El
yacimiento fue descubierto por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid en
las excavaciones de 1964-1967. Pero ya a inicios del siglo XX, el lugar había
sido “excavado” por otro germano, Adolf Schulten. El que sería más tarde
“descubridor” de Tartesos se concentró en la zona de Cerro del Peñón y en Cerro
del Mar. Schulten no quería estudiar los patrones de asentamiento de los
fenicios, ni nada por el estilo. Schulten se limitó a intentar ser un discípulo
aventajado de Heinrich Schliemann, y al igual que el “renombrado” descubridor
de Troya, descubrir a través de las fuentes clásicas la fabulosa Mainake de las fuentes literarias, es
decir, la supuestamente más occidental de las colonias griegas.
Basándose
en las fuentes literarias identificó el asentamiento de Cerro del Peñón de “Toscanos” con la colonia focea de Mainake. Para Schulten, hubiera sido
fundada hacia el 630 a.C. Según autores clásicos como Estrabón, Mela o Avieno
entre otros, estaría situada entre Malaka
y Sexi, diciéndose que era un
asentamiento griego diferente a los fenicios. Para Niemeyer, Toscanos sí sería Mainake, pero no un asentamiento griego
y sí fenicio, donde quizás se pudo dar una presencia griega con un barrio donde
desarrollar sus actividades, como ya hicieran en otros lugares.
Toscanos
está localizado en la desembocadura del río Vélez. Se apoya en el declive
oriental del Cerro del Peñón. Las excavaciones del poblado se concentraron por
tanto en una pequeña colina que estaba localizada entre la orilla izquierda del
río Vélez y el citado Cerro del Peñón. En esta zona hoy día se encuentran dos
cortijos que pertenecen a la familia Toscanos, que da nombre de esta manera
tanto a un complejo de yacimientos fenicios (Alarcón, Cerro del Peñón, Cerro
del Mar y Toscanos), como a un único yacimiento, el propio Toscanos, del cual
parece que dependerían los demás en mayor o menor medida.
Las
excavaciones dieron como resultado el hallazgo de una serie de construcciones típicas fenicias que se
podrían encuadrar cronológicamente a partir de los momentos finales del siglo
VIII a.C., pudiendo llegar hasta los momentos iniciales del siglo VI a.C. De
esta forma podemos ver la evolución que tradicionalmente se ha fijado para la presencia
fenicia en la Península, si se obvia el tema de Gadir y el enfrentamiento a
causa de la antigüedad de su fundación.
De
esta forma, tradicionalmente el inicio de la presencia se coloca a mediados del
siglo VIII a.C., cuando los fenicios llegan a las costas andaluzas en su
vertiente oriental. Esto hoy día parece que se rechaza, al menos parcialmente,
ya que por el estudio de piezas cerámicas (estudios radiometricos) se ha podido
fechar hacia finales del IX a.C. la presencia fenicia. Si nos atenemos a las
corrientes mayoritarias, se puede ver la evolución citada, llegando los
fenicios a Toscanos (según Niemeyer) en los momentos finales del VIII a.C. Aubet
concreta esto aún más, precisando que la llegada fenicia se daría entre el
730–720 a.C. Aubet se basa en el estudio de las piezas cerámicas más antiguas
del asentamiento, las cuales se inscribirían en su totalidad dentro de las
formas clásicas de la cerámica tiria
del siglo VIII a.C.Pero también, según de nuevo Niemeyer, se podrían
ver piezas cerámicas, de origen griego, como unas ánforas del Ática y de la
isla de Chíos, un alabastrón corintio o varios fragmentos de “bucchero sottile” etrusco. Sin embargo,
estas piezas parecen que serían algo posteriores, como del siglo VII a.C. y
quizás incluso del VI a.C. Sin embargo, no se ha encontrado ninguna pieza de
importación griega cuyo origen se pueda colocar en el siglo VIII a.C., y de
esta forma, no existiría un referente claro con el que comparar la cerámica
tiria que según Aubet sería del siglo VIII a.C.
Estas
piezas griegas tendrían que ser obtenidas por la importación, fuese a través de
comerciantes y naves griegas, como por agentes fenicios. Una de las
explicaciones podría ser que los fenicios al navegar hacia Occidente, podrían
recalar en diversos puertos griegos, tanto de la Grecia continental, como en
momentos más avanzados, en las diversas colonias de los griegos. De esta forma,
los comerciantes fenicios al recalar en puertos griegos podrían comprar estos
objetos.
Pero
tampoco se debería descartar que hubiese presencia griega en Toscanos basándose
en la tesis enunciada por Niemeyer, siendo esta presencia griega atestiguada
por la introducción de estos objetos griegos.
Toscanos es tanto el nombre de un conjunto de pequeños
yacimientos, como a la vez de esto es el nombre específico del yacimiento
principal de la zona. El complejo, además de por Toscanos, está formado por
Alarcón, Cerro del Peñón y Cerro del Mar.
El principal yacimiento es el de
Toscanos, que estaría al pie de una antigua bahía. Ocuparía un pequeño
altozano, desde el cual se podría
dominar con la vista toda la llanura que se da a lo largo del río Vélez, al
igual que la importante bahía, la cual mantuvo su configuración primitiva desde
la llegada de los fenicios hasta la Edad Media. De esta forma, y por todos los
sedimentos y los aluviones que llevó el río con el paso del tiempo, se ha
obtenido como resultado la configuración actual de la línea de costa.
Cerca de Toscanos, en el vecino Cerro
de Alarcón, se documentó (hacia el interior del hinterland de Toscanos) un asentamiento, que según Niemeyer, sería
un puesto avanzado de guardia, o incluso una fortificación exterior al
asentamiento, con unos 500 metros de extensión, de tal forma que podría servir
como un bastión adelantado de defensa ante una agresión de las poblaciones del
interior contra el asentamiento.
Estas
posibles construcciones de finalidad defensiva se pueden relacionar con la
existencia de un foso de sección triangular, descubierto en la campaña de
1971.Este foso de sección triangular se aprecia en los cortes abiertos en el
límite suroeste del cortijo de Toscanos: se trata de una zanja excavada. Parece
que sería un método de defensa de la zona más vulnerable del asentamiento, es
decir, la zona suroeste. Este foso también se localizo cerca del edificio que
supuestamente se clasifica como de almacenaje. En este caso está excavado en la
roca virgen y parece que sigue el curso natural del terreno. Tenía una inclinación
de 45º. Además la existencia del foso quizás se pudo complementar con la
existencia de una supuesta muralla, de la cual no parece existir ningún resto.
Es
posible que, a causa de un supuesto aumento de la población que se pudo dar
quizás en la primera mitad del siglo VII a.C., el foso fuese recubierto, para
tener una mayor cantidad de terreno donde edificar, en un proceso análogo al
que sufrieron las ciudades europeas en el siglo XIX de destrucción de sus
murallas para disponer de más espacio.
Parece
que la primera zona que fue urbanizada por los fenicios es la zona que Niemeyer
denominó del “núcleo”, donde se situaría el “almacén” o edificio “C”, y el foso
defensivo hacia los años 740–730 a.C. En el estrato I del “núcleo” se localiza
la casa “A”, de la cual no se tiene más que una habitación excavada, sin
saberse si pudo ser una casa o una dependencia adosada de una granja, aunque lo
más probable es que resulte ser una casa. Tanto al norte como al oeste de esta
casa “A”, están localizados unos terrenos que parecen ser de paso público.
En
esta primera fase del yacimiento, el espacio adyacente a estas primeras casas
quedó despejado de cualquier tipo de edificio permanente. Ya en una fase
posterior, estrato II, en el siglo VII a.C., que sería el del máximo apogeo de
Toscanos se puede ver como se amplió el terreno edificado, ya que la casa “A”
sufrió una ampliación al adosarse el anejo “B”. A este impulso constructivo se
debe añadir las casas “D”, “H” y “K”,
aunque hoy día solo se conservan sus zócalos, que parecen haber sido hechos con
adobe que no fue cocido. El suelo estaría hecho con arcilla apisonada, y los
muros pudieron tener un enlucido. La cubierta de estas casas parece que sería
con un tejado a dos aguas.
Todos
estos edificios parece que tuvieron múltiples habitaciones, de planta cuadrada
o rectangular, dando como resultado el que fuesen catalogadas como viviendas.
A
partir del estudio de estas casas, se puede al menos intuir la presencia de
cierto espíritu urbanístico fenicio, al menos en el yacimiento. Estas casas no
presentan una orientación única, variando en cada una ligeramente con respecto
a los edificios vecinos. Por tanto se puede intuir cierto espíritu urbanístico,
pero nada más, ya que no hubo ninguna red homogénea y fija de calles. Quizás en
el espacio entre las casas, se pudieran dar una serie de huertos pequeños
unidos a las viviendas. Esta quizás fuese la razón de ese espacio
preurbanístico entre las casas.
Esto
tampoco se ve en otros lugares, como Chorreras, aunque se supone la existencia
de una parcelación del terreno más o menos obligatoria, debido a la existencia
de construcciones mas antiguas, pudiéndose observar dentro de esta una
orientación uniforme de los edificios.
Tras
este estrato I se puede apreciar un aumento de la población, implicando esto,
según Aubet, la existencia de ciertas casas de lujo, como podrían ser las casas
“H” y “K”. La casa “H” presenta una planta compleja y compartimentada, que para
algunos, como López Castro sería de tipo palacial dentro de una colonia de
Tiro, siendo una casa seguramente anterior al 700 a.C. Tiene una superficie de
unos 150-250 metros2: las cifras varían en función de si es parte de
esta estructura o no lo es la casa “A”. Estas casas parece que se pudieron
articular en torno a un espacio central o “patio”, aunque no se sabe determinar
cual seria su función real.
En
esta segunda fase, se puede apreciar cierta aglomeración urbana, puede que como
resultado de un segundo aporte de colonos provenientes de Fenicia. Este mismo
proceso parece que también fue coetáneo a Chorreras y Morro de Mezquitilla.
El
edificio más conocido e importante es el edificio “C” o “almacén” de Toscanos.
Se fecha su construcción hacia el 700 a.C. (estrato III), es decir, unos 30
años después de que comenzasen a darse los primeros usos del yacimiento. Este
edificio se superpuso, al menos parcialmente, a la casa “H”, lo cual implica
una reordenación del territorio, quizás ante la falta de espacio edificable. Se
construyó adyacente a los muros de las casas “A” y “H”, que habían sido
ampliadas con anejos en el lado oeste, de tal forma que la casa “H” tuvo que
ser modificada, para poder colocar allí el almacén. Tuvo que ser derruido el
anejo (“I”) de esta casa, para poder levantar este gran edificio.
Existe un
almacén que es el mejor documento para hablar de la comercialización tanto de
materias como de productos fenicios. La función original del edificio se puede
apreciar en la comparación con otros, que presentan 3 naves, que fueron
excavados por el equipo inglés establecido en Motya, y que se catalogó como un
almacén, o de la misma forma, si se compara con los almacenes del Hierro
Antiguo en Hazor. Además este almacén será el único espacio de función pública.
Esta
interpretación se basa además en el hallazgo en su interior de todo tipo de
recipientes tanto de transporte como de almacenaje. Por tanto, sería un lugar
de almacenaje, como parece que hubo en otros asentamientos fenicios a lo largo
y ancho del Mediterráneo.
El
almacén tendría 3 naves, de 15 metros de largo y 11 metros de ancho, y pudo
llegar a tener 2 pisos. Además de los objetos de transporte y de almacenaje,
también se han localizado en el almacén otro tipo de objetos como alabastrones,
escarabeos engarzados en anillos de plata y bronce o gran cantidad de cerámica griega,
desde producciones jonias o samias
(Asia Menor) a elementos como ánforas áticas de tipo Sos. En alguna de esta
cerámica “griega” hay grafitos en griego y en fenicio.
Pero
en Toscanos además de estas piezas de cerámica, también se han encontrado otros
tipos cerámicos (como la cerámica policromada), aunque en menor número y
entidad que la de engobe rojo. Tienen estas piezas una decoración a base de
bandas paralelas más estrechas. Sería una cerámica originaria de Oriente, más
tarde parece que imitada por los alfareros “indígenas”. Se fabrica a torno,
dominando los colores ocres, rojo tierra, rojo ladrillo, castaño, naranja,
gris, negro y blanco. Su tonalidad iría desde los muy oscuros a tonos más
claros.
Sus
formas mayoritarias son los platos hondos pintados con bandas paralelas.
Curiosamente este tipo de platos no han aparecido en la zona de Cartago, lo
cual quizás implique una influencia totalmente oriental, sin haber pasado por
ninguna influencia intermedia del Mediterráneo central. También podemos hablar
de vasos con los bordes vueltos hacia dentro, vasos anchos de boca también
ancha, o de vasos cerrados con cuello inclinado, estando localizada la
policromía generalmente sobre los hombros, panza, cuello, borde y asas.
La
mayoría de la cerámica policromada está compuesta por platos de cerámica roja,
calculándose la existencia de unos 960 elementos de este tipo, todos ellos a
torno, con una tonalidad que oscila desde el rojo anaranjado claro a un rojo
vinoso oscuro y pardo oscuro. Algunos platos tienen un tipo de engobe muy
característico, siendo este muy brillante. Curiosamente, este tipo de platos
están relacionados con diversos puntos de la Península como Almuñécar y valle
del Guadalquivir, pero también con puntos ajenos a esta, como Mogador.
También
de cerámica roja tenemos una serie de
vasos de boca de seta, con tonalidades similares a la de las piezas anteriores.
Apenas tenemos en Toscanos vasos de boca simple con forma algo panzuda. Estos
estaban hechos a torno, con una tonalidad ocre o rojiza. También podemos
observar como hay vasos panzudos con doble asa y boca ancha y forma cilíndrica,
fuentes de cerámica roja o gris espatulada o bruñida.
También
tendremos vasos en formas de botellas, con superficie arcillosa. Podemos ver
como tienen un cuello muy estrecho, con una boca cónica muy saliente. Hay tres
botellas de boca grande, con paralelos por ejemplo en Cartago o Útica entre
otros lugares del Mediterráneo.
La
cerámica a mano también está presente en Toscanos, con formas diversas. La arcilla
usada no es uniforme, estando muy depurada. Los colores van desde el pardo
rojizo al blanco amarillo pasando por el pardo amarillento, amarillo grisáceo,
o los grises parduzco, verduzcos o claro. Cronológicamente se podrían situar
hacia el siglo VIII a.C., siendo una cerámica similar a la de otros lugares de
Andalucía como Asta Regia, Cerro del Real, Carmona y El Carambolo, o la
localidad portuguesa de Lapa de Fumo.
Esta
cerámica hecha a mano sería un elemento realizado por grupos “indígenas”. Este
elemento autóctono esta presente dentro de un asentamiento fenicio, que en los
primeros momentos de su existencia, importaba desde otros lugares una cerámica
hecha a torno. Por tanto, necesariamente, tuvo que darse algún tipo de
contactos entre los “indígenas” y los fenicios, quizás pudiéndose instalar
aquellos dentro de Toscanos, en algún tipo de “barrio” propio, de la misma
manera que pudieron hacerlo los griegos según las tesis de Niemeyer, según la
cual se identifica por tanto a Toscanos con Mainake.
No
parece que existiese una población
“indígena” en el espacio donde se instaló Toscanos, aunque a cierta distancia
hacia el interior aparentemente sí habría asentamientos “indígenas”, como
parece que pasó en Emporion.
Tras
esta digresión podemos ver cómo de esta
forma podría servir el “almacén” para guardar y almacenar gran cantidad de
productos de lujo que posteriormente serían redistribuidos hacia el interior
por tierra, o a otros establecimientos fenicios por mar.
La
existencia de ese almacén, quizás también se pueda justificar alegando que si
Toscanos explotaba las tierras de alrededor (lo cual podría explicar la
presencia de Alarcón, para controlar y proteger este terreno de uso agrícola
y/o ganadero), desde este almacén se podrían redistribuir esos productos
agrícolas, y no sólo objetos de lujo, o al menos de cierta entidad.
Los
elementos de lujo aquí hallados estarían vinculados al mundo de ultratumba,
pero sin embargo en Toscanos también aparecerán en casas y en este almacén.
También
se puede apreciar el carácter monumental del almacén, al ocupar un lugar
central tanto en el espacio del asentamiento como en la vida de sus habitantes.
Coetáneamente
o algo después de la construcción de este almacén (700 a.C.) surgirían en
Toscanos pequeñas viviendas o cabañas cerca del mismo. Serían por tanto casas
de una categoría inferior, llamadas casas “E”, “F” y “G”. Tanto Niemeyer como
Aubet las ven como viviendas de obreros destinadas seguramente para el personal
destinado a trabajar en dicho almacén. De esta forma, se vería una organización
y diversificación social de sus habitantes.
Esta
diferenciación profesional también se podría ver en los restos metalúrgicos del
Cerro del Peñón. Aquí se tendría que ver como existiría un grupo concreto de
especialistas e importante en número. También Niemeyer dice que pudo darse una
“industria” dedicada a la manufactura de la púrpura.
Otro
rasgo de especialización económica podría ser los indicios de ganadería. Por el
estudio de los huesos de animales, hechos por R. Soergel y H.P. y M. Uerpmann,
se ve el predominio del ganado vacuno, y por detrás el grupo de ovicápridos,
mientras que apenas hay restos de cerdos (quizás por motivos ideológicos o
religiosos más que económicos), y de la
caza, aunque aparecen algunos restos de uro, ciervo, cabra hispánica o conejo.
Aparece también el perro y las gallinas: parece que quizás fue el primer lugar
de Europa donde apareció este animal domesticado.
La
importancia del ganado vacuno es que puede aportar alimentos como carne y
leche. Esto parece apreciarse en el patrón de sacrificio, que es secundario, al
sacrificarse animales de cierta edad. Pero además de estos alimentos, también
podrían aportar una fuerza de trabajo a tener en cuenta tanto en el nivel de
carga y tracción de mercancías, como para las labores agrícolas. Esto se vería,
por otra parte, también en el hecho de que podrían proporcionar estiércol que
permitiera fertilizar el campo con potasio y nitrógeno, todo lo cual podría
implicar una agricultura, al menos hasta cierto punto intensiva, que desgastara
en gran medida la tierra, lo que justificaría el tener que enriquecer la tierra
por otros medios.
Por
otro lado, parece que quizás el papel del ganado vacuno se ha sobrevalorado, y
que en realidad esa importancia fue menor. Esto sería debido a que al menos en
los niveles iniciales de Toscanos, se pudo confundir los huesos de cerdos con
los de animales vacunos, de tal forma que esta importancia se sobredimensionó.
El
pescado parece que fue importante también en Toscanos. Se pescarían numerosas
especies del litoral andaluz como el dentón, el mero o la breca. Esto quizás
respondiese simplemente a una pesca de tipo subsistencial. También parece que
se capturaría una cantidad importante de moluscos, utilizándose el múrex
posiblemente para la elaboración de la púrpura.
Por
todo esto, quizás hubo grupos específicos de pescadores y de ganaderos.
En el estrato V se puede
ver como la zona del almacén fue ampliada a costa de cubrir el antiguo foso
defensivo.
Sobre el hallazgo de huevos de Avestuz Torres Ortiz nos dice que su significado funerario es evidente yráramente se han hallado en contextos de habitat dentro de las colonias fenicias como ocurre en Toscanos.
Sobre el hallazgo de huevos de Avestuz Torres Ortiz nos dice que su significado funerario es evidente yráramente se han hallado en contextos de habitat dentro de las colonias fenicias como ocurre en Toscanos.