Una gran parte del comercio fenicio estaba dedicada
al transporte y al comercio del azafrán
El azafrán se ha empleado en muchas culturas como
tinte de las telas, sin embargo como colorante es inestable, ya que en un
principio el color resultante es un amarillo brillante que tiende a un
anaranjado y en seguida pasa a ser un amarillo pálido que tiende a crema, y
todo ello a pesar de utilizar una cantidad suficiente de azafrán.
El azafrán constituía una de las
especias más preciados del Mediterráneo antiguo, es decir, de los comerciantes
fenicios y otros de la misma época.
Los fenicios, grandes marinos y comerciantes,
progresaron gracias al lucrativo negocio de las especias, y convirtieron a su
ciudad de Tiro en un gran centro de distribución que abasteció a toda la zona
del mediterráneo entre los años 1200 y 800 antes de C.
Los micénicos, al llegar a Creta, se encontraron con
un sistema de cultivo de plantas que desconocían y que desempeñaban un papel
importante en la industria minoica. A la isla llegaría el cultivo del azafrán a
través de los contactos comerciales con cercano oriente, como se demuestra por
las “palabras viajeras”.Por tanto se puede decir que este era un material
preciado por los antiguos colonos tanto fenicios como griegos.
Los fenicios lo compraban ya envasado en frascos
egipcios o en tarritos fenicios, aunque crecía de manera natural en las
regiones septentrionales del país. Muchas de las naves de los fenicios tenían
todo su espacio de carga ocupado por el azafrán, y diseminaban por los diversos
países todas las diferentes formas en que podía usarse. Ellos mismos lo
utilizaban para cocinar y como tinte.
Los fenicios y los cartagineses utilizaban el azafrán para
teñir los velos de novia, de hecho hoy en día se sigue utilizando para teñir
diferentes tejidos, como en el Tibet, donde los monjes budistas utilizan las
hebras de azafrán para colorear sus togas.
El azafrán es un colorante que también se emplea en
biología para elaborar la safranina con la que elaboran tinciones y, en pintura
artística, es empleado el mismo azafrán como pigmento.
La forma de hacer estos tintes era diferente según
cada época y pueblo. Su origen se sitúa en Asia Menor, hace más de 3000 años.
Los fenicios ofrecían azafrán como
ofrenda en las bodas como símbolo de fertilidad. Entre los fenicios, las sábanas teñidas con azafrán
eran lo más elegante para las noches de boda, así también su fragancia y
virtudes afrodisíacas se ensalzan en la literatura griega y romana.
En el palacio de Knosos (Creta), un fresco minoico
pintado entre 1500 y 1600 a.C, muestra el azafrán como droga terapéutica,
mientras que la referencia escrita más antigua aparece en un tratado botánico
asirio del siglo VII a.C. Se dice que Alejandro Magno (356-323 a.C) en sus
campañas asiáticas, utilizaba el azafrán persa en sus infusiones y abluciones,
costumbre que llevó consigo a Grecia.
El aroma desprendido por el azafrán ha hecho que se haya
utilizado este condimento a lo largo de la historia como un perfume. En Europa,
se empleaban los hilos de azafrán en combinación con el vino y la planta del
alkanet para preparar aceites aromáticos como el "crocinum" que se
utilizaba aplicándolo en el pelo como un perfume.
Antiguamente, el azafrán también era muy utilizado por las
mujeres de la aristocracia para elaborar mascarillas faciales que aplicaban
contra espinillas y erupciones, a su vez, utilizaban el azafrán también para
maquillarse, para suavizar la piel y como ingrediente en perfumes y cremas.
Otra de las aplicaciones que se le daba al azafrán en la Roma antigua era
espolvoreado en las estancias de la casa para perfumar y por su poder
desinfectante, también extendían unas cuantas hebras sobre el lecho nupcial de
los recién casados para que la unión de éstos fuese fértil, puesto que veían el
azafrán como un poderoso afrodisíaco; hoy en día en algunas zonas de nuestro
país se sigue regalando como tradición a las parejas de novios unas hebras de
azafrán como símbolo de deseo de prosperidad.
El azafrán también se utilizaba
para tintar los cabellos de rubio, siendo en un principio empleados por las
prostitutas de lujo en la antigua roma puesto que las rubias eran más
cotizadas, esta técnica de tinte capilar con azafrán se siguió empleando en el
siglo XVI en Venecia, donde las damas se ponían lociones realizadas con una
base de sulfuro y azafrán que hacían cocer en sus cabezas colocándose al sol.
En la península Ibérica el azafrán procedente de la región de los
olcades y de los oretanos se exportaba por los distintos puertos marinos y
fluviales así como Cartago Nova, Portus Ilicitanus, La Fonteta, Vinarragell, Sucro, Tiris y demás puertos
del levante peninsular.
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