La ciudad fue fundada por los fenicios, quienes construyeron un poblado cerca del cerro donde hoy se encuentra la Alcazaba.
Malaka fue el nombre originario de la actual ciudad de Málaga, en el sur de España. Este asentamiento fenicio, fundado en el siglo VIIi a d C en el entorno del Cerro Gibralfaro, fue bautizado con el nombre Mlk, que según algunos autores, significa factoría. Para otros, es el nombre de una deidad fenicia.
La ciudad tenía su propia ceca (de la voz fenicia sikka) y acuñaba moneda. Como ya sabemos, la base económica de Malaka estaba constituida por la obtención de la púrpura, el trabajo del metal (con la orfebrería incluida) y, sobre todo, las salazones de pescado y, a este respecto, se han encontrado redes de pesca bastante tupidas, lo que nos hace pensar en la captura del boquerón.
La ciudad primitiva la conocemos por fuentes como Estrabón o Pompilio. El primero de ellos habla de Mainake y Malaka, de la que dice que era una ciudad semita, de planta irregular, a diferencia de Mainake, que se encontraba mucho más al este, y cuyas casas seguían un trazado totalmente ortogonal. Por todo lo expuesto y por la numismática pensamos que Malaka coincide con Málaga, mientras que Mainake se corresponde con el yacimiento fenicio de Toscanos. Malaka para algunos significa emporio, lugar de trabajo, factoría o incluso “aderezo con sal”, lo que implica que las salazones de pescado constituían el pilar fundamental de la economía de la ciudad, que llegó a alcanzar 6 o 7 hectáreas. Ubicada en la bahía de Málaga, Malaka se extiende a los pies de la colina donde se emplazan las fortalezas medievales de la Alcazaba y Gibralfaro, próximo al cauce del río Guadalmedina.
Si pensáramos que la ciudad de Malaka se había fundado únicamente con los habitantes del Cerro del Villar, sería fenopúnica. Pero hoy sabemos que la ciudad ya existía en el S. VII. Los materiales más antiguos que teníamos con anterioridad a las últimas excavaciones y que hacían referencia a un pasado anterior a la época romana, procedían del derribo de la Alcazaba y el Teatro Romano. El carácter costero y la clara vocación marinera de los asentamientos fenicio-púnicos malagueños, algunos de ellos importantes centros portuarios, va más allá de su valoración como meras escalas en la navegación del Estrecho, aunque hayan desempeñado, y lo seguirán haciendo, un papel destacado en una de las principales vías comerciales del Mediterráneo occidental, aquella que conducía a Gadir como principal emporio en el comercio con Tartessos y, en la época que nos ocupa, a la ruta del Atlántico, igualmente capitalizada por la ciudad fenicia.
El área estaría posiblemente ocupada por cabañas distribuidas de manera dispersa, de las que se excavó un fondo en la plaza de San Pablo, rodeado de silos. La cabaña estaría construida con adobes y elementos orgánicos vegetales, presentaba planta oval y en su interior conservaba restos de combustión, restos faunísticos, elementos metalúrgicos de fundición de cobre y abundante cerámica a mano, fundamentalmente de cocina (85, 5%) con importaciones fenicias a torno (14,5%) consistentes en ánforas, pla tos y cuencos de barniz rojo, pithoi, urnas, lucernas y ampollas. Tras la conquista de los territorios fenicios por Nabucodonosor II, Malaka pasa a ser dominada por los cartagineses sobre el 573 a. C. Los romanos conquistaron la ciudad en el año 218 a. C. tras las Guerras Púnicas, y la llamaron Malaca.
Entre el ajuar de la necrópolis ha aparecido gran cantidad de cerámica griega (de importación) y, entre todo ese volumen de materiales se ha encontrado un conjunto de cuatro pendientes de oro. Lo que esto nos indica es que Malaka debía contar con talleres metalúrgicos de importancia, algunos de los cuales estaban dedicados a los trabajos de orfebrería. La presencia de cerámicas y otros objetos de distintos puntos del Mediterráneo en las excavaciones urbanas de Málaga pueden contribuir al conocimiento de las relaciones comerciales de la antigua Malaka a partir del siglo VI a.C., que continúan mostrando la presencia de objetos griegos y etruscos ya conocida en el siglo VII a.C. en los asentamientos coloniales de Toscanos y el Cerro del Villar. En el primer conjunto que se data por sus excavadores en el segundo tercio del siglo VI a.C., las cerámicas griegas son el 8,8% del total. Están presentes las ánforas samias, lesbias, clazomenias, ánforas “à la brosse”, jonias indeterminadas, así como ánforas del continente corintias tipo A y SOS áticas. Las ánforas de la Grecia del Este son un 12% del conjunto, mientras que las ánforas áticas y corintias suponen un 23% del conjunto.
Por lo que respecta a los contenidos, el 60% de las ánforas estaban destinadas al transporte de aceite y el 40% al de vino. Entre la cerámica fina destacan las copas para beber de producción samia, que sumadas a otros fragmentos de vasos jonios como aryballos, cuencos, hidrias o jarritos y a las ánforas, otorgan un 54,34% de importaciones jonias sobre el total del conjunto. Otras producciones presentes son las áticas, con fragmentos de oinochoes, lekánides y copas de figuras negras, así como algunos fragmentos de producción massaliota. Por su parte, el conjunto del sector del teatro, correspondiente a la fase Málaga IB de las excavaciones de Gran Aymerich, comprende un periodo situado entre el último tercio del siglo VI a.C. y el primer cuarto del V y presenta diferencias acusadas respecto del horizonte de importaciones precedente. En primer lugar destaca el predominio de las producciones áticas, tanto en ánforas como en cerámicas finas, entre las quese encuentran copas de bandas, de barniz negro y de figuras negras..
EL SANTUARIO DE NOCTILUCA
La más impresionante de todas las salas, a la que se llega pasando por una serie de galerías laberínticas, es el Santuario de Noctiluca, sala en la que se encuentra un “betilo” o formación rocosa en la que la imaginación nos hace ver un perfil tosco femenino con una especie de tocado atravesado por una oquedad redonda, que simbolizaría a la Luna. Al pie de este misterioso rostro se encuentra otra formación de menor tamaño, con una curiosa forma de media luna, que nos hace recordar la media luna a los pies de la Virgen María Inmaculada, o la antigua barca de Isis. Una serie de pilas o vasos comunicantes rodea el conjunto en forma descendente, haciendo caer el agua que se infiltra sobre todo en época de lluvias, desde la pila superior hasta la inferior. En estas pilas se encontraron restos de cenizas pertenecientes a animales sacrificados, que sitúan la utilización del complejo ritual en el Neolítico.
Rufo Fiesto Avieno dice en su “Ora Marítima” : “... bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake o Málaga) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca” . Noctiluca era esa diosa lunar de la fecundidad, la vida y la muerte del Neolítico, anterior al parecer incluso a los tartesios, que entre los fenicios fue representada en forma de betilo en la Tierra, y por las distintas fases de la Luna en los Cielos. El culto a esta divinidad, bajo estos mismos elementos, fue representado también en las monedas fenicias de Malaka (Málaga), todo lo cual confirma a la llamada Cueva del Tesoro como el antiguo Santuario de esta antiquísima y misteriosa divinidad.
Rufo Fiesto Avieno dice en su “Ora Marítima” : “... bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake o Málaga) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca” . Noctiluca era esa diosa lunar de la fecundidad, la vida y la muerte del Neolítico, anterior al parecer incluso a los tartesios, que entre los fenicios fue representada en forma de betilo en la Tierra, y por las distintas fases de la Luna en los Cielos. El culto a esta divinidad, bajo estos mismos elementos, fue representado también en las monedas fenicias de Malaka (Málaga), todo lo cual confirma a la llamada Cueva del Tesoro como el antiguo Santuario de esta antiquísima y misteriosa divinidad.
Es posible que además de Noctiluca y Astarté tuvieran una divinidad, como Shmun, a la cual rendían culto en Malaka ya que viene representado en unas monedas en las que aparecería como un joven imberbe tocado con un sombrero cilíndrico. Esta imagen se da también en Beirut, Tiro y Sidón donde esta divinidad se situaba en la cumbre del panteón.