Esta necrópolis viene asociada al yacimiento de las Chorreras.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
Como todos los emplazamientos fenicios se encuentra sobre
una elevación dominando la costa.
. Los fenicios que vivían en este
asentamiento aprovechaban los recursos agrícolas, ganaderos, forestales y
pesqueros de la región y tenían sus propias industrias de cerámica y textil.
También participaban en el comercio mediterráneo de cerámica arcaica etrusca y
griega oriental.
Las tumbas de
esta necrópolis serían un nicho-cámara orientado al este, de tendencia circular
irregular y unos 45-50 cm de anchura, cuyas dimensiones vienen determinadas por
el tamaño de las ánforas que funcionaron como receptáculo de los restos
incinerados.
Este tipo
de enterramiento es característico de las tumbas fenicias arcaicas (siglos VIII-VII a.C.) en
la costa andaluza mediterránea.
Se
encuentran fragmentos de un pequeño y excepcional pithos en una de las
tumbas.
La vinculación que se establece en los ritos
fúnebres de las necrópolis del área de Málaga con las formas que adopta la
representación del poder en Oriente la encontramos también en el uso de vasos
de alabastro. Estos recipientes fueron utilizados como elemento de ajuar o
como urnas cinerarias en muchas de las necrópolis fenicias del litoral
mediterráneo como Lagos y otras.
Algunos de estos vasos, que en su origen debieron contener vino y perfumes de
alta calidad, son de producción egipcia y excepcionalmente disponen de
inscripciones jeroglíficas.
Cabe destacar los
enterramientos de una elite social elevada que se entierra en las lujosas
tumbas de cámara, cuya cronología se data del siglo VII a C.
En las colonias fenicias del área malagueña, se da el uso de determinadas tecnologías o
formas de hacer propias de grupos locales, y determinados
vasos de cerámica destinados principalmente a la preparación y cocción de
alimentos.
En estas necrópolis
se intenta proteger a los antepasados, existe una clara intención de guardar o
esconder a sus muertos en lugares muy próximos y/o recónditos
ante el temor de que las tumbas fueran saqueadas, potencialmente por los
indígenas. De ello la diferencia con respecto a las necrópolis orientales y la
singularidad que nos ofrece estazona, pues los enterramientos se encuentran en
un territorio ajeno.
La cultura material de estos
asentamientos revela una importante diferencia con respecto a los barrios con
población fenicia en los enclaves onubenses: la cultura material ligada a prácticas
sociales con una alta visibilidad pública y que es crítica para la construcción
de determinadas identidades y jerarquías sociales en las colonias remite
prácticamente siempre a modelos fenicios, que pueden ser netamente orientales o
reelaboraciones propias de estos ámbitos occidentales.
Esta
utilización de la cultura material manifiesta, por un lado, una clara intención
por parte de los residentes de estos enclaves en construir una identidad
comunitaria, propia y diferenciada con respecto a la población local que vive
en asentamientos no coloniales, y, por otro, la intención de establecer unas
jerarquías sociales en la colonia que pivotan en torno a identidades de tipo
étnico. En estos ámbitos, estas identidades sociales se establecieron,
posiblemente, a través de la descendencia, pero principalmente a través del uso
de una cultura material que subjetivamente identificaban como «fenicia», tal y
como sugieren los enterramientos.
Varias décadas después del
establecimiento de los primeros colonos en esta área, se erigen los primeros
cementerios. Los más antiguos, como el de Lagos, datan de finales del siglo VIII a. C.
(Aubet et al., 1991), cuando parece consolidarse el proyecto colonial
en la zona. Todos los grupos de tumbas se sitúan a cierta distancia de los
asentamientos e insinúan que ya a finales del siglo VIII a. C. las
colonias se han apropiado de un pequeño territorio que se extiende a su
alrededor. Estos cementerios coloniales son siempre agrupaciones de muy pocas
tumbas –entre dos y una veintena en el mayor de los casos–, por lo que
criterios muy restrictivos (López Castro, 2006: 76-77), posiblemente de
descendencia, debieron de definir el enterramiento en estos espacios.
Las gentes según los hallazgos,
quizá, vivían en régimen de población mixta.
En muchas de las necrópolis fenicias y púnicas conocidas a
lo largo de las costas hispanas como Lagos,
se ha venido detectando un fenómeno antropológico y social opuesto, pues
las tumbas de cámara han sido interpretadas tradicionalmente por los investigadores
como principescas o como sepulcros pertenecientes a las clases aristocráticas
dirigentes de la empresa comercial fenicia. La escasez de los restos de tumbas
de esta categoría y la enorme riqueza de los ajuares encontrados
en el interior de las mismas, han hecho pensar que pertenecieron a una clase
social elevada.
Una de las dolencias más habituales con las que tenían
que lidiar los médicos de la Antigüedad era la artritis, un mal que afectaba a
las articulaciones mucho antes de la llegada de Roma a Hispania. Así queda de
manifiesto en los restos óseos de un varón de entre 40-50 años de edad que fue
enterrado en una de las tumbas fenicias del siglo VIII a. C. excavadas en
Lagos.
Las tumbas de lagos y otras
confirman el arraigo en la Península ibérica de mercaderes de rango que
controlarían las transacciones comerciales entre las colonias occidentales y
las ciudades reino-fenicias.