Será
en el siglo XIII a. C. cuando se produzcan cambios importantes en el mundo
Mediterráneo.
Hablar de una relación indígena-fenicio que
se limita al mero contacto mercantil, lejos de los planteamientos coloniales,
ya sean meramente comerciales, o agrícolas y comerciales. Por tanto, estamos ante una
relación indígena-comerciante, una relación que seguramente seguirá en siglos
posteriores.
Los
ríos como vías de penetración se consideran en el caso del Ebro y del Mijares,
con asentamientos que pueden hacer la función de redistribuidores, es el caso
de Aldovesta de Benifallet en el Ebro y el Torrelló de Almassora y Vinarragell
de Burriana en el Mijares. A través de las vías fluviales se llega a los
extremos más interiores, es el caso de la necrópolis de Can Bec de Baix en
Agullana con el Muga, Anglés con el Ter, Castellvell y Anserese con el
Llobregat, Santa Bàrbara con el Foix, la Morranda con el Senia, Cortes de
Arenoso con el Mijares y el Villahermosa, y Bejís con el Palencia.
La
historiografía fenicio-púnica, que aunque se había iniciado rezagada en
relación al sur, en el último cuarto del siglo XX tuvo su gran esplendor dentro de la investigación
arqueológica, aportando datos que permitieron dar una nueva visión, no
solamente a los estudios fenicios y púnicos, si no también a los referidos a
las culturas locales, especialmente al mundo ibérico. Así, la Cultura Ibérica
dejaba de tener su nacimiento en la «generación espontánea, y como marcan los
cánones del origen y desarrollo de cualquier cultura, se le dotó de un
precedente y un motivo de desarrollo, el cual a su vez, contextualizaba la
Cultura Ibérica dentro de una cronología más acorde en el ámbito de la
protohistoria mediterránea, situando a los iberos en el mosaico cultural
mediterráneo del momento, lo que significó toda una revolución en la concepción
de la iberización.
En
1974 se publica la estratigrafía del yacimiento de Vinarragell de Burriana, en
donde de nuevo, se volvían a presentar materiales fenicios en esta zona al
norte del río Segura (Mesado 1974). Aunque la visión que se quería ofrecer en
la interpretación de la estratigrafía era la de una conjunción con los
planteamientos «académicos» del momento en la historiografía valenciana, el
corte estratigráfico, juntamente con otras estratigrafías de sumo interés para
el proceso de la investigación protohistórica, como el caso de los Saladares de
Orihuela (Arteaga – Serna 1973; 1975), rompían las tesis sobre las que se había
planteado los estudios de las colonizaciones
antiguas.
La llegada del pueblo fenicio a Castellón.
Esta revelación histórica es la que se extrae, en un principio, de los dos
poblados de la Edad de Hierro hallados en los alrededores de la ermita de Santa
Llúcia de Alcalà de Xivert.
Así
pues, se establecía una proyección hacia el norte costero peninsular de las
denominadas factorías fenicias del sur. Una proyección que se justificaba por
la búsqueda de nuevos puntos de aprovisionamiento de metales, especialmente
hierro, y de nuevas rutas hacia el Atlántico para llegar a los centros del
estaño a través del istmo de Aquitania. La contrapartida fenicia venía indicada
por las ánforas, y las cerámicas pintadas con bicromía que corresponderían a
los pithoi, lo que denunciaba un comercio de productos alimenticios, ya
sea aceite, vino o salazones.
Unas excavaciones han sacado a la luz dos yacimientos con numerosas piezas de
cerámica y otros metales que arrojan luz “sobre el asentamiento del pueblo
fenicio en la provincia y su aportación del comercio como forma de vida”,
explica el arqueólogo que dirige las prospecciones, Gustavo Aguilella, quien
asegura que, “a nivel de investigación, estos descubrimientos son muy
importantes, porque se puede llegar a conocer los detalles de la presencia
fenicia y su cronología”.
En
la montaña hay dos poblados diferenciados, uno fechado en el siglo VI antes de
Cristo y otro datado del segundo milenio antes de Cristo. No obstante,
Aguilella afirma que el enclave “podría estar repleto de más yacimientos
similares”, ya que “si hemos encontrado dos poblados es muy probable que demos
con más y, por tanto, podríamos descender hasta estratos más inferiores para
buscar más material”.
Por
ello, confía en que “en un futuro se puedan realizar más catas, para sacar a la
luz más hallazgos y completar las piezas encontradas”. En este sentido, destacó
que “se han extraído un buen número de elementos y muy bien conservados, pero
estos tendrán que ser sometidos a un exhaustivo proceso de análisis y
restauración para recuperarlos”.
Muchos
de los restos han aparecido rotos, por lo que las nuevas prospecciones se hacen
necesarias “para poder completarlas”.
Un trabajo que se
prolongará “por varios meses”, dada la gran cantidad de material que se ha
encontrado.
Indicar
que uno de los legados más importantes que dejó el pueblo fenicio fue su arte
en objetos cerámicos y el comercio, que extendió por una gran parte de la costa
del mar Mediterráneo.
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