El poderoso atractivo del color lo hizo destacar entre
los demás ya en las grandes culturas orientales de las que el mundo grecolatino
va a adquirir la mayor parte de sus conocimientos
técnicos y de su sensibilidad estética.
Acaso por ser el pigmento más
utilizado en épocas anteriores a las históricas; tal vez por ser tierras ocres
la base del suelo mediterráneo; o quizá por ser el color de la sangre,
derramada para buscar el favor de los dioses.
El simbolismo atribuido al rojo en la más
temprana antigüedad lo hizo asimilarlo, para siempre, a la dignidad
aristocrática y a lo divino.
Aquí se analiza el auge del rojo en las
grandes culturas mediterráneas de la Antigüedad.
Nos encontramos con diferentes piezas de
cerámica fenicia elaboradas en barniz procedente de la “Necrópolis Laurita” de
Almuñécar en Granada.
El ocre es un mineral que se descubrió
mucho antes que que existieran los fenicios.
En la antigüedad, Plinio nos cita
al ocre como uno de los colores más usuales.
La riqueza mineral de España fue lo que
atrajo a los fenicios y demás pueblos del mediterráneo en busca de cualquier
producto que les pudiera servir para sus necesidades.
El ocre era tan preciado como el múrex ya
que servía para tanto para hacer pinturas como
para teñir las prendas de vestir.
Los ocres fueron usados desde los tiempos
inmemoriales como medicina, siendo una sustancia como uno de los remedios
médicos más empleados en la antigüedad.
Ocre’ es el término coloquial empleado por los arqueólogos
para describir una roca o una tierra que contienen hidróxidos de hierro rojos o
amarillos.
En esta localización han podido asociar,
por primera vez, el pigmento al proceso de elaboración. "Frotaban piezas
de ocre en losas de cuarcita para producir un polvo de color rojo”, describe
Christopher Henshilwood.“Aplastaban las esquirlas de ocre con martillos de
cuarzo, cuarcita y silcrete, y después las combinaban con huesos de mamíferos,
carbón vegetal y fragmentos de piedra, triturados y calentados junto a un
líquido.
Después, lo introducían en las conchas
de abulón y lo agitaban. Probablemente utilizaran un hueso para revolver la
mezcla y para traspasar parte de ella", relata Henshilwood.
Pese a todos los detalles aportados sobre
la preparación, “seguimos sin conocer la utilización precisa que tenían estas
mezclas colorantes”, admite Renata García-Moreno. Aunque, los paleontólogos
apuntan que posiblemente, los primitivos ‘artistas’ lo usaban para decorar o
para pintarse y protegerse la piel, como repelente de mosquitos y para curtir
el cuero.
En
algunos tratados de minería y
agricultura antigua se menciona el uso del ocre junto con el cinabrio para
alterar tanto la pintura como los tintes.
Ocre es el nombre que se aplica típicamente a un mineral terroso
consistente en óxido de hierro hidratado, que frecuentemente se presenta
mezclado con arcilla, y que suele ser amarillento, anaranjado o rojizo.
«Ocre» es también la denominación del color
de los minerales terrosos amarillentos producto de la oxidación de menas
metalíferas donde no interviene el hierro, como el ocre de antimonio, de
bismuto o de níquel.
El ocre se ha utilizado tradicionalmente como pigmento para pintura
artística y para pintura corporal, y su uso se remonta a la Prehistoria.
Pocas minas de ocre se encuentran en la
Península Ibérica siendo las más importantes las de Sierra Helada, donde
habría, al menos, varios puertos, fondeaderos secundarios o asentamientos
fenicios, uno en la Cala del Tio Ximo en Benidorm, otro en El Albir ( Alfaz del
Pi ), y otro en La Olla de Altea tal como demuestran los hallazgos y donde cargaban los barcos con este mineral
el cual sería transportado hacia todas las colonias fenicias.
El ocre
del Sabinar en Muchamiel procede de la alteración de una caliza dolomítica
ferrífera, produciéndose la alteración en venas y depósitos irregulares de muy
laboriosa explotación.
Será el
enclave fenicio de la Illeta dels Banyets del Campello en la provincia de
Alicante donde se exporte todo el ocre procedente de las minas de ocre de la
Justa y el Sabinar en Muchamiel y en el
Barranc dels Cocons en San Vicente del Raspeig, en la misma provincia.
Es en la
sierra de Mijas en Benalmádena y en Alahurín de la Torre en la provincia de
Málaga donde podemos encontrar varias
minas de ocre el cual exportaban los fenicios por toda la cuenca Mediterránea.
En la
misma provincia malagueña encontramos la sierra de Cartama también había varias
minas de ocre que se exportaba por el Valle del Guadalhorce, donde; de ahí que los fenicios estuvieran
tan interesados en fundar sus bases y fondeaderos cerca de esta sierra para
exportar este mineral.
El puerto
o fondeadero del cerro del Villar en la
desembocadura del río mencionado sería su punto principal de exportación del
ocre por todo el mundo conocido.
En el
término municipal de Vera en la provincia de Granada hay una mina de ocre, de
la cual se extraía el mineral y era exportado en la colonia de Sexi.
En Jubera
en la provincia de Soria también se encuentran las minas de ocre donde se cree
que trabajaban muchos numantinos y que exportaban el material hacia la costa
por las diferentes vías de comunicación, tales como el Ebro.
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