Los fenicios llegan al país de Canaan hacia el siglo XXVIII a. de J. C. procedentes del interior, integrándose con los habitantes de esta región, cuyo poblamiento se inició en el Paleolítico, para alcanzar un apreciable nivel cultural en el Neolítico. El pueblo fenicio entra en contacto con Egipto en el III milenio, suministrándole por mar mercancías de diverso género, principalmente madera del Líbano (cedro, abeto), aromas y resinas para una actividad altamente ejercida allí: los embalsamamientos.
El marfil es una materia dura, compacta y blanca que constituye la parte fundamental de los dientes en los vertebrados y aparece cubierta en la corona por el esmalte, tiene la misma composición química que el hueso, por lo que existen dificultades para su distinción. Sólo puede lograrse mediante el examen microscópico, donde se pone de manifiesto la distinta estructura celular.
La máxima calidad la ofrece el marfil blanco y denso procedente de los elefantes de Thailandia.
Los de Gabón y Guinea palidecen con el tiempo, y el de El Cabo se torna amarillo.
Los fenicios tanto en oriente como en occidente sabían trabajar, elaborar y labrar bien el marfil y el hueso, cuya talla se venía realizando desde el Bronce Antiguo en toda la zona sirio-palestina. Aunque su marco cronológico abarca desde el siglo XIII al VII a. C., la verdadera edad de marfil del Mediterráneo oriental se produjo, al decir de R. D. Barnett, únicamente en los siglos VIII y VII a. C., Otros autores nos dicen que el auge fenicio de la talla de marfil tiene lugar en Tiro como centro principal en los siglos IX y VIII a C. en los cuales su talla constituyó una de las mayores industrias de la zona, con obradores quizás en las principales ciudades de Palestina, Siria y Fenicia.
Todas las piezas que han llegado a nuestros días demuestran, en general, la pericia de los eborarios fenicios, quienes debían labrar sus composiciones, de tipo religioso o decorativo, en pequeños espacios, sabiendo asimilar sabiamente iconografías y tipologías de ámbitos sirios e hititas, egeos y egipcios.
Se cree que tenían un carácter específicamente funerario, tal como se han encontrado en las distintas necrópolis de la Península Ibérica y demás del Mediterráneo y en los hallazgos, la mayoría de ellos, en los ajuares, iban acompañados de huevos de avestruz, típicos de las necrópolis fenicias .
La fina labra del marfil, practicada especialmente por los fenicios y los asirios, provocó una masiva producción en torno al siglo IX, que casi provoca la extinción del elefante sirio, del cual acopiaban sus magníficos colmillos. Esta escasez de material a raíz de la desmesurada manufactura de las obras en marfil, hizo que se importasen piezas de marfil desde Africa y la india.
Las manufacturas fenicias de marfil se dedican preferentemente a la ornamentación mediante plaquetas y paneles en relieve, o simplementecalados, enriquecidos con piedras y pastas coloreadas.
En 1938 Dollman señaló que algunos marfiles de Nimrud eran de elefante indio. La misma procedencia tienen varios marfiles encontrados en Bahreim, en el Golfo Pérsico, fechados en los siglos VI y V a. C.
Se distinguen dos clases de marfiles, los peines y placas con decoración incisa y los paneles calados.
De los hallados en las necrópolis españolas, podemos decir que su cronología se data del siglo IX al VIII a C.
El árbol de la vida formado por palmetas de cuenco superpuestas, es típico de los marfiles de Chipre y de Cancho Roano datados a finales del siglo VIII a C.
Las palmetas de cepillo apiladas en forma de árbol de la vida son un tema muy frecuente en los marfiles de Nimrud. El tema de las palmetas es típico de todo el Mediterráneo, así una diadema de oro adornada con palmetas de cuenco ha aparecido también en Peña Negra, en Crevillente.
Estos marfiles eran trabajados con técnica de taracea, esto es, al marfil se le incorporaban vidrios policromos, lapislázuli y otras piedras semipreciosas.
Su temática corresponde a patrones egipcios: figuras situadas ante un símbolo central (Isis, Horus...), escenas de luchas de animales (leones, ciervos, bóvidos, esfinges y grifos). En cuanto a decoración fitomorfa, árbol sagrado, palmetas y, por supuesto, variadas representaciones de Astarté.
Aunque las figuras, posturas y atuendos responden a modelos egipcios, se mueven todas ellas en un mundo semita.
Entre las piezas más importantes hay que reseñar los paneles que formaron parte de tronos, con figuras de divinidades leontocéfalas y los temas ya vistos de la Vaca amamantando a su ternerillo, la Mujer en la ventana y las Esfinges aladas.
Adoptaron los fenicios al grifo como simbología frecuente en sus representaciones marfileñas, tomándola del mundo micénico, pero no obstante se advierte una clara influencia oriental en el tratamiento de la anatomía de animales, como el toro.
En los ejemplares hallados figuraban a sirios y nubios, toda una fauna animalística, portando leones, con melenas estilizadas y en diferentes posiciones o posturas, ciervos o antílopes formando escenas de lucha solos o en grupo, monos, cérvidos (de procedencia hitita), terneros, caballos, gacelas o rebecos como tributo, algunos de ellos van acompañados de flores de loto o de ánades y en otros el acompañamiento es nulo. Se cree que los marfiles acompañados de aves solo son típicos de la península ibérica al tener contacto con la civilización griega, ya que en los marfiles orientales, el ave que les acompaña no existe.
A este grupo sirio deben adscribirse también los marfiles de Zincirli (Sam´al) del siglo VIII-VII a. C. y los de la necrópolis fenicia de la Cruz del Negro en Carmona (Sevilla), fruto de diferentes influencias estilísticas.
Los talleres fenicios de marfil y hueso del siglo IX y VIII se distinguen por su estilo orientalizante y por su preferencia hacia los temas egipcios de la dinastía XVIII.
Marfil Cruz del Negro
Estos elementos de marfil (peines) vienen caracterizados por su esquematismo en los temas decorados, animales y plantas, por su forma rectangular con muescas laterales y por la decoración en zigzag que delinea el contorno de la parte maciza del peine.
En Nimrud aparecen esta clase de marfiles fenicios con el animal fantástico provisto de alas, al igual que cuerpo y la cabeza de semejante estilo.
Maria Eugnia Aubet nos dice que a leona alada con la cabeza humana simboliza a la diosa Astarté de rasgos egiptizantes y se da en todos o en la mayoría de los marfiles fenicios de Oriente.
De carácter fenicio-chipriota son los temas de algunos marfiles aparecidos en la Cruz del Negro donde se representa un caballo paciendo delante de un árbol o grupo de árboles.
La presencia de la cabra, representada en uno de los marfiles de el Acebuchal, de carácter sirio-fenicia de principios del hierro no es muy frecuente, pero si es evidente que el tipo de animal que aparece en estos marfiles procede de las cabras representadas en los marfiles del segundo milenio a. C., tal como se puede observar en los marfiles y cuencos de Nimrud y Curium fechados en los siglos IX y VIII a C.
Los marfiles hallados en Kamid el Loz, con clara influencias egipcias y cananeas consisten en estatuillas , mangos de espejos, y otros utensilios , rostros humanos, cajas, cucharas, tableros de ajedrez decorado con escenas de caza.
El tema de las diosas aladas flanqueando una palmeta gigantesca o con un motivo floral aparece en dos peines de la necrópolis de Dermech en Cartago.
En Nimrud y Aslan Tash aparece una adaptación de un motivo simétrico de dos diosas aladas llevando lotos y celebrando el nacimiento de Horus o flanqueando el árbol sagrado que tiene su paralelo en uno de los marfiles de la Cruz del Negro.
En la necrópolis de la Albufereta en Alicante se ha encontrado un marfil egipcio con una representación del dios solar Horus.
En Nimrud se recuperó un variadísimo catálogo de piezas de marfil, fabricadas en muy diversos talleres y que proceden de los botines de guerra y tributos donados a los asirlos.
Megiddo, el fuerte reducto de Canaan, llave del paso a Egipto, nos ha legado, , una serie de placas alargadas de marfil, posibles piezas de cofres, cuyas representaciones seriadas constituyen un excepcional documento sobre sus ritos religiosos y demás manifestaciones de este pueblo, donde se ha hallado una plaqueta de marfil con representaciones de caza.
Cuando estudiamos a los fenicios tenemos que considerar que además de los hallazgos de Biblos y Ugarit dentro del contexto general histórico de los cananeos, hay otros artículos procedentes de los yacimientos claves palestinos: Megiddo y Hazor.
Con independencia de todo ello, Bernett atribuye los marfiles de Nimrud a dos talleres no locales:
a) Sirio (materiales de Loftus), de tradición cananeo-micénica.
b) Fenicio, antecedentes cananeo-egiptizantes.
Ambos, pues, tienen sus antecedentes en los primitivos talleres de la Edad del Bronce en cuanto a técnicas y figuras zoomorfas.
El movimiento del arte hecho en marfil, (ya sea por saqueos o por comercio) era muy común en asiria, ya que fue un material muy apreciado, sobre todo entre las altas capas sociales (los reyes no dudaban en aceptar las obras como tributos).