martes, 7 de marzo de 2017

SEXI Y SU HINTERLAND



   Amuñecar dispone de un emplazamiento  estratégico donde los fenicios construyeron su base y factoría, además de ser un terreno rico en gricultura, ganadería, bosques próximos de pinos y encinas, suministradores de madera para arquitectura, astilleros y combustión y de vías naturales hacia el «hinterland».
   La extensión del establecimiento fenicio en el s. VIII-VI a.C., según los datos proporcionados por los sondeos, debió alcanzar unas 3 hectáreas, con una demografía mixta, indígena y oriental, de un millar de habitantes en su apogeo.
  Extramuros se emplazaban las tres necrópolis conocidas. La necrópolis Laurita se situaba a unos 800 metros de Sexi, en el Cerro de San Cristóbal, separada de la población por el río Seco. La necrópolis de Velilla se halla a un km. al este del núcleo urbano y separada de él por el río Verde.
  La necrópolis de Puente de Noy, con tumbas púnicas de la segunda mitad del primer milenio a.C., se sitúa a unos 400 metros al N-NE de Laurita y a un km. al N-NW de Sexi, del que la separa el río Seco.
  Estas tres necrópolis conservan las características típicas de las necrópolis fenicio-púnicas, como son la lejanía del hábitat en casi un km., el aislamiento por un río o ensenada intermedia y el emplazamiento en ladera de cerro visible desde el poblado.
La navegación de cabotaje, la practicaron los fenicios hasta el siglo XI a. c, siendo a partir de esta fecha cuando los fenicios deciden adentrarse en aguas lejanas, como Creta, Sicilia, Cerdeña, llegando hasta la misma Península Ibérica. Las escalas nocturnas tenían lugar en atracaderos costeros, separados unos de otros, por un día de navegación.
Con el transcurrir del tiempo se extendió su funcionalidad, convirtiéndose en puntos de comercio con la población indígena y como lugares de almacenaje de sus mercancías.
 Su radio de acción como puerto hegemónico, base del Hinterland, llegaba hasta Salobreña, que era un puerto fondeadero de segunda clase, y hasta el estuario del río Guadalfeo.
 Los materiales encontrados son cerámicas del siglo II a C. y un Santuario de carácter tardopúnico en Salobreña dedicado a la Diosa Tanit. 

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