Según datos ciertos del Antiguo Testamento, era Tarschisch ya en la época del rey Salomón (1000 a. de J. e.) un riquísimo emporio y el objeto de las navegaciones fenicias.
Hacia el año 2500 a. de J. C. ya poseía la España del Sur una industria floreciente . Ya entonces se extraían la plata y el cobre de Sierra Morena, como lo demuestran las herramientas mineras de piedra y cuerno de ciervo que se han encontrado en distintos puntos. Esta riqueza en cobre dio lugar a una importante industria metalúrgica. Por aquellos tiempos forjáronse en España las más antiguas armas de metal: el hacha de combate de cobre, la alabarda, que resulta de la sustitución de la hoja de piedra por la hoja de cobre, y el puñal triangular de cobre, que no es otra cosa sino la hoja del hacha convertida en arma independiente. Aquellos hombres descubrieron también el arte de endurecer el cobre, transformándolo en bronce por adición de estaño. Pero los prehistóricos habitantes de Andalucía no se limitaron a la industria de los metales. Otras técnicas florecieron también en el suelo andaluz, nacidas asimismo de los productos de la tierra. En la Andalucía prehistórica encontramos ya el arte de tejer el esparto, planta flexible y muy duradera con que aún hoy se fabrican en la España del Sur multitud de objetos. La industria textil tuvo por consecuencia la alfarería.
La Península Ibérica se hizo famosa por sus metales y sus artículos de metal. Parece que ya entonces, en el milenio tercero antes de Jesucristo, los navegantes y mercaderes orientales se habían abierto camino hacia España e iban a este país a recoger la plata y el estaño a cambio de los productos del arte industrial de Oriente. En efecto, en Creta se han encontrado puñales hispánicos de cobre y de plata del milenio tercero; y en Troya II (hacia 2400 a. de J. C.) se han descubierto vasos de plata que pasan por españoles. Este cambio de mercaderías debió de hacerse por mar. Esta hipótesis está apoyada por el hecho de que los vasos campaniformes de España se encuentran también en Cerdeña y Sicilia, y, en cambio, faltan en Italia, en Grecia y en el África del Norte. Los agentes de este tráfico ultramarino entre España y el Oriente no debieron de ser los pretartesios, sino los mercaderes orientales, pues se conocen productos cretenses (barras de cobre) hasta en Cerdeña; pero, en cambio, no hay nada que pruebe que los pretartesios navegasen por el Mediterráneo. Además, hay que tener en cuenta que los más necesitados de materias primas eran, sin duda, los orientales.
La mítica ciudad de Tartessos aparece en las fuentes escritas como un reino histórico y una cultura determinada desarrollada por las tribus indígenas en contacto con los fenicios, los griegos y los demás pueblos de Mar. Se trataría pues de una ciudad estado, como las propias ciudades fenicias, que habiendo sido fundada por ellos, hizo que los habitantes peninsulares adquiriesen una cultura orientalizante. Después de los mercaderes cretenses o carios vinieron a Tartessos los tirios, quizá a partir de 1200 a. de J. C., cuando la potencia de Creta se hubo arruinado; de igual manera que los focenses más tarde sucedieron a los tirios. Con los viajes de los fenicios, Tartessos sale de las sombras prehistóricas y penetra en la claridad de la tradición histórica.
Las relaciones con los cultísimos comerciantes orientales aumentaron la riqueza de Tartessos y, sobre todo, tuvieron una influencia decisiva en el desarrollo de su cultura. Los productos de la industria oriental, que los tartesios adquirían a cambio de sus metales, les dieron a conocer artes nuevas, que ellos imitaron luego; y los artesanos y técnicos que venían en los barcos extranjeros les enseñaron también nuevas labores y oficios.
Era una ciudad monarquía como las del resto de los fenicios en el Mediterráneo, con sede en una ciudad desde la que se controlaba todo el territorio. Los fenicios propiciaron que toda la concentración del poder fuera sobre un rey, ya que de esa manera les resultaba más fácil establecer intercambios comerciales.
No es seguro que existiera una ciudad llamada Tartessos, dado que aún no se ha encontrado su ubicación. Aunque están perfectamente documentados otros poblados a lo largo del valle del Guadalquivir, territorio de expansión de la Civilización de Tartessos. Su capital quizá fuera Turta o *Tarta, en algún lugar de los alrededores del gran delta del Guadalquivir.
Sobre el origen y el final de Tartessos se han levantado notables polémicas y aventurado atractivas hipótesis. Andalucía en la Historia ofrece a sus lectores como Tema Central, bajo la coordinación de Jesús Maeso de la Torre cuatro estudios sobre los comienzos, la trayectoria y el final del mítico reino de Argantonio.
Para hablar de Tartessos tendríamos que decir que eran los mismos íberos que habían asimilado la cultura de los pueblos del Mar, adaptándose a sus costumbres, a su forma de vivir, a su economía y a su religión, ya que es posible un mestizaje o una mezcolanza de razas compuesta por indígenas, cananeos (judíos), fenicios, pueblos orientales y griegos.
El historiador Hecateo nos cuenta que tenían un imperio que llegaba en esta época hasta el cabo Nao.
Los tartessos, parece ser que tenían buenas relaciones con los habitantes peninsulares, y todas sus artes florecieron en el sur de La Turdetania, como nos dice Strabon, a los cuales les enseñaron las artes de la orfebrería, de la metalurgia y de la alfarería, de los grabados, de la escultura así como las tareas de agricultura.
Según nos cuentan las fuentes históricas, los tartessos tenían cerca un lago llamado el lago Ligur en el que estaban dispuestos varios puertos y era ahí donde atracaban los barcos y desembarcaban todas las naves cargando y descargando mercancías como los minerales, a las bases, pesca, ya que fueron los fenicios los introductores en la Península Ibérica de las almadrabas para pescar atún y otras especies como los boquerones y demás, o incluso esclavos.
Se cree que utilizaban el tráfico fluvial para transportar minerales de los yacimiento próximos a la ciudad de Tartessos, donde poder desarrollar las intensas actividades de beneficio metalúrgico de múltiples materias primas, así como los trabajos de orfebrería.
Argantonio es el único rey del que se tienen referencias históricas. Se sabe que fue el último rey de Tartessos. Vivió 120 años según Heródoto, aunque algunos historiadores piensan que puedan referirse a varios reyes conocidos por el mismo nombre. También dice Heródoto que su reinado duró 80 años, desde el 630 a. C. al 550 a. C. Propició el comercio con los griegos foceos durante 40 años, que crearon varias colonias costeras durante su reinado.
Ya que eran un pueblo sometido a los fenicios es normal que se de una cultura orientalizante como la que allí y en oriente se daba, y desde la caída de Tiro, en 700 a. de J. C., el mercado de Tartessos quedó abierto para una nueva potencia marítima. Siguiendo las huellas de los fenicios, navegaron los griegos hacia el Occidente remoto. Los primeros en lanzarse a alta mar fueron los focenses, cuyas naves de cincuenta remos vinieron a ser las sucesoras de aquellas naves de Tarsis que los tirios tripulaban. Naturalmente, los jonios, colonizadores del mar occidental, tenían hacía tiempo noticia de los viajes fenicios a Tartessos y de las riquezas que atesoraba esta ciudad. Este conocimiento fue aumentando cuanto más lejos penetraron ellos mismos en la dirección del Oeste remoto.
Según las fuentes Tartessos existía ya en el segundo milenio y era visitada por los marinos orientales, que veían en ella un gran mercado de la plata y del estaño; poseía una antiquísima cultura, cuya antigüedad era estimada en seis mil años; tanto los viajes tartesios al norte en busca del estaño como la industria metalúrgica tartesia coinciden con la actividad desarrollada por los agentes prehistóricos de la cultura metalúrgica andaluza en el tercer milenio, y la extensión del imperio tartesio coincide también con la primitiva zona de aquella cultura.
A partir del siglo VIII a. de C. en Tarsis existían asentamientos fenicios no fijos para el comercio. Había grandes necrópolis en contacto con las factorías, que demuestran una continuidad de asentamientos antiguos. En los profetas Isaías y Ezequiel se afirma que Tarsis ya es importante en la red internacional del comercio con Tiro. En el Libro de los Reyes y en Ezequiel, aparece Tarsis como exportador de metales.
En Isaías, Tarsis es también un país agrícola. Las fuentes sobre Tarsis son en su mayoría de segunda mano. Todas las indicaciones del Antiguo Testamento sobre Tarsis son de gran importancia, pues apenas poseemos datos relacionados con los fenicios.
Las noticias sobre Tarsis en Isaías, Ezequiel y,Asarhaddón se refieren al período más importante de Tarsis con relación al Próximo Oriente.
Tarschisch bíblico o Tartessos se hallaba en el Occidente remoto, en el camino del África occidental, tenía que estar situada en la comarca del estrecho de Gibraltar. Y, en efecto, puede demostrarse que así era. Los metales, sobre todo la plata, de que habla jeremías, lO, 9, Y el estaño, aluden a España, cuya riqueza en metales es antiquísima. España proporcionaba al mundo antiguo la plata y le vendía el estaño. En 1º de Reyes, lO, 21 leemos: «Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro... no de plata; ésta en tiempo de Salomón no era de estima». Y en el versículo 27: «Y puso el rey en Jerusalem plata como piedras». Todo lo cual indica que hubo por entonces en Jerusalem grandes entradas de metal argentino.
Las naves fueron construidas y tripuladas por los tirios, bajo el rey Hiram; las naves de Tarsis que pertenecían a Salomón fueron, sin duda, construidas para este rey, y -puesto que los judíos no eran navegantes- tripuladas también por los tirios.
El gran tamaño de las naves demuestra que Tarschisch se hallaba en remota región. Confírmalo 1º de los Reyes, 10,22, al decir que las «naves de Tarsis», pertenecientes a Hiram y a Salomón, volvían a los tres años cargadas de oro, plata, marfil, simios y pavos. Estas mercancías demuestran que Tarschisch se hallaba en el camino del África Occidental, pues el marfil y los simios son productos africanos que venían, según todas las apariencias, de las costas occidentales de África, como el oro venía de la «Costa de oro», de Ufas (hoy Ife ). El texto de Salmos, 72, 10, demuestra que Tarschisch estaba en la dependencia de Tiro y le pagaba tributo; también que estaba situada «en las islas», en el Mediterráneo o más allá todavía.
Por tano, si no fueron los fenicios quienes fundaron tartessos, y fueron otros pueblos del mar, si que podemos decir que fueron los fenicios los que llevaron a Tartessos la cultura orientalizante producida en el Sur de la Península ibérica.
Sobre su fundación. Son varias leyendas mitológicas que nos dan las fuentes históricas y quienes nos hablan de ella, pero solo se traducen en verdaderas historias o novelas de monstruos y gigantes o simplemente unos mitos.