Este poblado, situado en las terrazas superiores del
río Mijares, es muy pequeño en extensión, no obstante, eso resulta
interesantísimo desde el punto de vista de los materiales, piezas excepcionales
tanto por sus formas como por sus decoraciones.
El asentamiento del Torrelló se
asienta en la parte oeste del término municipal, de Almassora junto al río
Millars ( Mijares) y lindando con el término municipal de Onda.
En él se ha documentado mediante
varias excavaciones arqueológicas unos restos del poblado de la época del
Bronce, datados hacia el año 1000 a.C. A ellos se superponen diversas clases de
estructuras urbanas, que dan pie a distintos momentos de la ocupación, quizás
los más visibles son la calle ibérica con sus viviendas adosadas, datada
alrededor del 160-140 a.C.
Otras estructuras importantes son
las distintas murallas, un total de más de 70 metros longitudinales, que
protegían la aldea de las constantes invasiones.
Una de las fases que más conocemos
es la que se produce alrededor de las siglos VIII - VII a.C., donde se
construyen unas viviendas elipsoidales en las cuales aparecen unas cerámicas
realizadas a mano y de colores negruzcos.
Posteriormente, hay un cambio en
el sentido orientativo de las casas, realizándose ahora de norte a sur, y con
unos muros completamente rectilíneos, apareciendo por primera vez las vasijas
levantadas con el torno de alfarero, lo que supone un cambio considerable en la
economía.
Como en todos los poblados
ibero-fenicios es de suponer que aquí se encontrase un taller local de
alfareros indígenas que fabricaban ánforas de imitación fenicia además de
diferente cerámica ibérica.
Aunque también es posible que toda
la cerámica hallada fuese de importación de Andalucía.
En este periodo cuando se
documentan por primera vez algunas semillas de uva.
La
importancia de este poblado radica en su situación estratégica de control de
las rutas de comercio hacia el interior, en su condición fronteriza y en los
numerosos restos de un importante comercio con los fenicios que lo convierten
en un centro distribuidor de mercancías fenicias hacia el interior.
Por tanto vemos que aquí es
notoria la influencia de los colonizadores semitas del Mediterráneo, es decir,
se ve claramente la influencia de carácter fenicio en este poblado, que
formaría parte del Hinterland de Vinarragell.
Posteriormente y ya en la última fase de la ocupación del
poblado, al final del momento Ibérico, siglo II a.C., encontramos diversas
viviendas que se alinean entorno a una calle central de un metro de anchura,
donde se han encontrado unas escaleras con cuatro peldaños.
En el interior de una de estas casas
y situado debajo del suelo de una chimenea, se obtuvieron los restos de un niño
recién nacido, que posiblemente murió en el parto. Encontrar niños enterrados
en las casas es bastante normal, esto suponía creer en una inmediata
fecundidad. Respecto a los restos de contenidos en algunas piezas cerámicas se
han documentado miel con restos de higos o miel con frutos carnosos, además de
la existencia también en ánforas de cebada fermentada o cerveza. En cuanto al
estudio de los huesos, se han detectado gallos, ovejas, cabras, conejos,
caballos, cerdos, es decir animales domésticos principalmente, aunque también
se han encontrado huesos de ciervo.
En
la última fase de la ocupación del poblado, al final del momento Ibérico, siglo
II a. C., se hallan diversas viviendas que se alinean en torno a una
calle central de un metro de anchura, donde se han encontrado unas escaleras
con cuatro peldaños.
Los huesos de
animal, ovicáprido, se dan en la modalidad de quemados con lo que podía
pensarse también en una ofrenda alimenticia procedente de un sacrificio ritual
que acompañase al difunto en el viaje a ultratumba.
Los animales consumidos
eran sacrificados a una edad superior a los 40 meses, según nos indica el
desgaste de los dientes de las mandíbulas.
Parece usual el material óseo de animales, en los ritos
cultuales ibéricos en enterramientos de incineración, pero no lo es tanto el
que estos también hayan sido quemados, aunque a medida que se elaboran estudios
más profundos, se detecta que éstos se presentan abrasados en el interior de
las urnas.
Hay varias formas de cerámica
globular y bruñida fabricadas a mano, decorada con incisiones en su parte
exterior, así como impresiones correspondientes a la I edad el Hierro y
fechadas en el siglo VII a. C.
También se encontraron diferentes
formas de cerámica realizada a mano datadas en la misma época.
Se han
encontrado varias ánforas fabricadas a torno de las conocidas como
fenicias, en las cuales se ha podido documentar que llevaban o transportaban
en unas vino y otras salazones.
Entre los diferentes hallazgos se han encontrado en la necrópolis
y en diferentes tumbas varias urnas de carácter cinerario.
En dicha necrópolis también
se ha hallado un escarabeo etrusco, ese amuleto con forma de escarabajo
pelotero -de ahí su nombre-, y que tiene su origen en la mitología egipcia.
También se halló una tumba -incineración 20- con las cenizas de dos personas,
además de restos de ovicáprido, e interesantes fragmentos de cerámica policromada.
En una de las tumbas
de dicha necrópolis la cerámica ofrece una pintura singular que carece de
paralelos en todo el yacimiento como puede verse en el estudio de ella.
Realmente, se cree que las
tres piezas con pintura policroma se realizaron para esta tumba ex profeso y
por el mismo alfarero. Es decir, se llevarían a cabo para la función de
contener las cenizas de unos difuntos, y por tanto deben de entenderse ellas
mismas como ajuar, al igual que otras piezas en otras necrópolis.
Se ha encontrado dos fragmentos fenicios a torno
correspondientes a lo que se conoce como tipo “Cruz del Negro” con pasta de
Sándwich, gris interior y ocres anaranjados en los exteriores con abundante
desgrasante equistoso correspondiente a finales del siglo VII a. C..y primeros
del VI.
También se ha encontrado varios fragmentos de pithoi
de carácter fenicio con decoración de bandas y filetes.
Tenemos también varios fragmentos de diversos platos
de trípode fenicio fabricado a torno con pasta gris oscura y desgrasante de
cuarzo y micas con las caras exteriores con un engobe verde aceituna.
Existen también numerosos fragmentos de ánforas fenicias
fabricadas a torno y con distintas clases de engobe.
Estas cerámicas, debieron ser
sometidas a un sistema de cocción bastante rudimentario, en el cual,
probablemente no superaron en ningún caso los 800º Centígrados, ya que los
materiales se mantienen intactos en los fragmentos analizados.
Hay otro grupo de pastas que
corresponden a un grupo de muestras fenicias, cuyo origen más probable sea el
sur de la Península, caracterizadas en su mayoría, por una cantidad de
desgrasantes, cocción a elevada temperatura y un bajo contenido en calcita y
materiales arcillosos.
Estas primeras piezas con torno
llegan desde las costas mediterráneas de Málaga, hasta la desembocadura del
Millars o Mijares.
En este poblado las gentes del
lugar se dedicaban al comercio que realizaban a través del río y consistía en
la producción de vino ya que formaba parte de su estatus y al intercambio
de distintas mercancías que río arriba y río abajo transportaban con sus
barcazas.
Formaba parte de lo que conocemos como el Hinterland de
Vinarragell, localizado en la desembocadura del Mijares.
Las
importaciones fenicias, en tanto que con-tenedores de productos alimenticios,
se vinculan al interés de los grupos –aquellos interlocutores de los
intercambios– por el consumo convivial. Beber y consumir alimentos pueden ser
actos sociales con funciones determinadas, la más extendida de las cuales es
potenciar –y manipular– la interacción social a través de la institución de la
hospitalidad. Esta puede producirse de muchos modos, pero lo más destacable es que mediante su práctica se establecen diferentes
relaciones sociales; así, se pueden producir relaciones de reciprocidad u
obligaciones sociales pero, al mismo tiempo, puede servir para aumentar el
prestigio y el poder social o, de forma
sutil, crear vínculos de dependencia.
Puesto que
las ánforas fenicias contuvieron principalmente vino cabe plantear las ventajas
sociales, políticas y económicas de la bebida en una sociedad precapitalista de
pequeña escala. Sin embargo, el vino fenicio no debió ser la primera bebida
alcohólica que consumieron los grupos indígenas de la costa oriental
peninsular, ya que es probable la elaboración de cerveza durante el Bronce
Final, y con toda seguridad en el norte y este peninsular, ya que se documentan copas o pequeños cuencos de tipología
variable.
Los bienes
de prestigio no actúan por sí solos, ni sus significados son fijos, sino
que sus valores dependen de quienes se los otorgan.
Los
intercambios expresan, así, la particularidad de una situación entre una
expansión comercial protagonizada por los grupos fenicios y los intereses de ciertos grupos indígenas en asentamientos que
controlan las vías de comunicación y ya existentes desde el Bronce Final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario