A partir del s. XIII a.C., en el mundo mediterráneo
se producen cambios trascendentales en el ámbito social, político y
tecnológico. Las transformaciones acaecidas con la desaparición de los centros
orientales suponen la aparición de nuevas formas de poder político y la
descentralización del comercio de artículos de alto valor.
Algunos núcleos cuya dinámica socio-económica así lo
permitió se convierten con el Hierro Antiguo en verdaderas ciudades.
El
contexto sociopolítico mediterráneo permite un comercio más ágil, no
monopolizado por los grandes estados, apoyado en puntos estratégicos y
comunidades de paso que experimentan un importante desarrollo al amparo de su
papel de intermediarios. Estos procesos crecientes de interacción y
multidireccionalidad de influjos culturales son catalizados desde el
Mediterráneo centro-oriental hacia occidente. La expansión de la cultura
tartésica por el sureste se hace patente en yacimientos del Bronce Final
como el yacimiento de Vinarragell.
Este enclave, situado en la
desembocadura del Mijares, ofrece una buena posición estratégica y cumple todos
los requisitos para ser una comunidad de paso, al ubicarse en un punto que
controla las vías de comunicación y puede articular varias regiones.
Nos encontramos con un
asentamiento donde los fenicios se habían instalado creando así la producción
cerámica, broncista y orfebre, inspirada esta última en joyas etruscas
orientalizantes y de influencia jónica.
A demás parece
que trabajaba un artesanado extranjero produciendo armas y objetos de
tipo atlántico, lo que da idea de la existencia de este tipo de contactos
comerciales a larga distancia. Los artesanos fenicios instalados en el poblado
suscitaron una destacada producción alfarera cuyas piezas sirvieron para
abastecer a otros yacimientos más interiores.
La interacción humana y comercial
con el mundo fenicio fue incrementándose, de modo que Vinarragell, partícipe de
la corriente orientalizante, experimentó en el siglo VII a.C. una formidable
expansión urbanística. El asentamiento adquirió un perímetro amurallado y
experimentó obras públicas y de aterrazamiento.
La ciudad portuaria instalada
al abrigo de los vientos de levante, se encontraba en un punto estratégico no
sólo para la explotación primaria de los recursos económicos sino, y a ello se
debió tal elección, en un lugar óptimo de un cauce fluvial que comunicaba el
Este Peninsular con el Bajo Aragon, un eje comercial de especial importancia en
la protohistoria de ambas regiones.
El yacimiento se
encuentra en la orilla derecha del paleoestuario del río Mijares al final del Camí Santa Pau
y forma parte de una extensa finca de naranjos y pertenece al término de
Burriana, ciudad de la que dista cinco kilómetros y con la cual se
comunica. El río Mijares es el curso
fluvial más importante de la provincia de Castellón, tanto en caudal como en
longitud. Su nacimiento se sitúa sobre los 1.600 metros de altitud, en la
provincia de Teruel. La desembocadura
está formada por un cono aluvial, cerrado superficialmente por un cordón de gravas,
roto sólo por los efectos de los temporales de levante sobre la línea de costa.
Se puede decir que este yacimiento no pasó por la fase del íbero pleno,
pasando desde la Primera Edad del Hierro o del estado
castreño a la etapa orientalizante.
Tras diversas campañas, entre 1974 y 1979 se
localizaron seis fases distintas de esta pequeña elevación que fue creciendo a
causa de sus sucesivos hábitats. La primera es la época fundacional o
europeizante, a la que siguen la fenicia, ibérica independiente, ibérica
dependiente, semita y también cristiana.
En
su desembocadura forma una especie de albufera alargada de unos 90 metros de
anchura, que se hace más angosta en la línea de la costa por el avance de un
cordón litoral desde el norte que la cierra parcialmente.
La intensidad del comercio fenicio queda
justificado con la presencia antigua de manufactura de bronce en todo el
levante.
El
yacimiento es de gran relevancia, pues se trata de una de las colonias fenicias más importantes en el
este peninsular.
Se considera
Vinarragell como un gran poblado
costero de carácter íbero-fenicio en cuyo hábitat un jefe local se
establece de forma destacada y donde se pueden observar los elementos
determinantes para ostentar y acrecentar su prestigio, por ejemplo, las
poderosas fortificaciones o el control de la producción del vino, bebida de
destacada importancia en los contextos político-ceremoniales mediterráneos de
consolidación del poder aristocrático.
Este poblado fenicio de la Ilergavonia estuvo
habitado entre fines del siglo VIII y el tercer cuarto del siglo VI a.C.
El
emplazamiento fenicio se debería a los marinos metalúrgicos y comerciantes que
necesitaban un puerto en el estuario, y un hinterland rico en mercancías
(azafrán, vino, lapis specularis, hierro). Ocupaba un sitio privilegiado
como papel de puerto de mar y punto de salida para el comercio de los productos
de su hinterland.
Vinarragell generalizó diferentes productos,
principalmente cerámicas torneadas, en el hinterland del Mijares y del Bajo
Ebro, mientras que los artesanos fenicios instalados en esta población
suscitaron una destacada producción alfarera cuyas piezas sirvieron para
abastecer a otros yacimientos más interiores.
Las cerámicas
fenicias han sido el principal objeto de estudio para establecer la cronología
y el ritmo de los principales cambios estructurales que dieron lugar a la incorporación de la sociedad
prehistórica occidental en la historia general del Mundo Mediterráneo.
La producción anfórica se inició antes de la
mitad del siglo VIII a.C. en buena parte de los centros afectados por el
comercio fenicio, especialmente en aquellos que contaban con ciertos recursos
agrícolas y pesqueros.
La presencia de los
fenicios es difícil de datar cronológicamente; es posible que fueran ellos los
que enseñaron al núcleo ibérico la utilización del torno y el horno de
alfarería.
La cronología de
estas ánforas data entre el 675 a C al 550 a C, fabricándose en diversos
centros del sur de la Península, que posteriormente los íberos adoptaron formas
fenicias, pasando rápidamente a ser fabricadas por los propios indígenas.
Hay también una serie de
piezas fenicias hechas a torno a las que resulta difícil encontrar un
cierto paralelo entre las de más factorías fenicias del Mediterráneo, que
pueden corresponder a novedades de los alfareros de la zona.
Se trata pues, de
un yacimiento indígena de carácter
hallstático sumergido en las redes comerciales de las factorías o
colonias fenicias instaladas en el Mediterráneo.
En este poblado
tras las diferentes excavaciones no se ha encontrado la necrópolis
correspondiente, por tanto, es obvio, la inexistencia de ajuares en las tumbas.
Su posición indica
que actuó como escala en la ruta que unía los enclaves fenicios ibicencos con
las colonias fenicias andaluzas y valencianas. Es un yacimiento perteneciente a la primera Edad del Hierro y a la cultura
de los campos de urnas en un principio hasta que llegaron los colonizadores del
Mediterráneo, es decir fenicios y griegos, notándose una gran influencia
tartésica, a lo que se sumó paralelamente el
efecto directo de la acción de los colonizadores, muy activos en la costa.
Las ánforas, tinajas y otras cerámicas a torno, lisas o pintadas
fenicias introducidas en el medio indígena peninsular desde las colonias fenicias de Andalucía,
dieron lugar a una corriente de imitaciones, burdas en un principio, pero
gracias al torno de alfarero y al horno de cámara alcanzaron pronto un
alto nivel tecnológico.
Por su proximidad sería el gran foco difusor
de los nuevos adelantos tecnológicos y culturales de carácter orientalizante que afectaron de manera progresiva a
las comunidades indígenas del Bajo Aragón.
Se
encontraron muros pero por la destrucción que
padecen es casi imposible estudiar sus características. Había una
estancia dedicada al almacenamiento de grano.
Dentro de la investigación protohistórica sobre los
fenicios, el comercio ha sido uno de los pilares del estudio arqueológico,
interpretándose tradicionalmente como el principal motor económico del mundo
orientalizante, a excepción de otras posturas que defendían el desarrollo de
políticas de implantación territorial como impulso económico.
Un
problema de los estudios sobre las estructuras comerciales protohistóricas ha
sido la aplicación de modelos interpretativos o terminologías modernas sin una
reflexión previa sobre dichos conceptos, tales es el caso de términos como
economía, comercio o intercambio. El comercio, interpretado de forma
determinista como vertebrador únicamente de intercambios con fines de
enriquecimiento o subsistencia, también incluye una dimensión social en la cual
existe una gran multiplicidad de transmisiones e interacciones relativas a la
esfera social y cultural, ya que la realización de estos intercambios de bienes
conlleva implícitamente el establecimiento de relaciones sociales e
intercambios de conocimiento entre los agentes implicados en esta actividad.
Este
enclave era más que suficiente para el comercio colonial primitivo, siendo esta
privilegiada situación del yacimiento
Se
hallaron fragmentos de vasijas de
importación en forma de ánforas. Toda la cerámica encontrada está fragmentada.
Se halló una vasija geminada de bronce.
Se halló un fragmento de vaso esgrafiado
bruñido, así como varias piedras de molino barquiformes.
Había también
bordes de ollas de perfil con cabeza de caballo. Se encontraron varios
fragmentos de los llamados Kalathos o sombrero de copa y también fragmentos de cerámica ibérica de grandes vasijas o tinajas realizadas a torno
pintadas decoradas en negro, marrón o rojo, con bandas,
filetes, flecos, círculos y semicírculos concéntricos, tableros de ajedrez y
varios motivos geométricos propios de la época.
Se hallaron también
fragmentos arcaizantes hechos a torno de cerámica negra pertenecientes a bocas
lisas algo exvasadas.
Se
documentan muestras de pithoi perteneciente a la cerámica ática. Platos y
cuencos de pie trípode. Todo ello apunta al periodo y carácter orientalizante de todas las poblaciones de la costa.
Según las excavaciones se
podría interpretar Vinarragell como el hábitat donde un jefe local se establece
de forma destacada y donde se pueden observar los elementos determinantes para
ostentar y acrecentar su prestigio, por ejemplo, las poderosas fortificaciones
o el control de la producción del vino, bebida de destacada importancia en los
contextos político-ceremoniales mediterráneos de consolidación del poder
aristocrático.
CERÁMICA
IBERICA
A partir de finales del siglo VII a. C. y durante gran parte
del siglo VI a. C., las primeras cerámicas ibéricas pintadas y lisas
del sur y sureste peninsular muestran repertorios de clara filiación fenicia,
sobre todo en lo que se refiere a los grandes contenedores como ánforas o
tinajas, que incorporan poco a poco formas nacidas de la creatividad indígena.
En Vinarragell
queda bien patente la progresiva sustitución de las cerámicas hechas a mano por
las realizadas a torno. Todo ello provocará una mayor estabilidad de la
población mediante la concentración en núcleos mayores y la consolidación de
nuevas formas constructivas.
Por
los vestigios hallados parece que en esta villa la economía de las gentes era
que se dedicaban principalmente a la agricultura, al comercio
marítimo y a la ganadería. Esto lo
prueba la existencia de un horno encontrado para cocer pan. En las cercanías
hay una presa pre-romana con su
respectivo canal de drenaje. La cultura material del enclave se define por la existencia de un
repertorio cerámico donde predominan las producciones a torno, en las que
destacan las ánforas, los recipientes o jarras de tipo pithos y vajilla
de mesa, con platos y cuencos, que dejan sentir el peso de la influencia
fenicia, aunque el conjunto se aleja de los ajuares hallados en enclaves
coloniales. Junto a las cerámicas a torno coexiste un importante conjunto de
cerámicas realizadas a mano que alcanza porcentajes cercanos al 25-30 % del
total.
Este
poblado estaba en la red del extenso comercio fenicio, como demuestra la
aparición de ánforas de cintas de origen centro- Mediterráneo y probablemente
fenicio sardo. Debemos recordar que todas las piezas que han sido encontradas
en este yacimiento han aparecido muy fragmentadas, por lo que es casi imposible
hacer un estudio detallado, aunque lo podamos hacer bastante aproximado
Junto a la cerámica a mano
local encontramos en Vinarragell cerámicas a torno de imitación e ingentes
cantidades de cerámicas importadas, lo que nos lleva a hablar de la presencia
estable de gentes fenicias. Estas gentes configurarían un barrio colonial
especializado en tareas mercantiles y artesanales.
Hay, también, grandes recipientes globulares, bien
espatulados, decorados barrocamente con una temática geométrica que comporta
bandas horizontales y en zig-zags, hechas con el lomo de la espátula, y
cordones entrecruzados, dejando áreas triangulares decoradas con esférulas; así
como pequeños recipientes con pitorro vertedor.
Los molinos de fabricación casera son barquiformes,
aprovechando los rodenos del río.
Según
Plinio nos encontramos en un opiddum o
poblado que era el límite entre la Edetanía y la Ilercavonia.
Se
cree que fue una colonia fenicia, o tenía buenas influencias comerciales con
los fenicios en la cual se hacía comercio con lo típico de la época (adornos,
brazaletes, fíbulas, botones, vino, cerámica, garum, aceite, marfiles) con
todos los puertos del Mediterráneo, dándole un carácter orientalizante.
Es
probable que hubiera un taller de imitación de cerámica negra de carácter
oriental o jónica.
Fragmentos correspondientes
a grandes ollas o recipientes a torno, con el borde saliente, con la pasta color anaranjado, cuarzo, cal y
dióxido de hierro como material
desgrasante, llevan en el exterior un engobe amarillento, y podemos decir que
son parte de la cerámica procedente de Cartago. Estos recipientes presentan una
orejeta con perforación vertical, sobre una característica carena, y se describen
como vasos cortados con asas y orejetas.
Los ejemplares de este tipo datados en la segunda mitad del siglo
VI a C. constituían los precedentes para
las urnas de orejetas ibéricas, los cuales copiarán los indígenas en
cada uno de sus poblados o talleres.
Es posible que tuvieran como divinidad a la diosa Astarté como
demuestran los hallazgos de una figura de terracota, dedicada a esta divinidad,
en uno de los santuarios cercanos.
El intercambio comercial marítimo se efectúa
entre promontorios costeros y prelitorales conectados visual y físicamente a
través de los cursos fluviales que actuaban como una vía de penetración a las
tierras del interior (Maestrazgo) constituyendo una vía de penetración hacia el
interior a través del río Mijares.
Debió
ser un gran núcleo urbano fechado en el siglo VI a.C. y como es de suponer tendría también una fábrica o
factoría dedicada a la producción salazones como todas las ciudades del litoral
Mediterráneo.
Los mercaderes fenicios instalados aquí posiblemente negociaron con
objetos de metal, pero también con otros productos, principalmente vajillas
cerámicas u productos agropecuarios almacenados en ánforas u otros grandes
contenedores.
Por
la cantidad de fragmentos cerámicos correspondientes a ánforas, se cree
que era un gran centro mercantil en el que se comerciaba tanto con aceite y
vino, procedente de las colonias del Mediterráneo y del resto de la Península,
es decir, tanto de la costa como del interior.
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