Llegaron a contar con cuantiosos recursos para constituir flotas, costear expediciones comerciales y formar sociedades aseguradoras que cubriesen los riesgos de la navegación comercial. En el 2600 a. de C. El faraón Sakhuré compró a los fenicios cuarenta barcos construidos con cedro del Líbano. Ugarit mantenía relaciones con Creta, la potencia naval de la época, más tarde relevados por los micénicos y los aqueos. Tiro, emplazada en una isla, se libró de las invasiones y aprovechando la debilidad de las potencias, inició una aventura marítima a gran escala. Cualquier innovación técnica naval que facilitase una mayor carga de mercancías, más rapidez o protección frente al enemigo era aplicado inmediatamente a los navíos. Sus embarcaciones tenían el casco con forma ancha y redonda. Los griegos las llamaban gaulós (bañera). Alrededor del 800 a. de C. los barcos de guerra fueron dotados de espolón e inventaron el trirreme, mejora de los fenicios al añadir una fila más de remeros. La adaptación tuvo lugar en los astilleros de Cartago en el siglo IV a. de C.
¿Qué barcos utilizaban?:
En primer lugar estaban las naves de transporte local. Estas naves eran pequeñas y estaban provistas de uno o dos remeros, poseían los extremos redondeados y el mascaron de proa en forma de cabeza de caballo. Como embarcación de pequeño tonelaje parece haber servido únicamente para transporte local y para la pesca. Así pues, este era el barco común para los desplazamientos cortos a lo largo del litoral, con lo que no nos interesan tanto.
En segundo lugar encontramos las naves mercantes, esta sería la nave utilizada en la expansión fenicia por occidente. El tipo habitual de barco mercante era panzudo y ancho, por lo que en griego se le denominaba gaulós (bañera); podía alcanzar hasta los treinta metros de manga por unos siete de anchura y se dirigía con timones laterales colocados a popa; como propulsión auxiliar llevaba remos que permitían maniobrar con rapidez en caso de que no hubiese viento en número que podía alcanzar los 18 o 20, pero el impulso fundamental lo facilitaban las corrientes de aire sobre una gran vela cuadrada colocada en un mástil central. Esta ausencia de remeros debe ponerse en relación con la necesidad de disponer de la bodega libre para llevar la máxima carga posible. Su capacidad oscilaba entre 100-500 toneladas y su velocidad, con viento favorable, en torno a unos cinco nudos (17).
En tercer lugar estarían las naves de guerra fenicias, en las que no me detendré debido a que no considero que fueran de capital importancia a la hora de estudiar el proceso de expansión fenicia. Además, en anteriores exposiciones ya se trató el tema con la suficiente profundidad.
Así pues, los fenicios, diestros marineros, surcaron con sus gaulós las aguas del Mediterráneo, utilizando una navegación de altura basada en su conocimiento de determinadas estrellas (la estrella polar), en busca de lugares donde establecerse.
-Los condicionamientos naturales: los vientos y las corrientes en el Mediterráneo-.
En nuestro afán de contestar a la pregunta: ¿Cómo se expandieron los fenicios?, no podíamos dejar sin estudiar las condiciones naturales del Mediterráneo, ya que, sin duda, esas condiciones influyeron en gran medida en la elección de los lugares en los que asentarse. De este modo, expondremos ahora de que manera las corrientes y los vientos existentes en el Mediterráneo pudieron condicionar a los fenicios en dicha elección.
-Las corrientes-
En el Mediterráneo las corrientes suelen ser superficiales, estaciónales y originadas por los vientos dominantes, variables y costeros. En la antigüedad para naves de gran tamaño, caso de los gaulós fenicios, era esencial navegar a favor de estas corrientes debido al peso y la escasa maniobrabilidad que poseían estos enormes buques.
En el Mediterráneo la corriente dominante discurre en orientación contraria a las agujas del reloj y se forma por la entrada de agua desde el Atlántico por el estrecho y desde el Mar Negro por los Dardanelos. Esta entrada de agua se debe al desnivel que existe entre el Mediterráneo y estos mares. De este modo, de Gadir a Tiro domina una corriente este-oeste que discurre a lo largo de la costa africana hasta Port Said desde donde se dirige al Norte bordeando la costa de Fenicia e Israel, Asia Menor y el Norte del Egeo. Llegados a este punto a esta corriente general se le une una nueva corriente que viene de Mar Negro. Así, se forma otra corriente que discurre por el Norte de Creta y llega al Adriático, sube por la costa este y baja por la costa oeste de dicho mar, discurre por el Mar Tirreno, llega al golfo de Génova y se dirige al Sur de España.
A la hora de cruzar el estrecho los barcos se encontraban de frente con la corriente atlántica, por lo que había que esperar a que soplase viento de levante que contrarrestasen la corriente para cruzar el estrecho y llegar a Gadir.
Esta corriente marina marca la ruta seguida por los barcos fenicios en sus viajes hacia Occidente. D este modo, saliendo de Tiro, las naves se dirigirían hacia Kition, desde donde enfilarían hacia la mitad Norte del Mediterráneo, es decir, por las islas de Creta, Sicilia, Cerdeña, Ibiza, etc., acabando el viaje en el sur de España. Siendo observador se verá como en dichas zonas es donde más presencia fenicia podemos documentar. En este sentido, los asentamientos de la costa oriental de Andalucía deberían relacionarse con la necesidad de los barcos de esperar condiciones favorables para cruzar el estrecho, -aunque como más adelante veremos esta no sería la única causa de la presencia fenicia en las costas mediterráneas andaluzas-. Pero entonces, ¿Cómo se explica el establecimiento de Gadir?, para Aubet, el establecimiento de este enclave de tan difícil acceso respondería a una posición privilegiada para relacionarse con el núcleo indígena tartéssico y con las rutas comerciales del Norte y Centro de España. Vamos atisbando así la enorme complejidad del fenómeno colonial.
-Los vientos-
En el estrecho de Gibraltar los vientos se reducen a ponientes y levantes y según predominen unos sobre otros hay años de ponientes o años de levante. Los vientos de levante suelen predominar durante los meses que van de Marzo a Septiembre, mientras que en los demás meses se alternan ponientes con levantes.
En años de poniente, cuando los vientos de este soplan con fuerza, la travesía de estrecho en dirección al Atlántico o a Gadir es particularmente peligrosa por lo que había que esperar vientos favorables. Los vientos de levante pueden predominar en la entrada oriental del estrecho, por lo que cuando en invierno coinciden ponientes y levantes, es prácticamente imposible cruzar el estrecho.
En resumen, en esta parte del trabajo, hemos intentado presentar una breve visión tanto de los medios que los fenicios utilizaron en su expansión por el Mediterráneo, como de los condicionamientos técnicos y naturales bajo los cuales emprendieron esta empresa. De este modo, hemos visto como los fenicios conocían la navegación nocturna y de altura y como utilizaron fundamentalmente unas naves amplias y lentas, los gaulós, en su expansión por Occidente. Pero también, hemos observado como una parte importante de los emplazamientos coloniales fenicios, responden a necesidades impuestas por las propias características medioambientales que impone la navegación en el Mediterráno.
En cuanto a la carpintería y a las técnicas de construcción de aquel tiempo, ha sido de gran ayuda, para su mejor conocimiento, el descubrir en un espejo de mar poco al norte de Marsala, dos barcos púnicos del siglo III a.C. Los barcos, en discreto estado de conservación teniendo en cuenta su larga permanencia en agua, han sido clasificados por los autores del hallazgo como barcos de guerra, pero la ausencia del espolón, de por sí tan significativa, y su escasa longitud, no superior a los treinta metros, permiten atribuir a las dos embarcaciones una función más bien de avisos-repuestos, no destinados a las operaciones bélicas sino a funciones de enlace. En todo caso, lo que sigue siendo de importancia fundamental es la técnica utilizada en su construcción. En efecto, ha sido posible observar que ambos barcos estaban construidos en su totalidad, con piezas de madera prefabricadas separadamente y montadas sólo en un segundo tiempo. Esto se deduce en base a la presencia en los bordes de cada pieza de unas letras del alfabeto púnico y de líneas de guía que debían servir de referencia a los carpinteros. Este descubrimiento contribuye también a aclarar el famoso episodio descrito por Plinio (Nat. Hist., XVI, 92) en que se cuenta cómo la primera flota romana fue construida tan sólo en sesenta días. En realidad, el historiador Polibio cuenta lo siguiente: "En esta ocasión, los cartagineses habían asaltado (a los romanos) en el estrecho (de Mesina) y un barco cubierto, habiendo avanzado demasiado en su afán de combatir, se había embarrancado y había caído en manos de los romanos; de este barco se sirvieron para construir toda la flota". Es bastante evidente que, si para la construcción del barco de guerra cartaginés se habían utilizado los sistemas descritos arriba, el subsiguiente desmontaje había revelado su procedimiento y había permitido a los carpinteros romanos preparar la flota en muy breve tiempo. Por otra parte, siendo innegable la supremacía de las flotas cartaginesas en este período, es lógico que se tomaran como prototipos los barcos que, en aquel tiempo, constituían la suma de las técnicas navales, de la funcionalidad y de la manejabilidad, en toda la cuenca occidental del Mediterráneo. En conclusión, la estructura de los antiguos barcos fenicios y púnicos y los elementos que componían su casco, por lo menos en base a lo que se puede deducir de los restos de embarcaciones arriba citados, era bastante parecida a las actuales barcas de pesca de los países ribereños del Mediterráneo. Se trata de un complejo de tablas colocadas a cuchillo o parcialmente superpuestas -la tablazón- que va sujeto interiormente por un esqueleto de vigas -las ordenadas- ortogonales a la quilla. Además subsisten trazas de un recubrimiento externo que protegía la tablazón, formado por planchas de plomo embreado interiormente con pez y fijadas al casco con clavos de cobre.