domingo, 19 de febrero de 2017

El Hinterland de Mazarron


   La presencia de fenicios en la zona demuestra las relaciones que éstos mantenían con las comunidades indígenas, desde al menos el siglo VII a.C., con contactos comerciales en el litoral e, incluso, con asentamientos del interior, adonde accedían a través de la rambla de las Moreras hacia el valle del Guadalentín.
    La palabra hinterland proviene del idioma alemán, y significa literalmente "tierra posterior" (a una ciudad, un puerto, etc.).
    En un sentido más amplio al anterior, el término se refiere a la esfera de influencia de un asentamiento.
     Es el área para la cual el asentamiento central es el nexo comercial. Es también conceptualizado como espacio de crecimiento.
    Como hinterland se conocieron asimismo las zonas que rodeaban a las antiguas colonias europeas en África, que, aunque no pertenecían a la colonia, fueron influenciadas por ésta.
     Área de influencia de un centro urbano, industrial o comercial, del que depende fundamentalmente en lo económico.
    El previsible crecimiento de los tráficos portuarios, la óptima conectividad terrestre y la disponibilidad de suelo industrial en el entorno de proximidad del puerto, permitirán ampliar el hinterland natural hacia territorios más alejados que son actualmente espacios de competencia interportuaria.
     Nuestro hinterland, entendido como el espacio terrestre en el que se localizan los lugares de origen o destino de nuestros flujos portuarios, debe buscar expandir sus límites de localización; llegando a empresas e industrias más alejadas que puedan enviar o recibir sus mercancías por mar a través del puerto de A Coruña.
    Las empresas del entorno portuario, que realizan movimientos de comercio exterior, representan el principal potencial de generación de flujos de transporte marítimo; tanto en el sector de hidrocarburos, como en el movimiento de graneles sólidos y mercancía general, así como la carga contenedorizada.
    Desde mediados del VII a C., los enclaves existentes aumentaron de tamaño, al tiempo que desde algunos se lleva a cabo la ocupación intensiva de los territorios próximos con la aparición de pequeños poblados. También se crearon nuevos asentamientos en zonas más alejadas como Ibiza (Sa Caleta), Portugal (Abul y Santa Olaia) o Marruecos (Mogador) y el comercio llevó las importaciones fenicias a el litoral de Cataluña y el sur de Francia. Luego, durante el siglo VI a. C. algunos enclaves se abandonaron, como el Cerro del Villar, con cambio de emplazamiento incluido, y se produjo una reestructuración integral de la población, con el consiguiente crecimiento de lugares como Malaka, que alcanzan la categoría de ciudades. 
  Es un enclave protohistórico  de grandes dimensiones situado al sur de Qart Hadast, la actual Cartagena.
   Se conocen pocos vestigios de esta época, pero vamos a hacer un estudio detallado del poblado según los pocos hallazgos que poseemos.
   Debió existir una colonia o habitat de población fenicia, según nos demuestran los materiales encontrados.
    Antes de la fundación de Qart Hadast por los púnicos, se experimentó un florecimiento de las actividades minero-metalúrgicas beneficiando la plata y el plomo metálico, obtenido del tratamiento de minerales argentíferos procedentes del polígono minero de Mazarrón, igual que había hecho durante las fases con presencia fenicia y griega.
   Podríamos decir que se trata de un puerto de carácter secundario donde fondeaban las barcazas a la espera de que les viniese el material del puerto de Qart Hadast.
    Desde el pie de la Sierra de Almenara hasta la Sierra del Algarrobo, que queda situada al este de Leiva, existe un suelo rico en rocas ígneas que está muy relacionado con las metalizaciones de estos distritos, cuyas minas eran desde antaño.
    Anterior a la romanización los habitantes de este poblamiento deberían ser Mastieno-Bastetanos, los cuales se dedicaban a la agricultura, a la exportación de esparto y a la explotación de las minas, además de poseer, como todas las ciudades del litoral, sus fábricas de salazones, desde las cuales se exportaba el garum por todo el Mediterráneo.
   Traficaban también con múrex, que era un caracol, que su baba servía para teñir la ropa y con colmillos de elefante procedentes de Africa, además de comerciar también con lingotes de estaño.
     Era también muy importante la caza del conejo el cual era muy abundante en esta zona próxima a los espartizales en el campo de Cartagena.
   En cuanto a los fenicios encontramos evidencias físicas de su establecimiento en tierras de Mazarrón alrededor ya del s.VII a.C.: el yacimiento de Playa de la Isla con los restos subacuáticos de dos barcos, de entre 8 y 9 metros de eslora, con un cargamento de unas dos toneladas de tortas de óxidos de plomo (para su uso en otros centros mineros carentes de este mineral necesario para la obtención de la plata) y el establecimiento minero de Punta de los Gavilanes.
    La existencia de importantes yacimientos metalíferos en Mazarrón (cobre, hierro, plata, plomo), fueron objeto de una gran codicia por todos los pueblos del Mediterráneo. 
  En La Punta de Gavilanes a finales del siglo V a.C. o inicios del IV se construyó un edificio de planta rectangular, con tres ámbitos espaciales paralelos y adosados construidos sobre un muro común, que constituye el límite meridional del edificio.
    Cada uno de estos ámbitos espaciales estaba estructurado en dos espacios, una habitación de mayor tamaño que, mediante un umbral de acceso, comunica con otra más pequeña situada en la parte más septentrional de la edificación.
   En cada una de estas estancias de menor tamaño, además de en otra habitación localizada en frente occidental del edificio, se excavaron sendos hornos, en los que se benefició la plata fundiendo tortas de litargirio de plomo.
    Durante los siglos IV-III a.C se arrasaron estos dos últimos horizontes de ocupación del yacimiento de Punta de Gavilanes.
     A finales del siglo V a.C. o inicios del IV se construyó un edificio de planta rectangular, con tres ámbitos espaciales paralelos y adosados construidos sobre un muro común, que constituye el límite meridional del edificio.
    Esta actividad metalúrgica era sólo la fase final de un complejo proceso, que evidencia la existencia de una organización productiva durante los siglos IV y III a.C., que controlaba todas las fases del proceso.
    Primero, la explotación de los yacimientos metalíferos del entorno, de los que nada se sabe sobre su organización; en algunos de los cuales se han hallado restos cerámicos púnicos fechados en los siglos IV y III a.C.
   Después el mineral extraído pasaba por una industria minera transformativa, emplazada en el paraje de Los Ceniceros, donde se realizaban las operaciones de estrío, triturado, lavado y clasificación.
     En la Loma de Sánchez-Susaña se realizaban las labores de tostación y fusión del mineral, que era trasladado a través de la laguna interior en barcas de poco calado hasta los centros metalúrgicos de copelación de la plata, como Punta de Gavilanes, donde se separaba definitivamente el óxido de plomo de la plata.
      Primero, la explotación de los yacimientos metalíferos del entorno, de los que nada se sabe sobre su organización; en algunos de los cuales se han hallado restos cerámicos púnicos fechados en los siglos IV y III a.C.
   Después el mineral extraído pasaba por una industria minera transformativa, emplazada en el paraje de Los Ceniceros, donde se realizaban las operaciones de estrío, triturado, lavado y clasificación.
     A partir de dibujos y maquetas el artista recrea con el infógrafo Diego Bravo, un proyecto basado en la figura mitológica del hipocampo (caballo marino), que figura en algunas monedas fenicias, y que también aparece en el anverso de un grupo de monedas de plomo, acuñadas en las antiguas tierras de Mazarrón, junto a delfines, palomas y medias lunas crecientes, timones y naves.


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