para pintura corporal, y su uso se remonta a la Prehistoria.
   Pocas minas de ocre se encuentran en la Península Ibérica siendo las más importantes las de Sierra Helada, donde habría, al menos, varios puertos, fondeaderos secundarios o asentamientos fenicios, uno en la Cala del Tio Ximo en Benidorm, otro en El Albir ( Alfaz del Pi ), y otro en La Olla de Altea tal como demuestran los hallazgos y  donde cargaban los barcos con este mineral el cual sería transportado hacia todas las colonias fenicias.
  El ocre del Sabinar en Muchamiel procede de la alteración de una caliza dolomítica ferrífera, produciéndose la alteración en venas y depósitos irregulares de muy laboriosa explotación.
   Será el enclave fenicio de la Illeta dels Banyets del Campello en la provincia de Alicante donde se exporte todo el ocre procedente de las minas de ocre de la Justa y el Sabinar en Muchamiel  y en el Barranc dels Cocons en San Vicente del Raspeig, en la misma provincia.
  Es en la sierra de Mijas en Benalmádena y en Alahurín de la Torre en la provincia de Málaga donde podemos encontrar  varias minas de ocre el cual exportaban los fenicios por toda la cuenca Mediterránea.
  En la misma provincia malagueña encontramos la sierra de Cartama también había varias minas de ocre que se exportaba por el Valle del Guadalhorce,  donde; de ahí que los fenicios estuvieran tan interesados en fundar sus bases y fondeaderos cerca de esta sierra para exportar este mineral.
  El puerto o fondeadero del cerro del Villar  en la desembocadura del río mencionado sería su punto principal de exportación del ocre por todo el mundo conocido.
 En el término municipal de Vera en la provincia de Granada hay una mina de ocre, de la cual se extraía el mineral y era exportado en la colonia de Sexi.
  En Jubera en la provincia de Soria también se encuentran las minas de ocre donde se cree que trabajaban muchos numantinos y que exportaban el material hacia la costa por las diferentes vías de comunicación, tales como el Ebro.

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